lunes, 29 de marzo de 2021

Never rarely sometimes always

 


Ésta película es el viaje de una chica para hacerse un aborto en New York desde un pueblito de Pensilvania. Pero lo que habla en realidad ésta película de la americana Eliza Hittman es del continuo abuso masculino y el estigma de ser llamada puta por ejercer nuestra sexualidad; también de la incomodidad y peligro de ser todo el tiempo sexualizada y tratada como objeto de deseo, aun cuando la protagonista, Autumn (Sidney Flanigan), es una chiquilla, y no es alguien que busque ser sensual o erótica. El filme tiene tremendo arranque, apertura; sale Autumn, a lo abejita de Blind Melon, en un concurso de actuaciones del colegio, sale cantando; su canción menciona directamente un amor abusivo, a un novio que obliga a hacer cosas que no quiere a su pareja, un amor aprovechado y otro sumiso. Más adelante cuando se explica la razón del título, en un método de psicología, se menciona sin señalar a la persona exacta sobre alguien que gusta de maltratar hasta físicamente a una mujer. La apertura de éstas emociones conlleva una hermosa escena de cine, con suma delicadeza y precisión. En otro momento un chiquillo hace gestos obscenos a Autumn, busca humillarla de puta. Así van apareciendo muchos momentos donde la mujer es acosada, sexualizada, maltratada. Incluso lo que parece un simple flirteo o seducción tiene indicios de aprovechamiento y cierto maltrato, producto de la vulnerabilidad de la mujer y de las circunstancias. Autumn viaja a New York con su prima, Skylar (Talia Ryder); Skylar la apoya en todo el viaje y sus coyunturales difíciles emociones. El aborto es visto como un derecho femenino, en ello se ve mucha modernidad y naturalidad, aun cuando Autumn tiene un embarazo avanzado que la obliga a un método más complejo. El filme pasa por todos los momentos de rigor, los exámenes y pruebas, los trámites y entrevistas, es muy notable en esto, aun cuando puede pasar por formalismo como cine. Solo en un momento se ve a la iglesia incomodando, pero como algo sutil digamos, no algo lacrimógeno o exigente. Es un filme propio del año 2020, muy actual, que refleja perfectamente la época, las luchas femeninas tan en boga hoy en día, sin machacar, proponer violencia ni dividir, sino en pos de plena justicia. Fue merecedor del Gran Premio del Jurado en la Berlinale 2020. Es una obra realmente notable.