viernes, 7 de agosto de 2015

Paulina (La patota)

Ganadora de la semana de la crítica y del fipresci en las secciones paralelas, en el festival de Cannes 2015, presente en el 19 festival de cine de Lima. El filme del argentino Santiago Mitre presenta a Paulina (Dolores Fonzi), una joven idealista licenciada en derecho que quiere ir a enseñar a una zona rural, a pesar de su condición social, de cierta clase privilegiada o clase media alta, teniendo a un padre juez (un espléndido Oscar Martínez) que no quiere que tome riesgos, no obstante ella sumamente terca, decidida, por lo general elocuente, inteligente y sumamente ideologizada con ayudar, hacer la diferencia, aminorar la corrupción del ser humano, cambiar al mundo, decide ir de todas maneras, y sucede una tragedia en su vida, es violada por un grupo de muchachos alumnos de su escuela. Sin embargo, ella en lo que parece cierto trauma “oculto”, pero optando como dice a no ser una víctima actúa de distinta forma a lo convencional, es decir, no quiere denunciarlos, por más que llega a saber quiénes son y donde encontrarlos, amparada en sus ideas de altruismo excesivo, que roza con la inocencia y la falta de realidad, por lo que quiere perdonarlos simplemente hablándoles como si fuera tan fácil evitar semejante crimen, superarlo sin consecuencias ni resoluciones legales. En ese trayecto se da una obra que permitirá sopesar al mundo tal cual en su indisoluble iniquidad, anclada a una parte de nuestra naturaleza como seres humanos.

Paulina es un filme que busca romper con las ideas demasiado puristas, en el ejemplo de una chica intachable, proba, fuerte, generosa, independiente y llena de sueños hacia el bienestar del prójimo, hasta el punto de que se suelta una definición de ella como que es la más bondadosa, como quien anticipa su descripción central y el eje del filme, pero a su vez se suelta desde ya una pequeña crítica hacia un quehacer que podemos definir de excesivamente noble, pero también un poco irreal y quizá hasta por una parte estúpido. Claro está es algo muy bueno, altruista, humano, querer ayudar a gente humilde llena de carencias, entregarse a una buena causa, aunque ellos se movilizan dentro de malacrianzas y rebeldías, como quienes en su inmadurez se comportan indiferentes (los alumnos). Está también que hablan otro lenguaje nativo y se marca una barrera que la protagonista quiere romper, con su tenacidad y buena voluntad. Anhela vencer la marginalidad. Además en el ambiente se percibe claramente que Paulina siente lástima/compasión por su precariedad y sus ausencias, mientras encima se dice de que a nadie le cae bien y genera en su lugar animadversión cuando la presienten. No obstante por llevar su pensamiento hasta el pleno agotamiento, propone una postura que llegará a no agradar, a girar y a perder su perspectiva inicial, ya que se hace daño a sí misma y exhibe una condescendencia destructiva y peligrosa para los demás. Porque hay que pensar que esto sin castigo puede no solo repetirse, también quedar aceptado tácitamente como superficial, por lo que el idealismo surge como lo contrario al antídoto. Engorda el problema, lo arrulla, y en su impunidad crea un golpe psicológico y general, un libertinaje amenazador, por lo que Paulina cae en el martirio, generando rabia y sufrimiento a quienes no pueden comprenderla del todo, aun respetando ideas contrarias. Con esto se dan discusiones sabrosas, las que tiene ella con su padre (uno bastante tolerante), convirtiéndose en una heroína absurda. Entonces la rechazas, tanto como sientes misericordia por su autoengaño y extraño proceder , junto a toda esa ideología suya socialista de libros y literatura, que en la práctica falla en su absolutismo, enajenada en su caparazón, en un especie de mundo de fantasía, lejos de la realidad que debe hacer de equilibrio, para actuar con inteligencia y mejor juicio, no exento de reglas, ya que una sociedad sin ellas es un espacio perdido. La sociedad y la convivencia humana requiere de un orden y para eso de una voluntad de penas y límites, de castigos y potentes trabas, para pensar dos veces antes de hacer un acto criminal. Tienes que dejar un mensaje, no lo hagas, o sufre las consecuencias. Paga por tus crueldades y bajezas. No importa que haya alcohol de por medio o conflictos que nos afligen y nos mueven a la inconciencia temporal, si el acto en sí daña a alguien de manera trascendental durante su existencia, provocándole una fuerte carga traumática.

El proceder de Paulina resulta muy firme, aun a toda costa, en una bella y entregada Dolores Fonzi que se mantiene en un semblante estoico, en buena parte como algo neutral, donde poco se deja a la lágrima fácil, aplicando una cierta naturalidad y falta de trasmitir emociones explícitas, que puede ser medio fallida, contener cierta ausencia, aunque se evite el facilismo de una empatía banal e inmediata, dejando lugar a momentos claves o delicadas frases.

Paulina puede que se halle en velado shock hasta la ruptura con sus ideologías, de camino al despertar, luego de que nuestro entorno ha hecho hasta lo imposible por hacernos cambiar, producto de estar tan afectados por ella. Y es que su labor social está demasiado arraigada en su ser hasta que nada parece definir su existencia que no sea ello, ni sus padres, novio, ni amigos. Tiene una fijación, y de aquello nace algo atípico como crítica, una excepción al altruismo y a la motivación, viendo el riesgo que hay que enfrentar. También es algo azaroso, “imprevisible”, en lo que se aleja bastante bien de lo didáctico, o lo hace a la inversa de lo esperado o tradicional, aunque se remarque el punto central, idealismo contra realidad, pasividad contra castigo, bondad contra cierto absurdo. El filme yace bellamente contado, es intenso, fresco, con detalles y anexos importantes que nos describen más allá de la protagonista y su padre, para darle mayor profundidad al producto, como el simbólico sexo inicial de Paulina con el novio, que nos habla de una mujer que no es virginal, que conoce la vida, por lo que sus decisiones pueden ser extrañas pero no paupérrimas, ya que se rigen a una ideología dejada muy en claro, perdón de creernos que alguien puede ser tan noble y diáfano, sin recurrir a la religión, solo al apasionamiento de la profesión y de quien queremos ser, de lo que nos revitaliza, siendo la violación un golpe existencialista muy violento.