domingo, 26 de marzo de 2023

Rimini

Rimini (2022) es una película con todas las características del cine y filmografía del austriaco Ulrich Seidl, que puede pecar reiteradamente de cine feo y sórdido y llevar cierta explicites sexual chocante, pero por lo mismo tiene de curioso o se distingue. Los austriacos parecen identificarse con éste tipo de cine y pues Seidl es la cara más visible del estilo o muestra. Rimini tiene una rubrica a ratos de mucha austeridad, sobre todo con los paisajes y lugares por donde transita su protagonista, Richie Bravo (Michael Thomas), mientras llevan cierta composición estética, y hay secuencias que significan cosas en esos paisajes, durante temporada baja en el balneario de Rimini, Italia, notándose los lugares desprovistos de gente, con nieve. Así observamos a un Richie que anda solo, a ratos parece acelerar el paso como fastidiado o molesto, a ratos bajo cierto aire sutil cómico. Richie es un cantante de restaurante o club, yace él muy venido a menos, es como un Elvis en su última etapa, gordo, panzón, otrora especie de sex symbol, ahora Richie solo puede enamorar a las ancianas que van a verlo y lo siguen como fans. Richie le canta al romance en medio de la decadencia (la suya sobre todo), es un perdedor, en todo sentido. Es como su apellido puede invocar, un Johnny Bravo -el dibujito- viejo y en la derrota, pero que no puede detenerse, pues está vivo. Richie quiere mantener su culto a sí mismo (o es lo único que conoce, su carrera de cantante), pero yace en el patetismo, si bien él se muestra fuerte, todavía es capaz de hacer maldades incluso (para obtener dinero, en contradictorio fin altruista y de redención familiar), aun cuando es seductor y amable con las viejitas (y fans) con las que se acuesta por dinero. No obstante las trata como putillas en la cama, en medio de la excitación o la búsqueda de placer. El filme, habitual en Seidl, puede ser desagradable de ver al mostrar a las viejitas sexualmente activas y candentes con Richie (que tampoco es un chiquillo, yace cerca de los 60s), en escenas poco cuidadas, más del tipo realistas o de realismo sucio, marca de la casa. Si quitáramos éstas escenas, que son varias, sería mucho más digerible el filme, pero perdería la propuesta, como dirían, la gracia, la distinción y seguramente tampoco sería Seidl, que a pesar de todo sigue fiel a sí mismo y a su cine, que tiene su público en España y seguro también en toda Europa. Fue presentado éste filme en la Berlinale 2022, compitió por el oso de oro, o sea, es cosa seria. Es una película que por momentos parece querer emular la comedia de Aki Kaurismaki, coger un poco de su esencia general, si bien Seidl nunca abandona sus constantes propias, su conocido estilo. Hay un momento atroz cuando hay una pequeña fiesta -con trago incluido- entre 2 viejitas y Richie en su cuarto, ya saben de que va la situación, y Richie se pone sincero, revelador, y cuenta una anécdota sórdida y corrupta, impensable, pero es un filme que quiere ser trasgresor, que es atrevido, aun cuando la explicites parece contenerse un poco, tampoco se trata de pornografía, se ve que hay actuación, algo de composición, en sus escenas sexuales, pero como van de feas y realistas, pues también no pueden evitar ser medio chocantes. El filme recuerda un poco a The Whale (2022), pero Aronofsky le pone toda la estética made in Hollywood y un poco menos de franqueza (el americano se pretende conmovedor y no cruel o efectista, lo que Seidl hace muy poco, pegarla a fin de cuentas de sensible, o no busca limpiarse, como ver a un viejo nazi sufriendo demencial senil llorando por una ausencia importante, haciendo en general más difícil la empatía, más real), pero hay varias semejanzas, como la historia de la hija abandonada, aquí con una austriaca joven de muy bella figura, interpretada por una novel Tessa Gottlicher, que hace de novia de un muchacho árabe anónimo para nosotros, que viene con su caravana de amigos. Michael Thomas hace bien su papel, suele cantar bastante y le pone una sólida imagen -muy visual- de feeling loser dentro del paquete del Johnny Bravo viejo y panzón. Esto se maneja bastante. Se trabaja con las rutinas, pero se exponen bien y jamás agotan. La película mantiene frescura como narrativa y buen ritmo.