lunes, 26 de junio de 2017

The Challenge

Unos jeques árabes se preparan para un torneo de cetrería a darse en Qatar, mientras aguardan vemos como la cámara del italiano Yuri Ancarani nos muestra la vida privilegiada de estos millonarios catarís. Ellos se encuentran siempre en total naturalidad, sosiego y seriedad, metidos en su propio mundo, y lo espectacular es que podemos conocer su intimidad de la forma más transparente. En una de las mejores escenas del filme los observamos cenando tradicionalmente, es una mirada antropológica, cultural, pero también curiosamente tienen muchas similitudes con occidente. Se puede apreciar que es un mundo de hombres, no aparece en el filme ni una sola mujer, esto sumado, excepcionalmente claro, a la ideología de relegar en su cultura a la mujer a un segundo plano o a un estado de sumisión, pero es similar a occidente en cómo se hallan, en las demostraciones de poder, de intrínseca e inconsciente ostentación, de irradiar admiración por el lugar que ocupan y qué tanto poseen, como de una masculinidad extrema, es el juego y divertimento de los machos.

No necesariamente los jeques se manifiestan vacíos con su riqueza, simplemente es el estado de las cosas, son ricos y este es su forma de vida común, si tienes, lo quieres, lo compras, es tuyo y, pues, lo disfrutas, y es que están en su hábitat (el desierto nunca más simbólico), además de que yacen dentro de un fin de semana “loco”. La cámara por ello más bien trata de no parecer intrusa o fuera de lugar, celosa o juzgarles de banales. Ancarani y su filme mantienen mayormente silencio, e incluso apenas se oyen un par de voces de los árabes, el resto es observación y curiosidad, las imágenes se dedican a enseñar sin juzgar, sin imponer ninguna perspectiva. Pero más humanos/terrenales los árabes imposible.

Vemos un lado de despilfarro, los jeques conducen Lamborghinis, poseen aviones privados para conducir a sus halcones, uno tiene de mascota a un guepardo o chita, exhiben tecnología de punta, pero todo se ve como si de un campamento de verano se tratara, tal cual las carpas observadas a distancia, donde juegan videojuegos o componen autos para generar altas velocidades y mucho ruido y fuego a su paso.

Implica en los protagonistas ser extravagante, pero también la cetrería es una práctica milenaria, tradicional del mundo árabe, tanto como de occidente, y la conducen de esa manera, cuidan y preparan a sus halcones con suma delicadeza, saber y cariño, tienen respeto por estas aves, como Ancarani lo muestra por este mundo de privilegio catarí, de aquí que resulte coherente que la mirada subjetiva de la cámara fusione a los imponentes halcones con los catarís, mostrando en la toma de captura a las aves en plena libertad y espontaneidad.