lunes, 29 de abril de 2019

La Mula (The Mule)


American Sniper (2014) le bajaba puntos a Clint Eastwood, ya cansa además que siempre esté retratando nacionalismos y patriotismos de su país, un héroe americano más a su filmografía. Con The mule (2018) vuelve el Eastwood que se hace querer, el mismo de la maravillosa Gran Torino (2008), con el mismo guionista, dígase de paso, Nick Schenk.

Clint Eastwood interpreta a Earl Stone, un hombre que ha antepuesto el trabajo a su familia, con una hija (Alison Eastwood, su verdadera hija) y una ex esposa (Dianne Wiest) que no lo aguantan, que mantienen su distancia y siempre lo critican. Earl toda la vida ha sido un outsider, un solitario, un hombre de la carretera, alguien que ha vivido siempre su hedonismo, lo superficial, como horticultor y como viajante. Ha recorrido 41 estados americanos. Earl además es veterano de la guerra de Corea.

Earl una vez que está arruinado, por las ventas de internet, se vuelve una mula, lleva cantidad de droga en bolsos a través de los estados americanos. Lo único que tiene que hacer es llevar la droga en su camioneta sin que lo descubra la policía. Mientras Earl gana dinero empieza a gastarlo en todos sus seres queridos, vuelve a ganárselos, pero lo que su familia quiere en realidad no es dinero, sino que él esté presente con ellos. Eastwood pone de mensaje que la familia es primero que todo, antes de la fama, el trabajo, el éxito y el dinero.

Como en Heat (1995), aunque con distancia, Heat es un obra maestra, al igual que el diálogo entre De Niro y Pacino, entre policía y criminal, hay diálogos maravillosos entre Earl y el policía que ve casos como el suyo, el agente Colin Bates (Bradley Cooper), pero sin que Bates sepa que en realidad Earl es a quien busca, el Tata, la mula que tanta droga ha transportado.

En un momento un narco le dice a Earl: Estás con nosotros ahora porque te has equivocado mucho antes, al ver a Earl tan fresco y feliz en sus transportes. Earl responde: pero es el mejor sanguche de chancho del mundo. Es decir, hice lo que me dio la gana, no me importa lo que dices, repito que vale la pena. No obstante Earl si sabe que ha sido un pésimo padre y esposo, sabe de sus errores, tiene consciencia, humanidad, y trata de hacer ahora feliz a muchos, a sus compañeros veteranos y en especial, a su familia –nieta, hija y ex esposa-.

La mula es ligera, pero hábilmente comercial, es muy entretenida, de gran ritmo. Eastwood luce maestría en su dirección, sabe hacer buen cine comercial, cine hollywodeense de primera. Nick Schenk escribe en el estilo de Gran Torino, aunque sea un filme menor a ese. La mula no es una película ambiciosa, pero es una para querer a Eastwood, para disfrutar de la cinefilia.

Clint Eastwood ya no se luce con la violencia, pero sí con las mujeres, con las jóvenes y voluptuosas, con las despampanantes, pero aunque es pedestre con ellas deja espacio para ser caballero con las mujeres mayores, las llama bellas, les suelta piropos dulces y las respalda. Es un mujeriego con las jóvenes y con las mayores es amoroso.

En el filme Earl tiene 90 años, Eastwood tiene 88 años, es pasivo con la violencia, los narcos mexicanos representan la violencia, Earl no los enfrentará nunca, de ninguna manera, incluso medio que pasa por amigo de ellos, por extraño que suene –ya que son criminales consumados, duros, sin medias tintas, expuestos así, casi todos sin background en el filme, o lo mínimo: la pobreza extrema, el ser nadie, lo típico-. Estos lo comprenden, les parece gracioso, curioso, extraño, Earl es un personaje para ellos, no lo sienten un criminal, parece más una extravagancia, aunque entienden la razón, como la de la mayoría: el tener mucho dinero, simple y llano. El filme cuenta un hecho real, sacado de un artículo periodístico.

Eastwood se muestra buen actor. A su edad sabe expresarse bastante bien, ser gestual, y acomodar el cuerpo al requerimiento, que puede ser algo brusco, primitivo. Igual el reparto mexicano está notable, no tiene fisuras. Bradley Cooper también luce muy bien. Eastwood agrega algunas bromas sobre afroamericanos y mexicanos, pero todo ligero y con la confianza que lo caracteriza, sin tampoco sobrepasarse.

Otra broma recurrente es compararlo con James Stewart, con esa imagen impoluta y correcta que tenía, de americano modelo e identificador, y suena a lo que intenta hacer Earl -se le exige- al pasar del criticable outsider lobo solitario –el Eastwood violento de paso- a un hombre familiar -a un viejito, la realidad-, aunque a Earl Stone se le ve sonreír cuando está preso con sus flores, nuevamente solitario en su mundo, luego de jugársela y apostar por lo criminal -su opuesto- y ser un lobo solitario por última vez, aunque lo sea una y otra vez como una enfermedad o identidad prácticamente inamovible, pero habiendo cumplido con su familia en aquella despedida. De todas formas queda en el aire hasta el final un sutil chascarrillo: no puede con quien es.