Costa-Gavras hace una película política entretenida, que
tiene arte. Es una película de 1969 y se ve todo lo clásico que hay en una
película de su tipo, pero es porque la presente película sentó bases en el cine
político. Me hizo recordar un filme posterior, The Act of Killing (2012); un
genial Marcel Bozzuffi me trajo a la memoria a Anwar Congo, como un matón
paramilitar ejecutor de izquierdistas. Yves Montand es un senador izquierdista
que los de derecha quieren destruir por sus aspiraciones políticas e ideología.
Finalmente lo asesinan, y empieza una pequeña investigación o exposición del
complot homicida que es toda la película. Gavras no hace una película
paranoica, sino una película directa, clara y realista, con toques de cine
arte, como con el propio asesinato del senador que es con un mazo y mediante una
camioneta en movimiento. Jean-Louis Trintignant hace del juez investigador,
tiene una postura elegante e inteligente, que contrasta un poco –para bien- con
la frescura de la narrativa. Es una película seria pero entretenida, porque es
suelta, no es demasiado formal. Irene Papas aporta muy poco en su actuación y
personaje. Es un filme fácil de ver, pero bien ejecutado, que aunque es cine
político no agota, es muy ágil y con personalidad. Están todos los lugares
comunes del cine político y las ideologías, está la imagen por antonomasia,
pero porque es un precursor, pero aun así no molesta ni es un filme de mala
calidad en absoluto. Es una propuesta que reúne todas las de su tipo, es ver la
eterna lucha esencial entre derecha e izquierda, militares y activistas. Ganó
el Oscar, por tanto es un filme comercial, popular y masivo, amable y
hedonista. Gavras es bueno en el cine político, con miras a un gran público,
pero con arte, no es panfletario ni cansino. El filme tiene elegancia, pero
también su audaz toque de relajo. Inclusive los matones paramilitares pueden
ser un poco infantiles, o los eventos alrededor del golpe en la cabeza de un héroe sencillo y delator es retratado como algo campechano.