domingo, 30 de octubre de 2022
Don't Worry Darling
Ésta es la segunda película que dirige la actriz Olivia Wilde, donde hay mucho de The Stepford Wives (1975) en una especie de ciudad maravillosa, idílica, donde todo es bello, y una mujer en particular, Alice (la deliciosa Florence Pugh), parece vivir un sueño hecho realidad de existencia, en un suburbio perfecto de clase media alta, con un marido igual de perfecto (Harry Styles) que le da el sexo perfecto y la ama de verdad y es exitoso, mientras ella hace de ama de casa sin hijos y todo alrededor es paradisiaco. Todos en éste lugar están conscientes que viven en una colonia experimental, especial, en condiciones que no se preguntan, como con el trabajo de los maridos que es secreto para ellas. Pronto una mujer empieza a desvariar y poner en duda el lugar y Alice sigue sus pasos, empieza como a alucinar y a preguntarse y ver cosas. Se desata cierto estado de paranoia. El relato si bien juega un poco a The Matrix (1999) el filme tiene poca ciencia ficción, más por el final, pero en realidad ésta obra habla de la ruptura de una relación. También el filme trabaja mucho con las frustraciones y las expectativas en la vida y lo hace a través de la fantasía y el sci-fi. Ésta propuesta trabaja un poquito con el terror, pero no llega a ahondar mucho en la locura, tema ubicuo en el cine de la actualidad, pero aquí desde que hablamos de una colonia experimental la perspectiva de lo sobrenatural desde un principio ya está abierta y en movimiento, aunque Alice siempre está desconfiando de todo, ¿de qué, al final?, quien sabe, pero el filme pretende criticar la llamada pseudo perfección del romance y la vida familiar desde la clase media alta, pues ésta gente tiene poder adquisitivo aunque también son promedio, son muchos, y van para arriba porque son igualmente una empresa y un especie de club. La trama en el filme se ve como un gran negocio donde se proclama que todos irán a salir beneficiados, pero se articula finalmente como una critica a cierto capitalismo y quizá hasta al propio Hollywood, como recordando que la misma Wilde dijo que muchas malas películas (la mayoría de su carrera; hechas en Hollywood) le habían enseñado a ser directora de cine y hacer o intentar lo contrario. Lo idílico, nos dice el filme, te corta la libertad, la independencia, te mocha las alas del verdadero ser (y por qué no, tu verdadero potencial). Se entiende que se prefiere sufrir la vida, pero que ésta sea auténtica, que sea nuestra, y ahí yace otra crítica a ser otra persona dentro del matrimonio (una mirada contemporánea feminista), aun cuando en éste filme todo es perfecto, que se deja claro con el repertorio musical que acompaña toda la película, las tantas canciones que embellecen el asunto, propician ese contexto puesto en duda y bajo la lupa de la recriminación, porque es como decir que la vida se trata de imperfección y lucha pero así ésta nos describe tal cual, y no la ilusión (lo que propone la colonia), no vivir entre las nubes, en lo artificial. La desconfianza de Alice es un poco arbitraria y caprichosa en el relato práctico, la colonia -que todos saben que es experimental- da lo que la gente que está ahí quiere. Hay cierto misterio, con el trabajo de los maridos, donde tiene que ver la tecnología, pero en general puede leerse también como una lectura propia de la misma realidad, hacer lo que sea para llevar el sustento y que no se pregunte, pero el líder (Chris Pine) trata directamente, con relajo y con feeling, a los que considera su gente (no obstante puede ser un poco perverso, como permitir el reto y la audacia de que lo pongan en duda), pero, claro, Alice es una inconformista, alguien que reflexiona por si misma, e igual el personaje clave que hace Olivia Wilde tiene sus motivaciones para querer a la colonia (como ella, otros). A Alice no le gusta éste tipo de vida, la siente falsa en el fondo -y ésta es una clara simbolización reflexiva- y eso es lo que la hace ver cosas; ésta existencia no le provee de retos ni de verdadera realización, también porque aquí las mujeres son solo amas de casa y va por ese lugar así mismo la crítica. En ese sentido Wilde -la actriz del sugerente apellido- parece decirnos que el matrimonio no es esto, es un cuento creerlo perpetuado en el estilo romántico, apasionado, cálido y familiar que representa, un idóneo en su rol, Harry Styles. Alice sentirá que él le ha fallado, la ha traicionado, le ha engañado con éste tipo de vida, como si se tratara de un secuestro y la envestidura de una enajenación, como si habláramos de enamorarnos del secuestrador, del Síndrome de Estocolmo, y por ello el germen del subconsciente late, busca hacerse notar, como con las alucinaciones (el descontento); o los glitchs y el delato del hacker, leyéndolo como Matrix. Puede leerse una lectura del propio matrimonio de Olivia Wilde (se separó el 2020 del actor Jason Sudeikis y surgió a la par su romance con Harry Styles), de su experiencia, y así de mucha gente; se puede haber sentido identificada así con el guion y entusiasmada luego con llevar a cabo el proyecto.