sábado, 27 de noviembre de 2021
Last Night in Soho
Last night in Soho (2021), del británico Edgar Wright, es una película que opta por la franqueza de sus postulados y le queda tremenda película, así mostrándolo todo, explicando todo. Su primera mitad es un poco ambigua, y luego plasma una idea y gira alrededor de ella. Ésta idea es sobre cómo la prostitución termina destruyendo a una mujer, a sus sueños de ser una persona exitosa y famosa. Ésta historia es una historia común a muchas mujeres, es algo que todos escuchamos, sabemos, intuimos o percibimos. Edgar Wright ha hecho la película por antonomasia de ésta situación, de como una chica talentosa, pero igual a muchas, entra al negocio del entretenimiento y termina consumida por la maldad, la lujuria masculina y el aprovechamiento humano. Nuestra historia base se viste de terror bajo ésta temática, con fantasmas y persecuciones sobrenaturales a esa vera, bajo el concepto de la prostitución, que ocasiona un inevitable daño mental. En la ambigüedad tenemos una cara de la moneda, que será interna (en los 60s) y externa (en el presente), interpretada por Thomasin McKenzie, con ella tentamos a la herencia de la esquizofrenia y el golpe ruin del vacío y un Londres intimidante. Eloise (Thomasin) verá fantasmas, tendrá visiones y será como un espejo. El filme tiene 2 posibles caídas, o dos historias bien fusionadas, una con la madre y otra con el pasado en la prostitución, el filme trabaja con la memoria, con esos momentos que quedan detenidos en las cosas y en los lugares, porque por lo general esas historias que no se van son alimentadas con sucesos terribles. La otra cara la representa Sandie (la talentosa y en buenas manos deslumbrante Anya Taylor-Joy) que es de esas mujeres que dejan huella, que impactan e impresionan, no ya con su belleza simplemente, sino con virtudes, con una fuerte personalidad y habilidades para el hedonismo. En ese ámbito entra a tallar el galán y actor británico Matt Smith. El filme guarda una muy buena sorpresa cuando se revelan el porqué de los fantasmas, los hechos. Éste filme es magistral con el uso de la música, crea escenas -sin ser un musical- llenas de potentes y sugerentes bandas sonoras o canciones que construyen momentos y estados impresionantes, que emocionan, que son cine en estado puro, y enaltecen la experiencia de la sala de cine, no solo de manera sonora sino junto a lo visual. Wright tiene un talento muy especial con el uso de la música para crear escenas intensas y gloriosas. El momento en la escalera manipulando la inocencia muerta del pasado -donde habrá compasión y feminismo- es una de las grandes escenas del séptimo arte contemporáneo. Wright no teme mostrar su cinefilia cargada de música, ésta es abundante y, aun así, no falla. Los colores que dominan la pantalla también son hermosos, el juego de la luz a lo giallo o a lo Wong Kar Wai. Los 60s también se disfrutan en éste filme, y su contextualización es super básica pero harto práctica y llena de vida, la moda también en esta época tiene gran motricidad. Thomasin y Taylor Joy hacen una dupla perfecta, nunca mejor escogida. También notable la elección del actor joven Michael Ajao, muy bien incorporado, sin verse forzado, muy bien trabajado, de a pocos, con solidez, un galán de color de perfil bajo, sin querer imágenes fáciles de lo cool con él; yace muy lógico en la trama y por cómo es Eloise. Last night in Soho tiene terror bueno, y sobre todo bien argumentado, con una historia inteligente y de manera totalmente franca al final de la jornada (o, mejor dicho, a media película), y ni que decir de lo entretenida que es la película, Wright finalmente convence y entusiasma hasta al que no lo quiere por hiperinflación y alardes y hambre de cinéfilo pop.