martes, 29 de septiembre de 2020

The plastic house


The plastic house (2019), de Allison Chhorn, es un documental de cine experimental, es un tributo a los padres -recientemente muertos- de la directora que tenía 27 años durante el estreno de la película. El filme pone a Allison a cuidar de un enorme vivero familiar, vemos como vive en el mismo lugar, su casa es continua al vivero. El espacio es un territorio emocional, un territorio íntimo. El lugar donde vivieron y trabajaron los padres sirve para exponer cómo se siente la protagonista, Allison, australiana de rasgos orientales. Hay grietas en la casa donde el filme pone el lente, los pone en primer plano en repetidas ocasiones, son como heridas por curar, cicatrices, como la etapa que vive Allison actualmente, de quiebre, de dolor, de luto. Es una historia sobre el tiempo además. El filme muestra la soledad de la protagonista, como cuando escucha música en un rincón, como cuando espera por dormirse y los ojos los tiene pensativos, tristes, en el silencio y la inmovilidad, en esa pasividad que arde en el cuerpo y si no sana destruye. El vivero pasa por ciclos, como el ser humano o la humanidad, nacimiento, maduración y deceso. Hay momentos donde todo es árido, desértico, se ve como abandonado, destruido por el viento y la lluvia, contra lo que luchaba el padre de Allison para embellecer su vivero. En otros momentos la semilla pega, la vegetación crece, el lugar se ve verde y hermoso, frondoso, luminoso. El filme se llama la casa de plástico por el plástico que está en el techo sobre el vivero. Este plástico también se rompe, se agita y se destruye con el viento y la lluvia, también brilla el sol a través de éste y protege el lugar. El lugar simboliza, yace como un elemento vivo, que late, como parece suceder con las grietas de la pared por donde la cámara recorre. A ratos se oye una banda sonora como salida de una película de David Lynch, hay algo surreal en todo esto. Pero el filme en buena parte luce muy natural, como cuando Allison duerme en el carro y se levanta con la pala para cubrir el pasado, y mirar hacia el futuro, hacia tender la semilla y volver al ciclo de la vida, del vivero en esplendor. Allison no muestra mucho su rostro, el pelo le suele tapar la cara, se le ve ponerse la ropa de espaldas. Ella yace como escondida en este lugar que lo abarca todo, que la dibuja de cuerpo entero, que habla por ella, que muestra sus sentimientos más poderosos y personales, también desde lo muy claro, seguir con la labor de los padres, seguir con el lugar que ellos amaban y compartieron con ella, es una muestra de amor y continuidad, el lugar es eso también, un  templo, donde padres e hijos compartieron afectos y experiencias. El vivero es un lugar donde las voces de los padres siguen oyéndose, incluso literalmente, con las grabaciones familiares que va mostrando Allison con una cámara de mano.