sábado, 6 de mayo de 2023

El rostro de la medusa

El rostro de la medusa (2022) es la primera película de ficción de la argentina Melisa Liebenthal tras su notable documental Las Lindas (2016). Es una película que es como la versión indie latina de la comedia Freaky Friday (2003), aunque aquí la nueva identidad física es anónima. Es una propuesta que es un poco oscura, con algunos pequeños toques de terror y hasta sci-fi, con esa mediciones por computadora o esa vigilancia nocturna. Es una película un poco (realmente) freaky. Más que entretenimiento se ve así, una película un poco rara. Tenemos una lectura sobre la identidad a través de nuestra apariencia física, en particular por nuestra cara, ya que la protagonista de éste filme, Marina (Rocio Stellato), de pronto un día inexplicablemente cambia de rostro. Antes tenía el de la propia directora, que vemos en fotografías o por redes sociales. En el filme los médicos atienden éste tipo de caso y le dan soluciones simples, como si no fuera nada extraño, como obviamente lo es. En sí la que sufre o se inquieta por ese cambio es la protagonista, el resto parece muy dispuesto a aceptar ésta transformación, como el novio, los padres o los compañeros de trabajo. La abuela hasta lo ironiza. El filme alterna con imágenes y secuencias de visitas al zoológico, como si la cámara fuera la propia Marina visitando a menudo el lugar, pero que no vemos nunca físicamente (visualmente) ahí. A los animales del zoológico se les ausculta y mucho, como parte de intelectualizar sobre lo que significa la identidad física. Ahí notamos que los animales tienen características de identidad, de reconocimiento o distinción, pero muchos otros -la mayoría- son como cortados por la misma tijera prácticamente, no hay mucha diferencia entre ellos, uno se puede confundir con otro fácilmente, si no hay un quehacer científico presente. Liebenthal pone en práctica su pequeña tesis, con la pérdida de su gato. Pero, claro, los seres humanos son distintos, aunque aplica no exagerar con esta noción, lo importante parece decir la obra es la personalidad y nuestro comportamiento. No obstante la identidad pública de Marina -frente al estado- presenta dificultades con el cambio de rostro. Oficialmente es ser otro. Y, medio como juego, entra en ello a tallar una cierta nueva identidad por descubrir, como que también nos reinventamos; así vemos que Marina va a la disco y termina con nueva pareja o, para el antiguo (el tipo familiar), un amante. Participamos de una escena cómica de encuentro sorpresa que termina con el trio afectivo disonante tomando el ascensor. El problema quizá se halla en que ésta comedia es muy seria para serlo, es decir para producir un ambiente de humor, y es en mucho una cierta rascada de cabeza, o genera cierto desconcierto, que lo señala también como un filme curioso. No es tampoco un trabajo intelectual exhaustivo, dentro de un tema bastante rico, es en muchos ratos light, pero freak al mismo tiempo. También se busca anexarlo al mundo de la directora, lucen como sus inquietudes personales, viendo que la familia real de la directora hace de su misma familia, se usa bastante material de identificación de la directora. Se siente como que Rocio Stellato es un instrumento del mundo íntimo de Liebenthal para ahondar en cuanto nos define nuestra apariencia física, y saltan pros y contra. Éste filme ganó (mejor director) en el festival de Mar del Plata 2022 y en la sección Forum -una de las más experimentales- de la Berlinale 2023.