Lo que ofrece el polaco Pawel Pawlikowski es una historia de amor, algo tan sencillo como eso, pero con el fondo de la post guerra
mundial, la guerra fría y la ubicación en el socialismo partiendo de 1949 hasta
los 60s, donde la pareja como polacos en tiempos socialistas deben adaptarse.
Zula y Wiktor (Joanna Kulig y Tomasz Kot) son esa pareja. El filme tiene a Zula
como aspirante a un grupo folclórico estatal y a Wiktor como uno de los
seleccionadores. Ella con una gran personalidad, belleza y un pasado llamativo
dejará prendado a Wiktor, a lo que se suma el talento de la joven muchacha que
la hace más especial. Lo que nos mostrará Pawlikowski es lo tantos vuelcos que
dará la relación, intensa, llena de amor, pero aun así siempre trunca, hasta
ese final de aire ligero bajo decisiones importantes. Otra cosa que suma y
mucho es que es un filme con mucha música. También tiene una gran edición,
pasan mil cosas en poco tiempo. Los sucesos fluyen en tiempo perfecto, incluso
más rápido. La relación da muchos momentos, tiene un lado cool, aun cuando en
realidad es una historia triste, producto de la continua imposibilidad de estar
tranquilos y juntos por largo tiempo. Es una historia con la que entretenerse,
pero que meditándola genera desazón. Las peleas y rupturas no son expuestas en lo visual por largo tiempo, pero se les siente. No hay antipáticos aquí, pero
si hay momentos de engreimiento, donde uno es más culpable que el otro, además
el fondo social y político se inmiscuye en sus existencias. Lo hace sin
grandilocuencia, pero en cada trámite se da poca información. No obstante se
entiende bien en general. El fondo hace del filme algo más complejo, una
relación muy difícil. El relato es bien nacionalista, aun cuando Francia
también aparece. Cold war (2018) es una película con identidad, bien polaca -lo que la hace notable-, y a la vez universal.