domingo, 18 de octubre de 2020

Mes chers espions

 


Ésta película se podría pensar no es de las que se puedan hacer muchas veces, se agotaría el encanto del director que las haga. Pero, bueno, hay muchos cineastas que repiten la misma fórmula, y finalmente es cosa de cada uno, cinéfilos y autores. Es una película que está muy bien hecha realmente, y está formada por elementos bastante sencillos, como ponerse el director del filme, Vladimir León, a comer y a conversar con su hermano, actor y también director de cine, Pierre León. Mientras comparten un plato de comida y una botella de licor, a lo bien francés, van conversando sobre la temática de su filme. Debo decir que son gente culta e inteligente, sus diálogos representan esto muy bien, además son muy fluidos y se les ve muy relajados. Las conversaciones no son necesariamente plus ultra, pero son buenas, atraen, manejan muy bien el tema del filme. Este documental trata de una investigación familiar que ponen en práctica los hermanos León, que les intriga, notando que guarda secretismo y misterio de parte de hasta de su propia familia que no ha dejado mucho rastro, a raíz de la deportación de la madre de Vladimir y Pierre, cuando ella tenía tan solo 14 años, junto con la tía de ellos, producto de que sus padres, los abuelos, fueron acusados de hacer espionaje para la Unión Soviética en Francia. Éste hecho, la deportación a la URSS en 1948, hace que los hermanos León busquen comprobar si en efecto sus abuelos fueron espías o dobles agentes incluso. La madre del director llega a compartir su diario, pero aunque se habla de la deportación la causa no se profundiza en este diario, seguramente porque por ese entonces era solo una adolescente y más era la belleza y riqueza cultural de Francia lo que más le importaba. Los León ponen aderezo a su investigación, que yace siempre en la duda. Buscan pistas, aquí el documental y los autores se muestran ingeniosos, hay indicios interesantes, aunque también algo endebles, así va el filme, nada es contundente para afirmar un lado u otro, son posiciones distintas en juego y ya cada quien saca sus conclusiones últimas. Pero las pistas ciertamente son jugosas aun así. Es un filme curioso, atractivo, aun cuando requiere algo de paciencia y es un poco largo. Los León, porque el filme los tiene de guías a los dos, llegan a hacer una reunión íntima generando un pequeño debate entre amigos y pequeños intelectuales, la pregunta planteada en la reunión es ¿hay libertad hoy en día en Rusia, en la Rusia de Putin? (ésta pregunta se esclarece). Los León aunque son bien franceses, la verdad, cosa que está muy bien, perpetran moverse con agilidad en Rusia; hacen un viaje hasta allá y se citan con estudiosos y amigos de su familia. Ellos logran ser respetuosos con todas las ideas -cosa difícil en muchos-, aun cuando no son muy afines al comunismo, ni a la URSS ni a líderes como Stalin, porque sobre todo están en contra de cualquier tipo de limitación de los derechos y la libertad individual. Éste respeto mezcla amor y cierto rechazo por los abuelos. A la abuela la oímos hablar en un video casero grabado una década atrás, ahí ella mantiene todo ese garbo -aun en la vejez- de sus años como actriz. El diario de la madre narra penurias -en la URSS, como lo que cuentan los abuelos- y también un mundo de ilusión adolescente -la nostalgia por Francia-. El filme de Vladimir da para mucha conversación, dicho cómo virtud de un filme que nutre muy bien su temática y hace una obra notable e interesante por medio de cosas llanas. Desde luego para viajar se necesita plata, pero ante todo de voluntad, motivación, emprendimiento serio y, mucho, de audacia para generar tantos diálogos ricos, una investigación que manifiesta bastante atracción, que se da solvente, como también el saber contactarse con la gente idónea para nuestro proyecto, que genera atracción intelectual y entretiene sin ponerse esnob -aunque la guapa chica de lentecitos tenía su airecillo de chica profunda- o que la película se perciba como una sobredimensión de algo que parte de lo familiar e íntimo y de cierto dolor y fastidio que olvidar más que de algo muy memorable, pero que como ese muchachito de traje militar y esa bella pequeña actriz de esposa, personas aparentemente sencillas, puedas ser digno de la historia de una gran película y ¿por qué no de espionaje? La mejor basa de éste documental es estar en el punto de convertir lo "común" en algo llamativo -que tampoco es fácil-, hacer de todo lo que toca algo valioso.