miércoles, 12 de julio de 2023
Silvia Prieto
Éste es uno de los filmes más icónicos del cine indie argentino. Lo dirige Martín Rejtman y es el segundo filme de su filmografía y el más popular, celebrado y querido suyo. Es una película sobre gente como centro en los treinta, gente que está bastante cerca llegando a ellos, gente que está viendo que luego viene a continuación tan sólo una década hacia la mitad de la existencia (empieza a ser tangible el tiempo). Silvia Prieto, Rosario Bléfari, en la performance más gloriosa de su carrera en el cine, es una chica común que quiere cambiar su vida, aunque no lo dice con demasiada fuerza, es más algo pequeño, que parte de dejar de fumar marihuana -expuesto esto sin ningún tipo de dramatismo-. Silvia es una mujer sencilla, pero muestra varios sutiles tocs, como cuando troza el pollo y lo sirve como un especie de Kentucky Fried chicken made in Argentina. Rejtman hace una comedia ligera; aunque clara, inteligente. Hay un cierto nivel de sofisticación en todo el asunto, pero haciendo un cine amable. A pesar que es un filme indie latino, el filme presenta conflictos, si bien austeros, propios de sus personajes, gente perteneciente a la clase media humilde. Es una película que principalmente se mueve a través de 3 parejas, 2 de ellas se han cambiado el marido, o sea se han separado o divorciado. Esto sucede alrededor de 3 amigos excompañeros del colegio. Uno de ellos es el famoso cantante argentino Vicentico que ya tenia por entonces su fama como cantante. Vicentico es Gabriel quien se siente muy dolido con el apodo de lámpara de botella, que le pusieron en el colegio, es decir, alguien sin talentos ni futuro sobresaliente, algo que en realidad se le achaca a todo ser humano, hallar nuestra valía en el mundo, sobre todo cuando las personas que retrata Rejtman son gente muy simple, común a muchos, que de eso va el filme también, hay mucho lugar para identificarse. Gabriel es muy parecido a Silvia Prieto en una versión secundaria de ella; o del mismo Rejtman quizá, pero sin hacerlo notorio o abiertamente explotativo. Rejtman mantiene una cierta tesis o retrato general, donde Gabriel incluso siente que la sociedad argentina intenta parametrarlo, que es igual en cada propia cultura, y en realidad además, en nuestra humanidad social globalizada. El filme es fresco y ligero; muestra ideas, pero sin abrumar en absoluto, incluso las tomas son austeras pero profesionales y con buen ritmo. Es una película que para un espectador promedio se ve entretenida de ver éstas andanzas casuales de los personajes. Le puede fallar, claro, al espectador amante del cine con mayor espectáculo y grandilocuencia. Es una propuesta sobre gente común haciendo cosas ordinarias. No obstante vemos gente que es independiente, aunque en trabajos básicos, propios de los más jóvenes o de los primeros trabajos. Brite (otra actriz muy representativa argentina, Valeria Bertucelli) se llama como el detergente-jabón que vende. Es mostrar la mayor simplicidad, como en esa literatura donde los nombres remiten a una letra. Esto es señalar además la cualidad de identificación fácil con los personajes, más allá de lo presuntuoso. Es una comedia que da risas medidas, hay muchas buenas formas, aun cuando se trata con personas que salen de la cárcel también, hay digamos respeto por la clase media baja o humilde. Los escenarios son de lo más austeros, dentro de la identidad argentina que es un país amante de la cultura. Es un filme de humor relajado, pero jamás vulgar. Hay otro asunto que es bastante interesante, y maneja empatía, que es que se llamen y apelliden como nosotros, el epítome de lo común que podemos ser, y de lo que quizá la protagonista no es todo lo consciente de porqué le disgusta esto presentando a una Silvia Prieto capaz de imaginarse como si fuera una criminal enfurecida con la sociedad, pero aquello es sólo sugerido o más usado como un especie de toc, pues no es en realidad gente de esa índole -violentos-, o Rejtman se enfoca en seres menos frustrados, menos desesperados, con modales, valores y cierta educación, y es que estamos ante una comedia ligera que respeta esa condición, pero que deja ideas, finalmente tratadas positivamente. Lo de Silvia es un canto de fastidio sutil en pos de madurez y crecimiento. Brite es un poquito antipática, es la que lleva cierta suave maldad a la vista, pero en el fondo todos la tienen, como dejar abandonado al canario o no querer que cante cuando esa es su naturaleza y lo que conllevará a un problema con el inocente animal. La parte final documental es muy interesante -le da un plus al trabajo en conjunto y consolida la propuesta-; todas se llaman igual, pero todas tienen algo valioso que decir de su propia vida y de su habilidades personales incluso. Todos podemos ser mejores, sería un mensaje a rescatar de la propuesta de Rejtman, y mientras tanto disfrutar de cosas como de la intrascendencia atractiva del rumbo de un saco costoso, en un tono formal buena onda, tal cual una comedia ligera, pero indie.