lunes, 1 de marzo de 2021

A Sun

 


Candidata por Taiwán a la nominación de mejor película internacional en los Oscars 2021. La película de Chung Mong-hong mezcla muy bien la violencia, el crimen, con lo familiar, especialmente la paternidad y la maternidad. Todo yace perfectamente unido. Empieza con una muerte capital que parece efectista y abrupta, pero termina siendo fuente de mucha riqueza argumental. El filme se dispara para arriba con ésta muerte. Es un filme entendible, amable, pero también sutil, es una obra muy inteligente. Posee gran sensibilidad y emotividad, pero bien surtida, en momentos claves y precisos. Inicialmente también el corte de una mano que cae sobre una sopa parece efectista, con notorio deseo de impresionar, pero no solo es eso, luego se explica bastante bien, de manera audaz. La historia de la bicicleta con el chiquillo perdido, la historia de la oveja descarriada (que es el filme que veremos), tiene suma emotividad -muy buen feeling- en el final concretándolo con lo visual. Hay mensajes positivos por doquier que se repiten y esto está bien, pero es más inteligente cuando se discute éste positivismo muchas veces de manual, cuando se dice que la vida es mas complicada de lo que se espera de uno, que la gente suele romper el molde y la vida misma, es muy difícil a veces cumplir con todo esto, pero, claro, hay que intentarlo y buscar lograrlo, pero sin pontificar, porque finalmente todos somos muy imperfectos, fallamos mucho, no llenamos todo el ideal humano (y muchas veces no nos damos ni cuenta), como le hace ver la madre del protagonista a su esposo, esposo que reniega de su hijo rebelde, pero que terminará dándole una oportunidad y a sí mismo con ello, para que todos puedan salvar su alma, hecho y visto sutilmente. El hijo perfecto discute su conceptualización, perfección que le genera hermetismo, se espera mucho de él siempre, y esto lo tiende a la melancolía y a la depresión en una fachada de falsa alegría, cosa que no será una super idea, pero tiene su lógica, sobre todo cuando ésta idea interactúa tan hábilmente con la oveja perdida, con A-Ho (Wu Chien-ho), que es hacia donde se mueven todas las fichas, por medio de una maravillosa tensión y amenaza sutil desde lo criminal -llena de muy buena aventura, muy bien dosificada; no es mucha, pero la precisa-, gracias a la mala influencia y dominación del tentador y perverso Radish (Liu Kuan-ting), que también tiene background, tiene su lógica. La relación entre A-Ho y su padre (Chen Yi-wen) trasmite harta fuerza, muchas emociones sobrevuelan en la pantalla. Se pasa de la animadversión a lo kamikaze. La madre es abnegada hasta el tuétano, siempre entregada a sus hijos y a sus seres queridos -aun trabajando mucho, en un cabaret de desnudistas, curiosamente-; su personaje entregado también es bello -su lealtad también es a prueba de balas, sobre todo en épocas donde abunda lo ligero-, aunque la actriz Samantha Shu-chin Ko tiende a llorar mucho, aunque no sea por poca cosa. Es una película sencilla al fin y al cabo pero muy bien diseñada, cargada de sustancia y sobre todo sentimiento notable.