martes, 18 de octubre de 2022

Happy Death Day y A page of madness


Happy death day (2017)

Dirige Christopher Landon. Es una excelente película de terror con comedia en su punto (una comedia de terror en la esencia de la saga Scream), cine amable lleno de audacia y harto entretenimiento, en todo el espíritu del mejor Hollywood, del mejor cine americano popular, ubicándose en el Hollywood de los 80s para arriba. Es una obra destacada (ingeniosa) en el género, que no teme homenajear a Groundhog day (1993) con la que en el cierre llega a ironizar. Las repeticiones del día del cumpleaños son muy buenas, van entre 10 a 15 minutos hasta la muerte, y hay bastantes. Se repite la idea del mismo día y con quien se topa de camino y que dicen, que hacen, y que pasa en general, pero obviamente con nuevas tomas, nuevos ángulos, nuevas ocurrencias, nuevas peripecias, incluso nueva actitud, como hacer de la protagonista, Tree Gelbman (Jessica Rothe), una mejor persona. Ella misma hace ver que reflexionar -lo que producen las tantas muertes que le pasan- sobre uno mismo le muestra ser alguien más noble, menos egocéntrico, menos vanidoso y menos superficial, la hace pensar en los demás. Es detenerse un momento ante tanto embate -que tiene de estado de posible crisis, de desequilibrio ante lo fantástico- y de donde surge la luz detrás de la oscuridad, esos lugares que antes no nos habíamos detenido a admirar. Ella empieza como la típica chica bella que hace de su sexualidad y su atractivo físico un gancho para maltratar a todo el mundo alrededor; ser popular lo tenemos por un lugar de estar por encima del resto y ejercer poder y maltrato, comportarse mal con todo el mundo, dentro de su universidad donde curiosamente estudia medicina. En medio de las tantas repeticiones se enamora del menos pensado, y aunque con la muerte todo se repite, vuelve todo a comenzar y se pierde la memoria de los demás, hay vínculos que surgen, que el espectador recoge y en especial la protagonista. Tree se volverá una persona más humana, más común, más generosa y más querendona. También se ampliará su suspicacia e inteligencia, porque empieza en buena parte como una chica tonta, propia de la facultad donde un grupo de mujeres estudiantes -paradójicamente líderes- se asocian con la superficialidad y ejercen una superioridad con el mismo maltrato que se define a la primera Tree. Es una película típica (muy buena) de facultad, donde los losers enfrentan la popularidad, a los populares, donde hay quienes tienen que aprender a ser gente. Tenemos una investigación clásica entre manos, ¿quien es el asesino de Tree?, y aparece hasta un vulgar asesino en serie, Tombs (Rob Mello). La secuencia del escape y el arresto del policía y como surge y ejerce su maldad el de la máscara del bebé representativo de la facultad, el misterioso asesino del filme, es un prodigio del género. Muchos odian a Tree, hay muchos sospechosos, aun cuando yace entre jóvenes universitarios, misma inocencia contextual de Scream. Las muertes ocurren y son brutales, pero todas terminan en elipsis y un cuidado maravilloso, donde hay ironía y creatividad, como cuando enseguida de despertar se desmaya Tree y se recurre a una radiografía esclarecedora. El filme es bastante amable que a veces puede ser algo ñoño, pero es un filme muy disfrutable, proveedor de una cinefilia muy diáfana. 



A page of madness (1926)

Es una película muda japonesa -cuando no hay muchas de su tipo o época- de corte expresionista y avant garde basada en un cuento del futuro premio Nobel Yasunari Kawabata, dirigida por Teinosuke Kinugasa. Es una propuesta que hace énfasis en la locura, que muestra mucho ese estado mental, desde lo visual y hasta estético, como si fuéramos parte de un teatro de histrionismo (el filme también tiene vínculos con el teatro tradicional nipón), de enajenación ubicuo, continuo, puesto que estamos dentro (casi) todo el tiempo de un sanatorio mental, salvo por los flashbacks del empleado protagonista. Es un filme que no tiene intersticios, subtítulos, palabras escritas, de ningún tipo, por lo que seguir la historia puede ser algo complicado. Éste filme estuvo perdido y décadas después se halló y se reparó por el propio autor. La aclimatación constante y poderosa es lo que puede atribuírsele de terror a la obra, un terror que se erige sobre la demencia, que puede haber alcanzado quizá al empleado protagonista -sobre todo por el final- que llega a ver un festival de máscaras nipón, un acto tradicional y folclórico dentro de lo extraño o no el lugar típico que implica diferentes dimensiones de la mente. La historia que se puede comprender es que un empleado ya anciano halla a una mujer mayor en un sanatorio, y el lugar de trabajo del hombre, que parece reconocer del pasado o identificarla con su propia familia, una familia destruida, señalada desde algún flashback con un muchacho en particular. Éste hombre trata de sacar a la mujer del sanatorio en repetidas ocasiones, es como una misión, una fijación, cuando ella no está capacitada para ello, pero hay fuerzas que no la dejan irse, la locura los persigue, hay hasta hombres locos que ejercen la fuerza sobre el empleado, éste especie de héroe extraño. Puede que todo el filme sea una lucha mental, contra las propias culpas y las perdidas dolorosas. El empleado parece arrastrar una cadena o esclavitud que apunta a la mujer loca (esa que ríe con notoria enajenación), la que es asociada con la bailarina del lado, como si ésta fuera un trasunto de su pasado, de su belleza, puesta desde el teatro y la ubicua demencia, vestida de harapos.