lunes, 25 de marzo de 2024

La vida a oscuras

Éste documental del argentino Enrique Bellande nos enseña la labor de Fernando Martín Peña, coleccionista de películas en fílmico, que a falta de cinemateca es como que Peña es en cierta manera una pequeña cinemateca nacional, usando su colección privada de películas para proyectarlas públicamente, donde él mismo es el proyeccionista, igualmente las presenta y hasta quien recibe a la gente que asiste a ver sus proyecciones. Lo vemos cómo consigue su material, que es prácticamente desechado en primera instancia y él lo recoge, lo arregla y lo conserva en su propio hogar, en una época que ha cambiado, convirtiendo todo a digital y ya muriendo un poco el fílmico o yendo hacia su declive, pero Peña es alguien que trata de resistir el cambio, aunque se encierra a ver en su casa las películas, como uno hace así mismo con el streaming. Martin Peña se ha ganado el cariño del público argentino con el trato directo, como de quienes llegan a conocer de su pasión por el séptimo arte, también porque conduce un programa de tv dedicado al cine llamado Filmoteca, temas de cine, que conduce en tv pública ya rumbo a las 2 décadas. En la propuesta de Bellande vemos de manera muy práctica a Peña haciendo su labor, cero disfuerzos ni grandilocuencia, con la documentación de cada paso a paso de lo que realiza. Es un filme que trata de ser muy visual y no demasiado verbalmente explicativo en ese trayecto de comprender la dedicación de Peña y el proceso de recuperación y conservación al que se entrega. Pero además Martin Peña suele ser un buen conversador, mostrando además dotes de crítico, al ser conocedor profundo del material con el que trabaja donde asoman rarezas y también hasta dibujos animados pioneros y básicos, pues Martin Peña es un coleccionista todo terreno. Se le nota un buen tipo, muy sencillo, alguien que de verdad ama el cine, que como bien dice, qué bueno que de cierta manera el cine sea infinito y nunca uno deje de aprender y conocer, es un mundo de eternas novedades. Ésta pasión le viene desde niño por su padre y así mismo por el fílmico. Por ésta propuesta pasan películas memorables que observamos programadas en salas de exhibición por Peña hasta algunas difíciles de encontrar, un lujo gracias a éste coleccionista, sobre todo al estar en fílmico existiendo siempre muchos amantes de los ritos de siempre, con un Peña que trata de mantener la tradición del uso del material de antaño para proyectarlo pacientemente de manera clásica en una sala de cine, donde suele llenarlas o brindarse a los cinéfilos más hardcore, como él mismo lo es, sin ningún tipo de sobredimensión, sino siempre próximo y real, sorprendiendo al público con su criterio de programación. Incluso nuestro protagonista tiene muy claro el futuro, tal cual el filme (que ha tomado buen tiempo en concretarse), alguien como todos, uno de nosotros, dirían, palpando que respira cine, ama de verdad lo que hace mientras es especial en su contribución a la cinefilia argentina, y no porque todo sea perfecto o nos venga como anillo al dedo -como llega a decir sutilmente, ya que ser sociable es un trabajo también-, sino porque el que ama lo hace con todo el paquete y ahí finalmente tras la luz, tras la imagen en el ecran, yace la mirada feliz, cómplice, que se multiplica.