jueves, 10 de enero de 2013

The Man from Nowhere

El primer filme del director surcoreano Lee Jeong-beom, Cruel Winter Blues (2006) fue un gran debut, una trama sentimental y llena de simpatía en la relación de un gánster con la madre del asesino de su mejor amigo en que esta va sacando un lado sensible a este salvaje hombre que planea su venganza alrededor de ella, retratándose el accionar de los criminales haciendo la pregunta de si es que hay algún código ético entre ellos o si es que guardan humanidad frente a su diario quehacer delincuencial en que el deber y la frialdad son una norma. En ese lugar el  protagonista sale de la apariencia única y definitoria de rudeza para mostrarse ineludiblemente violento en ocasiones dado su naturaleza pero principalmente a la par de otro ser humano ordinario, enamorándose, ennobleciéndose con una anciana y haciendo reír al público con su extravagante personalidad.

El director en esta nueva oportunidad nos da un argumento contrario, esta vez un hombre silencioso y solitario se convierte en un animal de caza, un ser que depende de su violencia y efectividad para deshacerse de sus enemigos. Requiriendo de otro tipo de conversión en que despierta en él su sed de venganza, su necesidad de recurrir a toda su brutalidad, para recobrar a su pequeña vecina, So-mi (Kim Sae-ron), una tierna niña de unos 12 años de edad, que yace en una condición de desamparo con una madre drogadicta y que en su mutua soledad lo llena de cariño con sus actos dulces, haciendo que éste la ponga como prioridad frente incluso a su propia vida contra un grupo de micro-comercializadores de droga y vendedores de órganos, una nueva mafia que tras un ajuste de cuentas la tiene de rehén en las condiciones de ejecutar sus ilícitos negocios a costa de la vida de ella.

Lee Jeong-beom utiliza como héroe de acción al actor Won Bin, quien camaleónico pega el salto de su actuación de hijo con cierto retardo en su anterior película, Madeo (2009), a este ser implacable que ha sido por mucho tiempo un ente de elite de fuerzas especiales, encargado de aniquilar objetivos y que además es un experto en lucha cuerpo a cuerpo.  El filme no es ninguna novedad, se trata de la enésima vez que se retrata a un furioso salvador que trata de eliminar a una banda de asesinos, solo y en un despliegue espectacular de sus habilidades, sin embargo es un goce del entretenimiento verlo en pantalla. Y aunque se da con talento en el cine occidental que lo ha sabido explotar a raudales y lo sigue haciendo constantemente, nos trae la gama de luchas marciales que el cine asiático sabe bien manejar y ostenta su personalidad (el enfrentamiento explícito y descarnado -a velocidad en que el ojo puede apreciar el movimiento- con cuchillos de un solo hombre contra un grupo amplio de mafiosos), dándonos una exhibición potente que suele ser la delicia del espectador del cine de acción. No falla aun empezando muy suave y elípticamente, ya que se recurre a mostrar varios combates resueltos, ensanchándose la curiosidad de hasta qué punto Cha Tae-sik (Won Bin) es una amenaza matando, y llega por la mitad en adelante del filme en que se nos brinda el despliegue tan esperado, totalmente preparado pero cumplidor, donde vemos las continuas ejecuciones, las muertes implacables, de ese lobo que empieza a comerse a las ovejas. Ahí como se acostumbra los ataques son frontales e impresionantes, no se trata de astucia en realidad sino de un aniquilamiento atroz en que  se exalta la acción más vistosa y llamativa. Y todo tras calentar la expectativa, enaltecerlo y postergar los actos en plena faena. Se crea la sensación de desilusión pero para luego premiar nuestra paciencia con creces.

Tampoco pueden faltar los antagonistas, los targets que están detrás del jefe gánster a perseguir siendo este un poco pusilánime, uno es el hermano criminal que yace con la sonrisa sátira y burlona, Jong-Suk (Kim Sung-Oh) que no muestra el más mínimo escrúpulo, y que nos recuerda aunque en mucha menor medida a ese maravilloso carisma para hacer de peligroso matón del actor Billy Drago en Los Intocables de Brian de Palma. Otro el guardaespaldas muy bien entrenado que está a la par con nuestro héroe y representa el gran reto, Ramrowan (Thanayong Wongtrakul). Y del otro lado los detectives de la policía que abren el espectro de un todo contra todos en que como se ha de esperar no consienten el ojo por ojo pero de alguna forma entienden que éste se trata del mal menor para ellos. Los dos oficiales logran imprimirse su propia identidad haciendo que el filme tome forma. Con su método rudo y su decisión de terminar con el clan y con el renegado que los está siguiendo.  Como se aprecia todo muy típico, y aun así que trepidante y emocionante resulta la película. Es algo muy primario el efecto en el público pero reconfortante hallarse de vez en cuando con un cine de estas características que cumple plenamente con el género. Recurriendo a las sólidas bases, con un guion que no es vulgar ni mediocre pero tampoco excepcional y avalando coreografías y repercusiones, toques de emotividad bien resueltos. La toma del choque contra la ventana se ve muy bien, muy natural y llena de adrenalina. Mientras la escena del frasco con los ojos una audacia muy bien planteada en su momento  a pesar de ser chocante. Si falla o no en ese sentido más tarde trastocando su brutalidad y realismo ya depende del sentimentalismo de cada uno que yo comparo con sentirse como ya liberado de un orgasmo y el cierre transcurre en ese lapso aunque ya se la había jugado, faltó creatividad  a último minuto.

La historia presenta capas de varios conflictos, hay una enredada trama llena de delitos y en que se apela a la traición y separación de bandos, hay una estructura compleja dentro de la mafia, en la que se prolonga el misterio de las habilidades de Cha Tae-sik y en que se da acción secundaria. Sobresale el actor Song Young-Chang (The foul King, 2000) que expande las miras y hace menos predecible la película. Queda como una tercera pieza en juego. No obstante es solo densidad en buena parte gratuita ya que finalmente es la acción y el ajuste de cuentas el que toma toda forma y dominio. Es un filme neto de entretenimiento, y como tal es muy adecuado para relajarse. Si vemos bien no nos propone más de ello desde el arranque con la uña pintada de rostro feliz, no le pidamos más entonces y saldremos muy satisfechos.