domingo, 14 de mayo de 2023
Los tallos amargos
Éste es
uno de los más celebrados noir del cine argentino, perteneciente a Fernando
Ayala. En ésta historia vemos cómo cambia una persona, como si entrara en un
estado muy grande de tensión y cayera en una especie de demencia criminal, pero
el protagonista en realidad no está loco, pues siempre está pensando en ocultar
sus huellas, tapar cualquier cosa que lo incrimine en su asesinato. El panorama
describe aún más cruel y perverso a Alfredo Gasper (Carlos Cores) pues asesina a
una persona que supuestamente apreciaba mucho y éste así mismo supone le quería
bastante, pero Gasper confunde existir en el mundo con el heroísmo y no
obstante o quizá por ello –idealizarse demasiado, a la vera de la sombra del
padre militar, habiendo una notable secuencia onírica y surrealista a ese
respecto, autodescriptiva- termina siendo la peor imagen que puede tener un hombre,
la de asesino a sangre fría y, encima, sin demasiada justificación, si bien por
lo general matar nunca lleva una buena justificación. Gasper quiere servir al
prójimo y a la humanidad, pero yace desengañado y decepcionado del periodismo (donde
esperaba cumplir su sueño de trascendencia humanitaria); también de su
situación económica en base a su profesión. Cuando conoce al barman de origen extranjero,
de origen húngaro, Liudas (Vassili Lambrinos), cree abrírsele las puertas a
ayudar al prójimo y ser esa persona especial que quiere ser, pensando en ayudar
a la familia de Liudas y en especial a su hijo mayor, a Jarvis (Pablo Moret),
pero Jarvis se vuelve una especie de fantasía o de mentira y esto desencadena
la ira desenfrenada de Gasper, quien yace visualmente siempre sudando y
nervioso y se le asume como en medio de cierta crisis, aunque nunca deja de ser
astuto para no ser atrapado. En el filme se juega con las personalidades
cambiantes o complejas (donde hay rasgos negativos). Liudas en cierto momento parece
una mala persona y esto abre más las puertas de las sospechas no solo de Gasper
sino de cualquiera. Plantea aprovecharse de la inocencia o idiotez de la gente
común. Luego se justifica un poco, pues tiene algo más grande en que pensar, su
familia, y así igualmente pasa con la prostituta, pero no deja de ser: El fin
justifica los medios, y esto termina siendo deplorable, demasiado permisivo con
ser una persona negativa o hacer el mal o corromperse. Liudas es un personaje
con rasgos muy realistas, lo de la prostituta si bien hay romanticismo también
hay una cuota de audacia y perversidad oculta. Ésta mujer está humanizada, tiene un
cierto aire inocente encima o medio poético dramático, de redención; está lejos
de ser la clásica femme fatale. Ella suena a historia hollywodeense. Liudas con
ella, finalmente no. Éste filme también es muy clásico, es bueno, aunque puede
ser un filme un poco abrumador ante cierta lentitud narrativa (demora un poco
en descubrirse como noir, aunque hay inicialmente drama existencial), al ser muy
detallista, pero esos detalles son piezas coherentes e interesantes al final
del conteo conclusivo, todo esto hace del título un lugar muy bien explicado y
con (doble) remate magnifico. Gasper es más del tipo pasional, emocional, y eso
lo hace tan impredecible, tanto como un ser inquietante e inestable, aunque las
apariencias engañan y él parece una buena persona, pero es como tener al mal
tan cerca y uno no sabe de ello, lo cual hacen del relato de Ayala uno bastante
interesante, no jugando del todo con lo habitual, pero que puede quizá
confundir y ver en aquel tren cierta pena, aunque, sin duda, lleva de tragedia,
pero también es indiscutible la maldad, la terrorífica falta de control y las terribles
decisiones/acciones. También es un llamado de atención a no andar jugando con
fuego, con la corrupción y la vida fácil, y un poco no ir tras los sueños que
engañan a todos los hombres, de estar todos destinados a la trascendencia, sufrir
por nuestra mundanidad (tema muy bien manejado en el cine argentino, opuesto al
sueño americano, aunque el noir suele ser lugar de desgracias y desengaños). Para
creer en las personas, parece decirnos el filme, hay que conocerlas bien,
aunque a veces no llegamos a hacerlo del todo y puede aparecer, aunque sea
inusual, gente como Gasper, un lobo con piel de oveja o un hombre que descarrió
quizá su destino, su talento. Es bueno tener humildad, poseer agradecimiento
por lo simple, aunque todos amamos la trascendencia, creemos demasiado en la excepcionalidad.