lunes, 6 de julio de 2020

Él

Él (1953), de Luis Buñuel, es una de sus mejores películas. En ésta un hombre enferma de celos hasta perder la cordura. Ese hombre es Francisco (Arturo de Córdova, en toda maestría). Francisco se enamora de una mujer comprometida, de Gloria (Delia Garcés, en el papel ideal para ella), pero eso no lo limita en absoluto, y se la quita al amigo. Hasta la media hora de película Francisco parece el hombre perfecto, millonario, amigo de todos, un caballero, elegante, humilde y muy educado. La iglesia representada en un cura lo ama. Es una película que tiene a la iglesia como compañera. Francisco de pronto empieza a celar a su mujer, tiene ataques propiciados de la nada, todo empieza muy gracioso y lentamente se pone un poco triste, pero Buñuel mantiene alto el suspenso, como en una de las mejores películas de Hitchcock quien lo idolatraba. Es una película con toda la magia del cine clásico. Francisco ama y cela, no puede con su locura. A ratos es cariñoso, y enseguida se pone loco. Gloria es una mujer muy guapa, pero decente. No obstante el hombre no confía en ella. Lo curioso es que fue él quien hizo todo lo imaginable para que el amigo perdiera a Gloria -su karma-, quien se resistió aun sintiéndose atraída, pero Francisco insistió tanto que terminó casándose con ella, pero le quedó tremenda desconfianza hacia ella. El filme va presentando momentos gloriosos con la locura de Francisco, incluso deja una marca de identidad de todo esto, en un caminar zigzagueante. Hay una escena en que él planea matarla, entra con todos los implementos a su habitación, en más de una oportunidad la asusta. Buñuel tenía mucho sentido del humor y en la presente está magistral en ese aspecto. Todo combinado con excelente suspenso y un quehacer clásico elevado que pone el tono al filme. Él es una película que duele y divierte. Todos los sustos que genera Francisco son de antología, Gloria lo aguanta bastante, sufre, grita, lo hace huir, pero se mantiene a su lado dándole muchas oportunidades, que Francisco desecha por estar fuera de sí. Los celos parecen algo común, pero Buñuel se encarga de llevarlos hasta el paroxismo.