Alfred Hitchcock tiene varias grandes películas; populares, exitosas y hasta bastantes alabadas por la crítica hoy en día. Frenzy (1972) es su penúltima película y una muy buena. Es sobre un asesino en serie que mata con corbatas, estrangula mujeres con éstas. El protagonista es Richard Blaney (Jon Finch), un barman que es echado de su trabajo y se va en busca de su ex mujer que tiene una agencia que te busca pareja para casarte. Blaney tiene una buena relación con su ex mujer, aunque él es una joyita, es muy enojón y arrebatado, y no fue un buen marido. En fin, todo apunta a culpar a Blaney de ser el asesino en serie de éste Londres que se mueve entre un gran mercado típico de pueblo, de alimentos, pero Hitchcock en su estilo muestra la verdad rápido al público y empieza a laborar desde ahí con su excepcional maestría en el suspenso y una investigación a puertas abiertas, visible para entusiasmar así a un público voyerista y espectador privilegiado. Muestra con pelos y señales al asesino en acción, su personalidad y sus motivos a raíz de su locura, en una escena gloriosa, donde una mujer mientras es asesinada recita una poesía sobre lamentaciones y malas circunstancias al tiempo que el asesino la viola, se excita con su sufrimiento y hace lo que siempre hace con las corbatas. El filme abre con un cuerpo femenino joven flotando desnudo sobre un río. Hitchcock puede ser crudo. Frenzy abre como con la intro musical de Jurassic Park, con apoteosis, como si fuéramos a ver una película grande popular, y es verdad en cierta manera, aunque el presupuesto sea mucho más pequeño y el filme sea británico y no americano, pero Hitchcock se ha ganado ese lugar en toda grandeza, de entretenedor mega popular, el más internacional y grande, por algo fue muy célebre y ganador en Hollywood haciendo sus películas. Es un filme que no tiene estrellas como actores pero todos lo hacen estupendamente, dentro de un gran nivel que otorga personalidad, siempre manejada desde la creatividad e ingenio del maestro del suspenso. Hay una secuencia de esas impresionantes que hacen un portento del séptimo arte con el deseo de recuperación de un pin por parte del asesino en un camión que transporta tubérculos y algo que ha dejado el maldito. La secuencia es una clase maestra de suspenso, es ponerse a intentar algo riesgoso e ingenioso con mayúsculas. Hitchcock usa aquello de que objetos olvidados o dejados por descuido incriminan y hacen capturar a los malvados una clase personal de como hacer un thriller, de propias reglas y originalidad, se muestra impredecible. Por algo fue quien fue en el género y la historia del cine. También el gran Hitchcock se permite ironizar con el matrimonio desde la interacción entre la comida gourmet y la comida humilde o típica británica que define justamente qué estamos viendo, un filme magnífico popular, de entretenimiento sin complejos pero realmente bueno (con autoría); es decir lo muy extravagante o raro, lo disforzado u oscuro es lo gourmet y la comida realmente deliciosa es la que solemos ver como más próxima a la gente común, tremenda declaración de principios de alguien que puede hacerlo, decirlo, porque en efecto fue un genio en lo suyo. Hitchcock celebra al clásico británico con su buen investigador; educado, formal, sensible, pero también sencillo; además muestra mucha gente más pedestre en ese contexto de mercado que proclama lo popular con veracidad pero sin perder tampoco ese cuidado donde nunca asoma lo impresentable en su cine. Hitchcock con poco y tangencial es más divertido, sabio e interesante hablando del matrimonio que esas comedias que se dedican a ello. Como Hitchcock con su asesino juega sus cartas a vista del publico presenciamos la maldad y el peligro en toda plenitud en varias escenas de lujo, de esto se permite varios giros y se salta las resoluciones obvias a la hora de la verdad -tras plantear expectativas- para que en los últimos 15 minutos del filme -como es clásico en él también- dé una clase magistral de mostrar mucho en muy poco tiempo, dando tremenda profundidad escénica y narrativa en 15 minutos resolutivos, cuando ya ha dado un montón de suspenso, mucha sabrosa tensión cinéfila, mucho cine, mucha hondura psicológica desde un asesino y desequilibrado esencial, y desde su protagonista, Blaney, que es también ver la cotidianidad del hombre de a pie, del que no tiene ninguna excepcionalidad, y de un ser golpeado. Un poco ésta obra es cine social -en Inglaterra éste cine es toda una escuela- aunque esto no es lo suyo sino el mejor entretenimiento.