Night of the Demons (1988) la dirige Kevin Tenney con guion
de Joe Augustyn, cuenta como un grupo de 10 amigos -muchachos locos en busca de
diversión- deciden ir a la casa Hull en noche de Halloween, una casa de la que
se dice está poseída por demonios y que fue una funeraria, crematorio y
cementerio. La casa Hull también tiene una historia de homicidios con los
dueños –muerte entre familiares- y, además, una leyenda india sobre no cruzar
hacia allá. Pero los muchachos quieren celebrar la noche de brujas de la mejor
forma y esto es ir a la fiesta que organiza la muchacha marginal apegada a la
magia negra, llamada Angela (Amelia Kinkade), la que va con su mejor amiga Suzanne
(Linnea Quigley), la chica fácil y sexy.
La chica virginal, temerosa y recatada, estereotipo que no
falta en la clásica película de género, se llama Judy (Cathy Podewell) y ella
es algo la voz de la consciencia o la que menos bulla hace. Tiene 2
pretendientes, el galán superficial Jay –que sólo se la quiere coger- y el
rebelde, rústico y solitario Sal –el amor inesperado-. Con ellos va una pareja
de novios cercanos a Judy, personajes anodinos, pero que sirven para poner más
carne sobre el asador, y otros tres chicos aparte en su propio auto, un
afroamericano que le teme a todo, una chica que sirve sólo para que la insulten
y un muchacho grueso, bromista, maltratador, misógino y vulgar.
La película tiene varias escenas de sensualidad, hay que
recordar que es una película de típicos adolescentes en busca de juerga, donde
hay 3 grandes escenas. Una es cuando Suzanne enseña su voluptuoso trasero en
ropa interior –Judy también aunque casual cambiándose en su cuarto- y sus
lindas piernas sobre tacos altos rosados para que su amiga pueda robar cosas
para la fiesta. Otra es un baile entre freak y erótico de Angela con la canción
Stigmata Martyr, de Bauhaus, de fondo; que es el arranque de las posesiones. La
última es cuando Suzanne entra en estado de posesión y se pone absurda e
imprevisible. Estas dos últimas escenas mencionadas generan buenos momentos de
terror.
El filme de Tenney es muy básico, pero es un buen filme. Ya
hay mucha agua recorrida en el género pero aun así se las arregla para hacer lo
suyo, aunque por sus venas pasa El exorcista (1973), The Evil Dead (1981),
Demons (1985), Demons II (1986) y Evil Dead II (1987). La propuesta está bien
constituida; su historia mete de todo para justificarse y lo hace muy
ligeramente, pero tiene buen manejo de las escenas de terror y su sentir
adolescente es sólido. El ambiente central de la casa se presta para la lujuria
y lo macabro, su combinación máxima.
Night of the Demons 2 (1994), de Brian Trenchard-Smith con
guion de Joe Augustyn, también funciona, no es mala película aunque no es de
las más memorables. Imprime mucha comedia, pero mantiene algo el interés en sus
escenas de terror, tiene aún efectos especiales decentes. Ésta vez la Angela (Amelia
Kinkade) de la anterior película es el demonio central, y tiene un pariente en
una chica a la que le suelen hacer bullying (el alma pura a sacrificar). Se
inscribe el filme en un internado de chicos problemáticos, con separación de
hombres y mujeres, a los que una monja rígida suele vigilar dictatorialmente.
Ésta monja (Jennifer Rhodes) hará también de héroe, propiciando cero ingenio
más bien; los adolescentes tampoco yacen iluminados (aunque se ve algo en Zoe
Trilling, y el taekwondo de uno de los muchachos). No es una película brillante,
pero el director y el guion de Augustyn al menos no son un cero a la izquierda.
El filme tiene un lado infantil, pero que no llega a destruir la película, se
acopla al terror que mantiene un cierto lado serio. Usan pistolas de agua y
globos con agua bendita para combatir a los demonios, y sin embargo tiene
gracia. Tiene su culto también.
Night of the Demons III (1997), de Jim Kaufman con guion de Kevin
Tenney, baja ya demasiado el nivel, se nota un filme en extremo barato, no es
ni para televisión; además, la narrativa es en parte repetición de la primera.
Se instala en la casa Hull y llegan nuevos adolescentes; el cabecilla del grupo,
Vince (Kris Holden-Ried, el mejor actor del reparto, si eso es posible), carga
instinto criminal y hace que tengan que escapar de la policía tras un tiroteo.
Ésta película no tiene buenos efectos especiales o no los sabes utilizar, no
tiene un solo momento de terror decente, incluso llegan a ser vergonzosos, como
su humor. La sensualidad también es nula en la propuesta, incluso la chica llamada
perfecta –popular, bella- y decente (Stephanie Bauder) no tiene un ápice de
gracia. La trama respeta la segunda parte de la trilogía, pero sin salirse del
cuadrante de la casa Hull; en la anterior llegan los demonios hasta el
internado por un objeto curioso que proporcionaba además una escena a lo Poltergeist
2 (1986), aunque por debajo de su toque memorable. Regresa Angela (Amelia
Kinkade) y se le ve bastante a la actriz que la interpreta, en la anterior
aparecía pero se veía sobre todo como demonio. La presencia/performance de
Angela/Kinkade vuelve infantil la trama en la peor forma para el género, hasta
tiene bromas idiotas, de nivel cero de comedia. En esta oportunidad el
personaje de Angela es central en la historia, pero se hace bastante mediocre,
no tiene ni terror ni simpatía ni audacia por ninguna parte, sólo intenta un
momento erótico chupando una pistola como un felatio y extraer las balas es la
eyaculación, pero es un personaje igual de adefesiero que el de la monja de la película
anterior.