sábado, 3 de febrero de 2024
A.K.A. Serial Killer
A.K.A. Serial Killer (1969), es un documental del japonés Masao Adachi, y es un filme que lo que muestra visualmente es la vida común de los pobladores y ciudadanos japoneses. Las
imágenes se ven como las de un filme etnográfico del japonés promedio, sencillo, de su
época. No se ve gente, ni nada, extravagante. Pero éstas imágenes son recorridas a ratos por una voz en off que genera una relación con la historia de un asesino real, un joven de 19 años que en 4 ciudades mató en total 4 personas sin mayores motivos en relación con ellos directamente, lo que lo sindica como un asesino en serie, alguien que muestra un cierto desequilibrio, un cierto estado de sinrazón. No se trata frontalmente de ninguna necesidad económica o una razón criminal pedestre, si bien también robó. Éste joven asesino se llamaba Norio Nagayama. Desde el 11 de octubre hasta el 5 de noviembre de 1968 ocurrieron estos 4 asesinatos. Al homicida se le llamó El asesino en serie de la pistola. Lo que se percibe a través de las imágenes y lo que vamos oyendo del asesino es que éste era una persona que desde el comienzo tenía dificultad para adaptarse. Era de tendencia nómade, aventurero. Desde temprano abandona muchas veces el hogar. No se
halla, pierde constantemente trabajos pequeños, deja los estudios. El filme muestra muchos pueblitos y ciudades donde estuvo. Incluso observamos los trabajos que realizó, visto con gente que si se halla adaptada. Es un contraste notorio ver que en la imágenes se vive mucha tranquilidad, mucha normalidad y hasta paz. Esto se rompe solamente por el final cuando se ven policías antihuelgas formados y maquinaria del ejército en las calles, que algunos en lugar de orden y cuidado del ciudadano lo pueden interpretar como control social hacia un pequeño señalamiento a lo El Gran Hermano, pero esto en realidad no tiene que ver directamente con Nagayama, pero, claro, están para enfrentar, repeler, su tipo de acciones. Los policías indican estar preparados para la violencia y el ejército implica poder. Esto desde el punto que se vea. No obstante pesa mucho más pensar -verlo de ésta manera- que las fuerzas policiales-militares están para salvaguardar al ciudadano de pie y a la sociedad. Imaginemos la vida con criminales libres en toda plaza sin sistema de control. Pero otros lo ven como mecanismo de sojuzgación, como se entiende del propio Masao Adachi, como militante izquierdista, que piensa propio de su época. Pero se puede leer éste tipo de sojuzgamiento para toda ideología, como posibilidad, pero esto depende en realidad, pensando así, de quienes estén en el liderazgo. Adachi además parece posicionarse detrás del asesino, no por matar gente inocente, sino como alguien que no puede encajar en la sociedad, pero lo que muestran las imágenes más bien dan a entender que éste justamente es parte de la excepción. Así mismo que matar se plasma ligero desde ésta óptica. Resulta banal pensar algo tan serio como matar porque nos falta sentido, o nuestra vida nos decepciona, y lo que oímos de la biografía de Nagayama habla incluso de una familia que ha tratado desde su simpleza de que halle soluciones. Curiosamente de cierta manera descubrió sentido en la cárcel al convertirse en novelista, también al conseguir más madurez y quizá vencer complejos de autoestima. El filme se estrenó recién en 1975. Desde su arresto en abril de 1969 hasta agosto de 1997 tuvo tiempo para reflexionar. Finalmente en 1997 fue condenado a muerte. En las imágenes que vemos hay mucho de documental naturalista, pero también hay puestas en escena y hasta algo de poesía visual como con recurrir a los expresivos girasoles. A ratos la cámara parece fluir, simplemente mostrar la cotidianidad. Pero en otros, pensando en la cámara subjetiva de un vehículo recorriendo un túnel de árboles, se puede leer hasta simbolismos. Se ven muchas actividades, gente con pasiones, tanto como lugares humildes como un puerto industrial que la cámara recorre hacia la izquierda, mostrando gran parte. Otro punto de distinción es la banda sonora. Por un lado se escucha música
jazz, que parece salida de un thriller, batería y saxofón; y por otro, música japonesa o asiática, gongs y tambores. Siempre música instrumental.
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