viernes, 2 de febrero de 2024
Caliche sangriento
Caliche sangriento (1969), del chileno Helvio Soto, es una película sobre la guerra del Pacífico, la guerra entre Chile y Perú (Bolivia fue el detonante pero se rindió enseguida), y recibió cierta censura en su país, porque se permite ser crítica con la guerra, guerra que ganó Chile y de la que se siente orgulloso (si bien Cáceres nunca dejó de pelear), pero Helvio desnuda inteligencia, franqueza y humanidad y señala que el verdadero gestor de la guerra fue el ansía de riqueza y el salitre o el caliche representaba esa riqueza, al ser tan pedido el caliche que ansiaban países europeos y los americanos. Los ricos de Chile la impulsaron para obtener esa riqueza. Helvio -como director y guionista en solitario- menciona que a costa del roto, jerga para señalar al chileno más común o más humilde, como el soldado, que fueron a pelear, a morir, por simplemente amar y querer defender su patria. En el filme que es un especie de ensayo analítico sobre estar en una guerra, también un ensayo histórico pero recurriendo en su escenificación a la imaginación, a la ficción y hasta un poco del arte del teatro tenemos a 17 militares chilenos anclados en el desierto entre Moquegua y Tacna, sin agua, que se debaten entre ir a la costa, al cuartel, o seguir hacia la batalla o avanzadas en Moquegua y Tacna. El capitán del regimiento (Hector Duvauchelle) los hace ir al frente, es un militar totalmente tradicional, de los que solo siguen ordenes y, se deben, a comunicarlas, que no discuten ni quieren discutir nada. Pero el teniente o segundo al mando (Jaime Vadell) es un idealista, es abogado además, y discute las cosas políticamente y surgen debates éticos y morales entre ambos, de lo que se oye de su boca autocríticas de la guerra. Pero el capitán también tiene un poco de razón, uno defiende su país, como militares es su labor. No obstante eso no quita que el teniente diga la verdad, tenga semejante grado de honestidad y apertura, pero también en una guerra es matar y morir y cuesta ser humano, donde entra a tallar que el teniente aprenderá a ser un poco como el capitán y viceversa. El capitán es un buen líder, es muy estratégico, muy realista y astuto, y también tiene de noble, de humano, pero es más tosco, más consciente de que es peligroso romantizar la guerra, porque como pasa con el pistolero loco en el pueblo abandonado, pues éste filme tiene de spaghetti western de los que tienen su cuota política, puedes recibir un balazo si te fias o desconoces donde estás. En el inicio son los 17 militares vagando por el desierto (con un muy buen arranque con una canción satírica). El filme de Helvio Soto siempre es ingenioso y novedoso con pocos elementos, le alcanza con el desierto y los hombres para perpetrar mucho entretenimiento. En un momento es como un cuento de terror o noir donde uno por uno va desapareciendo, con la locura y la sed a cuestas. Hay muchos momentos propios de un buen western con la etiqueta chilena o latinoamericana. Existe autocrítica, pero también un poco de lógico nacionalismo, sin exagerar. Tenemos humanidad de ambas partes, representada en la bella mujer peruana interpretada por la chilena Patricia Guzmán. También el filme se permite momentos de traición y deserción. Se trata de gente puesta al límite. Es un filme contra la guerra en general, una obra humanista, mostrando que se llega a vivir miedo, desesperación, como la que viven estos soldados en el desierto. No obstante el capitán y el teniente, que son los puntos más fuertes del relato, se mantienen firmes. Finalmente es una propuesta pesimista, pues su fin es criticar las guerras en general, hay un quehacer altruista. Presenciamos momentos que conocemos bien en la historia bélica del Perú, heroísmo, sacrificio, lealtad, afecto por el prójimo, generosidad. Es una película que como western también se permite tirar a matar como acción y aventura y es un algo libre pensándose simplemente como entretenimiento, como con los planos del montonero. Es una película interesante en varios sentidos, desde lo ligero hasta lo reflexivo.