jueves, 15 de junio de 2023
Un maldito embrollo (Un maledetto imbroglio)
Éste filme se basa en la obra más celebrada del italiano Carlos Emilio Gadda, El zafarrancho aquel de Vía Merulana, publicado 2 años antes, pero se puede desligar de cierta manera de ésta novela -ambas pueden cohabitar aplaudidas en sus propias artes-, puesto que Pietro Germi ha hecho una película muy cinematográfica, muy expresiva físicamente, sin ser una comedia, aunque llevando cierto costumbrismo y una pizca de humor como agregado, marca del cineasta, junto en general a la esencia italiana. Es cine negro y muy bueno, del que despliega doble juego complementario entre sí. Primero tenemos un robo que parece insignificante, pero que provoca tremendo barullo, dentro de un barrio, con la salida y entrada visual hacia un especie de callejón, como gran apertura, cine por la puerta grande, cuando vemos al ladrón escapar frente a las narices de todo el mundo que grita y lo señala, pero nadie logra -o incluso nadie se anima a- cogerlo. La secuencia va desde la salida de la casa, correr por las escaleras, a huir por la calle llena de gente. Segundo es la muerte de alguien del mismo lugar de apartamentos del robo, bajo un acuchillamiento. Lo grande con lo pequeño irán de la mano, en sentido delincuencial y criminal, así mismo la investigación, que pasará por lo complejo para terminar en lo más llano y frontal, como quien ya hizo la tarea, lo difícil, y puede darse el gusto de lanzar un remate más relajado argumentalmente, pero consiguiendo uno de esos grandes momentos emocionales del mejor cine italiano. También es grandioso ver la interpretación del mismo Pietro Germi quien es el inspector de policía Ingravallo, quien lidera todas las investigaciones de la propuesta, y le pone sazón, picardía, astucia, y un halo cool pero con los pies en la tierra a su protagonista, con su gafas negras, su cigarrillo, su sombrero fedora o borsalino (que btw es italiano aunque lo popularizaron los gángsters del cine americano, pero ya sabemos de donde viene la concepción de la mafia en lo general). Es curioso ver que no se quiere mucho a la policía, pero ésta es una película donde la policía es eficaz y honesta. Se dice en un momento que Ingravallo es tan buena gente que no parece policía. Pero hay una mirada de barrio también, como con esa taberna o tugurio y esa dueña desdentada. Ingravallo es un ser amante de su trabajo que casi no tiene vida social, como buen típico policía novelesco y cinematográfico; ahí lo vemos tirando y aflojando con una amante -ella en fuera de campo-, pero es un seductor, solo que siempre caballero, frente a toda condición social como con la ama de la vida trágica Liliana como con la hermosa sirvienta que hace la gran Claudia Cardinale, que contaba con tan solo 21 años pero ya 3 años como actriz y exponente no solo de poderoso atractivo físico sino de talento. Lo acompañan policías que se dejan ver bien, en particular Maresciallo (un excelente Saro Urzi). La policía tiene un gran despliegue en la trama. Así mismo están muy bien los sospechosos, el marido, Banducci (Claudio Gora), y el primo, Valdarena (Franco Fabrizi). Ambos yacen mantenidos por la fortuna de una mujer. Es interesante como se van creando varias hipótesis, el filme toma varios caminos con la investigación, es una película amable y muy entretenida siempre. Incluso oímos de antecedentes de un pasado fascista con un personaje capital. El filme trabaja notablemente sobre un matrimonio bastante difícil. Y aunque hay mucho de mujeriego en el aire hay espacio para el amor a prueba de todo. La investigación maneja un destacado costumbrismo.
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