miércoles, 1 de mayo de 2024

Late Night with the Devil

Late night with the devil (2023) de los hermanos australianos Cameron y Colin Cairnes es una película curiosa, exhibida como metraje encontrado, sobre el último programa de un late show de los 70s, y que hace de un mockumentary, pero que no es tan preciso o fiel al cien por ciento al estilo de realismo que requeriría como documental porque se toma ciertas libertades como mostrar detrás de cámaras demasiado íntimos o donde la cámara no es lógico que esté y hace además uso de un complemento narrativo que implica meterse en la psiquis. El anfitrión, Jack Delroy (David Dastmalchian), quiere firmar un jugoso contrato para una nueva temporada, pero se mantiene segundo en el rating y ha preparado un super programa, donde quiere demostrar la existencia del demonio. Para esto tal cual un programa nocturno de entrevistas planea un debate y tratar de impresionar a su público y a los televidentes. Cada cosa del late show está perpetrada al mínimo detalle de realismo que en mucho se siente que estamos viendo el programa en la tv, con toda esa ambientación de los 70s que además otorga un plus a la propuesta. Van saliendo los invitados, la película se cuece lentamente, dedica un buen tiempo a crearse credibilidad como programa. Inicialmente se hace una presentación de quien es Jack Delroy y se le asocia, típico del sensacionalismo farandulero, con una secta satánica. Ésta misma secta puede ser vinculada con una de las invitadas, en sí el filme se divide en varios frentes del terror y se les puede unir si prestamos atención y vencemos su cierta ambigüedad. Una de las invitadas es muy llamativa, se dice que está poseída por un demonio y una terapeuta paranormal la viene cuidando y es la que puede hacer contacto con ese monstruo que lleva en su interior. El filme se adereza más con la existencia de un ilusionista que se dedica a desmentir toda prueba sobrenatural. Cada uno, como es habitual en los programas nocturnos, va mostrando sus habilidades y la razón de yacer invitados, de proponer una noche especial. Es un filme que se avala mucho de su fuerza/realismo como programa nocturno y cada invitado es un espectáculo en sí mismo. Hay tremenda secuencia que pretende fundamentarse en el ilusionismo y el hipnotismo que genera un buen momento de tensión. Pero el plato fuerte llega para el final, donde la recreación de El Exorcista (1973) hasta hace uso de lo cósmico. Es una película realmente sencilla, pero no deja de ser atractiva, sobre todo por el final, o a partir más o menos del momento sucio de la exhibición de la posesión. Es una historia sobrenatural, pero que justifica todo su universo. El anfitrión también alude ser un personaje cínico y sin escrúpulos, demasiado ambicioso para su propia seguridad, pero como es una celebridad y un notable showman es alguien que se gana al público con facilidad. También el relato tiene una fuerte relación con sacrificios humanos y el demonio se escabulle en cada rincón, apreciando que es el real invitado más importante de la noche. Finalmente es un programa que consigue lo que se ha propuesto, pero como así mismo es habitual en el cine de terror nadie vivirá para celebrarlo, sino será la crónica de un despelote anunciado. En ese sentido es más coherente que muchas otras películas del género en cuanto al caos como espectáculo en sí pero al mismo tiempo obteniendo consecuencia.