Incesto en los Andes
Dirige el ayacuchano Palito Ortega Matute, sobre el mito andino del Jarjacha. El filme técnicamente es decente, cumple con un buen estándar, aunque sin destacar mucho estéticamente. El filme tiene una apertura novedosa a un punto, pareciera que falta una mejor iluminación pero la oscuridad, las tinieblas, que solo permiten dejar ver a las personas moviéndose sin verse el entorno, con lámparas de mano todos, hace ver un efecto curioso, una atmósfera atractiva, como que el monstruo puede aparecer de cualquier parte, y que el miedo de oír, poco antes de salir, un cuento de terror se cumpla. El efecto luminoso, de destello, y especial coloración, para señalar a la bestia satánica, también apunta a una cierta virtud del filme, de generar un lenguaje propio si se quiere, aunque austero. El filme por el final da rodeos, explica mucho, que puede fallar un poco, pero crea propio
background de terror, trabajando el folclore nacional. Elaborar algo personal, y original en cierta manera, a través de la identidad de un país, son puntos a favor y enriquecen el género además. Los gritos y las risas en ciertos momentos suenan tan fuerte y constantes que incomodan, pueden molestar un poco, pero también inquietan, esto es bueno y malo al mismo tiempo. El incesto en la Sierra -como enseñanza y cuidado- es representando con un monstruo, con un especie de demonio y leyenda, con el Jarjacha, demonio que vemos comer vísceras humanas, y quien extirpa los ojos de sus víctimas como rito. Por el final vemos algo parecido a una posesión demoniaca, y un exorcismo con toques de lucha contra el vampirismo. Sin duda, esto puede terminar siendo cine B de culto, junto al filme más sucio y anterior -del 2000- del también ayacuchano Mélinton Eusebio. Incesto en los Andes (2002) se puede ver en Amazon Prime Video, un éxito de ésta plataforma, ¡aplausos!; Prime Video apuesta por el cine regional peruano y por filmes raros, curiosos, en su catálogo, cuando el cine regional no suele tener tanta difusión o lo ven como un patito feo, como para subirlo a plataformas de streaming.
The Cell
Yace infravalorada, y me parece una película notable, llena de personalidad y originalidad, sobre todo si miramos que fue hecha hace 20 años atrás. Quizá porque la protagoniza es la hermosa Jennifer Lopez, una actriz de cine comercial romántico y amable, de cine ligero, y no es una actriz que uno la vea que encaje fácilmente con la imagen del horror, del miedo, ya que trasmite calidez y relajo, ese que vemos cuando el director indio del filme Tarsem Singh la pone en calzón y camisa, tomando algo del refrigerador mientras pasa cerca su gato; ésta imagen sexy te saca del lugar, pero es algo breve. Es un filme sólido, tiene una trama contundente de pies a cabeza, todo está muy bien explicado sin subrayar y está plagado de ingenio, de historias originales, puesto que Singh -y el guionista en solitario Mark Protosevich- han plasmado material artístico de otras fuentes como la pintura, los libros de historia, la psicología, la realidad virtual o la literatura. Es un filme que persigue a un asesino en serie y recuerda a los libros de Thomas Harris. Jennifer Lopez es una psicóloga de niños perturbados y se mete mediante la realidad virtual en la mente extrema de un esquizofrénico, interpretado notablemente por Vincent D´Onofrio. Ésta mente está poblada de cine de fantasía, con toques de terror, muertes y esclavitud, que lleva de sadomasoquismo; éste asesino en serie es un feminicida que convierte a sus víctimas en muñecas sexuales, practicando con ellas la necrofilia. The Cell (2000) es un filme oscuro, que Singh inteligentemente suaviza. La carga de perturbación es grande, pero el ingenio del director indio hace que el filme sea uno notable, pero también comercial; no es una clase vacía de estética, todo está al orden de algún tipo de sustancia, es un filme lleno de pequeños vínculos, como con lo medieval o con los sátiros y la represión sexual.
His house Ganó el Bafta -los Oscar ingleses- a mejor debut del cine británico del 2021, la dirige Remi Weekes. Tiene a 2 protagonistas, actores, en estado de gracia, Sope Dirisu y Wunmi Mosaku, como un matrimonio salido en balsa de África, escapando de las guerras civiles y la muerte. Sope, como Bol, guarda una acción oscura, un pequeño truco perverso, de esto suele decir que él y su esposa son de los buenos, frente a la duda, de cara al señalamiento contrario del seguro social; el filme juega un poquito con esto que es notable, aunque al final la propuesta opta por no criminalizar a Bol. Así mismo hay un momento perturbador cuando Wunmi, como Rial, apunta a un estado a lo Norman Bates con un cuchillo sobre la mesa, pero el filme escapa a ello al final. Estos dos puntos son lo único recriminable a éste filme; después es una muy buena película. His house (2020) posee momentos que incomodan, que realmente asustan, con las tantas visiones de la casa, producto del mito y un brujo demoniaco, manejador de justicia y folclore africano. Pero éste estado de susto no se exagera tampoco, tenemos una buena historia entre manos, que apunta a la diversidad y a un tema en boga, la migración forzada hacia Europa, mostrando -al estilo de cierto cine social- como se comporta Inglaterra frente a ésta situación. El filme tiene asertividad e ingenio contando el pasado, haciéndolo pasar por un trance de uno fuera de sí, mediante una alucinación macabra, que tiene destellos de buen terror, como con la sonrisa sutil de la actriz Yvonne Campbell, donde su prominente gesto aparece para refutar la versión oficial, la de los protagonistas; o con la imagen de la vecina loca, que hace la actriz Vivienne Soan. Ésta película ha tenido buena visibilidad gracias a estar en Netflix.