jueves, 1 de septiembre de 2016

Vivir es fácil con los ojos cerrados

Ganadora de 6 premios Goya el 2014, incluida mejor película y mejor director, como mejor actor protagónico para Javier Cámara y mejor nueva actriz para Natalia de Molina. La película de David Trueba es una película sencilla y simpática, sobre un profesor de inglés y latín llamado Antonio (Javier Cámara) que escucha de que su ídolo John Lennon grabará en Almería una película, How I Won the War (1967), y fan acérrimo de Los Beatles quiere ir a conocerlo. En el trayecto, en su pequeño y humilde auto, recoge a dos autoestopistas, uno, Juanjo (Francesc Colomer), es un chiquillo de unos 16 años molesto con su padre autoritario –mismo reflejo de la época política, como así vemos también en el maltrato de los profesores a los alumnos- que decide tomarse un respiro; y la otra es Belén (Natalia de Molina) que en sus veinte trata de tomar madurez en un embarazo conflictivo. Con estos tres personajes tenemos (en parte) una road movie que termina instalándose temporalmente, por solo unos días, en Almeria, viniendo desde Albacete, ambientada en 1966, y con sus pequeños problemas y su interrelación de amistad y amorosa propia de la aventura (donde Belén deja de exhibirse “inocente”, con la nota sexual de rigor del cine español, pero que es solo un destello) junto a algunos pocos secundarios locales de Almería –el dueño de un restaurante bar y su hijo discapacitado, un recepcionista de motel de acento ininteligible, y un rudo, enorme y abusivo granjero- es toda la película.

Almería, escenario de spaghettis western, se presta para embellecer la historia bajo su llaneza, como pasa con esas pequeñas inserciones de Trueba de hechos históricos en su propuesta, en la creación de la canción Strawberry Fields Forever de Los Beatles, o de que en los álbumes el grupo británico no solía incluir las letras y después lo hiciera poniendo de inflexión lo que nos cuenta la película, e igualmente la aclimatación general de la canción Help! El filme juega a tener de centro el encuentro con Lennon pero va articulando varios conflictos tempranos de la existencia (el sexo, la autoridad o el golpe de la realidad), manejando la idiosincrasia común de vivir, solo que perpetrándose en el optimismo, en afrontar las situaciones, en cómo se llega a decir, en no ahogarse en problemas de chicos, no tomando por demoledoras las ausencias afectivas (supliéndolas con la amistad, con los ídolos), como señala aquella mirada final de conocimiento del hijo con su padre (distintas generaciones y visiones, una de la dictadura de Franco y otra del final de ella), o el caso de la soltería de Antonio que se calma con simplemente decir que es difícil entender a las mujeres, viéndose feliz en ser llamado el quinto Beatle.