viernes, 8 de marzo de 2024
The Zone of Interest
La zona de interés (2023) del británico Jonathan Glazer es una película sobre los nazis y el holocausto, y uno diría, ¿una película más de nazis?, y sí, pero tiene originalidad y es una buena película. El filme se plantea sobre una idea, mostrar a una familia de clase alta alemana viviendo en la ciudad de Auschwitz, Polonia, en plena segunda guerra mundial. Todos ellos se comportan como una familia amorosa y amable entre sí, cuidan de los niños, son dulces con los perros, tienen sirvientes y cierto refinamiento intrínseco, cuidan del jardín, aman las plantas, y tienen una casa muy bella y muy cuidada. Pero también se muestra que no son cualquier gente, son nazis, y no sólo eso, se trata de que el patriarca de la familia fue un importante nazi real, Rudolf Hoss (Christian Friedel), el comandante y jefe del complejo de campos de concentración y exterminio de Auschwitz y que en la película lo vemos ejercer esa labor, pero dejando mucho en fuera de campo o haciéndolo bajo la sugerencia o solo con pequeños destellos. La idea es ver que vivían normalmente, muy tranquilos e indiferentes al horror de su gestión, de la guerra, del nazismo y del exterminio de judíos y de disidentes a su régimen. No obstante hay momentos donde se deja ver que eran personas horribles, terribles, como cuando la esposa de Rudolf, Hedwig, interpretada por la talentosa Sandra Huller, dice entre risas que a ella la conocen como la reina de Auschwitz, vanagloriándose de la brutalidad, perversidad y maldad que significa éste lugar, dicho de manera inocente, y frente a su propia madre. Huller imita a una alemana de gestos toscos, de andar rústico, de maneras poco finas, aun siendo alguien de alta sociedad. Huller deja ver claramente que busca crear una personalidad a través del movimiento del cuerpo. Existen momentos poco sutiles, como cuando Ruldolf y Hedwig se mandan sugerencias sexuales a través de la mención de los chanchos, al estar echados en sus camas de noche, pero en sí el filme quiere dejar en evidencia que ésta gente era de la peor calaña, lejos de cualquier cargo de consciencia, culpa o vergüenza en sus actos, y uno los percibe como notoriamente repudiables y hasta insoportables -a pesar de cierta sutilidad visual en su gestión-, habiendo un buen trabajo logrando materializar sus actos oscuros con sus personalidades, aun cuando son capaces de amar mascotas y embellecer un jardín, o administrar con normalidad un hogar, si bien sus vidas no eran nada convencionales como cuando aflora el vomito en la garganta de Rudolf -queriendo algo incomodarlo, molestarlo y/o llamar su atención-, y al rato vemos el museo que conmemora el millón de muertos en Auschwitz. Glazer encuadra en toma general a Rudolf saliendo muy tranquilo y muy serio hacia el trabajo, como algo común y no lo es, se entiende el horror de la normalización de la maldad. Así vemos semejante a una reunión ordinaria de negocios a los nazis discutiendo sobre como manejar el exterminio. Glazer empareja cosas comunes a la vida y gestión de los nazis y produce impacto, incomodidad y reflexión, también empatía y entendimiento del espectador con ésta denuncia de inhumanidad y brutalidad, aunque uno debe reflexionar de manera general y ver con humanidad no solo a unos pocos sino a todos los seres humanos en estado de abuso, y buscar desterrar la perversidad y el horror en general, del planeta, tal así de tantos crímenes de guerra. Es notorio ver que ésta importante familia nazi -que seguían comandos superiores, a los que querían halagar- estaba únicamente pendiente de sus vidas, alejados de la realidad de los demás y hasta convirtiendo el mundo en un lugar más pútrido. Ésta propuesta hace pensar en una lectura de la opulencia frente a la pobreza de La Tierra, no solo económica y de subsistencia, sino en referencia a actos corruptos, que deben sancionarse o eliminarse, aun cuando es un trabajo titánico frente a nuestra predisposición a ejercer el mal o a cegarnos o a equivocarnos, habiendo llegado a la putrefacción que fue lo nazi que regentaron por buen tiempo proclamando la peor perversidad.