jueves, 16 de febrero de 2017

El soñador

El cine peruano va evolucionando, ya hay mayores ofertas, todavía nos falta, pero se ve que vamos cogiendo consistencia. El filme presente, el segundo del joven Adrián Saba, tras El Limpiador (2012), en la mayoría de la trama uno piensa, esto ya lo he visto mil veces, y aun así es una película simpática, aunque no tanto, le queda muy lejos a una que inmediatamente me viene a la mente, Romeo + Juliet (1996).

El filme luego bien avanzando trata de crear novedad, agregar momentos particulares, como ir a un recinto de acogimiento de menores en busca de papeles que pueden servir para algo futurista o cuando la madre de los amigos asaltantes sale de la cárcel y prodiga un código de lealtad familiar, pero no aportan demasiado al final. No es mucho pero el filme da unos pequeños pasos de mejoría en cuanto a tener una historia propia entre manos. En todo caso el filme es como la adaptación de Saba de lo que existe y se conoce, se reconoce fácilmente y se ha vivido mucho en el cine, aunque no necesariamente peruanizando el background, ya que el filme posee una cierta ambigüedad espacial y temporal, la que se maneja con la idea de combinar el límite entre el sueño y la realidad, cosa que tampoco es un aporte que se llegue a argumentar mucho, juega a dejar la idea de la ilusión bastante en libertad.

Queda claro que el que sueña es Chaplin (Gustavo Borjas), su meditación en el transporte con la mirada típica perdida en el vidrio, la mezcla de lo urbano y el desierto en la golpiza, la botella con el papel, así lo demuestran. Se entiende que es Perú –no solo Lima- por los lugares, pero a la vez se maneja un aporte de artificio y un cierto –elogiable- encubrimiento de donde -y cuando- nos encontramos. El filme trata de la historia de un muchacho conocido como Chaplin que yace en una banda de ladrones, dos hermanos pertenecientes a la banda tienen una bella hermana, llamada Emilia (Elisa Tenaud), de la cual Chaplin se enamora, y esto le trae problemas.

Al filme le ha faltado imaginación, casi todo empieza bien y luego carece de materia. Teta (Manuel Gold) es un personaje curioso en un inicio, ayuda una estética de la que se rodea, pero termina como un simple joven consumidor de marihuana, ofreciendo snacks, hablando tonterías mal disfrazadas, teniendo un dinero que ni presta atención (con lo que pudo crearse algo más). La propuesta tiene un trabajo visual más que decente y un reparto que se distingue, también tiene ideas, lastima que quedan muy flacas. El filme entretiene y tiene su curiosidad, pero finalmente resulta efímero, más allá de las apariencias y de los antecedentes nacionales.