domingo, 14 de enero de 2024
Amor a la vuelta de la esquina
Amor a la vuelta de la esquina (1986), es el debut del mexicano Alberto Cortés, película ganadora del premio Ariel a mejor ópera prima en 1987. Es una película que claramente se inserta en el cine independiente latino, con todo ese estilo de austeridad, pero está bien trabajado. Versa sobre la prostitución de María (Gabriela Roel, que por entonces empezaba como actriz, tenía 27 años). El filme da inicio con María escapando de un prostíbulo clandestino por una ventana y se lastima el tobillo, pero logra que un camionero la recoja y le auxilie, luego se enamoraran. No obstante María no dejará su promiscuidad pagada una vez que se recupere. En un momento se enoja cuando alguien dice que no paga por viejas (mujeres en jerga mexicana) y le roba luego de que emborracha a éste muchacho bien en un viaje de vacaciones pagado con otro dinero hurtado. María es la heroína de mala moral, y suele salirse con la suya, no se le lapida, incluso hay un halo romántico con ella, con su tipo de existencia que además pretende lo cool, como cuando roba mientras oye a Tina Turner. En otro momento clásico de cine indie en general, María canta a capela acompañada de la guitarra acústica de un mozo de un burdel, canta “Distante instante" del músico mexicano de rock-folk Rodrigo González, quien murió
joven, a los 34 años, y en vida solo lanzó un único disco, Hurbanistorias. La canción de Rodrigo se emparenta con la vida que vemos de Maria en pantalla, aficionada notoria al licor, donde cuesta que te amen diría ella y viceversa, en un mundo que se señala de indiferente a ese respecto, en el panorama que romantiza la propuesta, mientras la protagonista como da a entender la música trata de hallarse a sí misma. En el trayecto de que esto suceda, roba, sobrevive puteando y trata de engreírse en cuanto puede, pero también menciona tristeza y soledad, dificultad de existir, si bien se le ve bastante resiliente y bien segura de la vida que ha escogido, lo cual suena coherente, aunque tiene una frescura, lozanía, y cierto triunfo que va más por otro camino, no por el de una prostituta de cabaret. Pero también es una joven astuta y enamora hombres para que la mantengan, pero igualmente es compañera sentimental como del camionero con quien forma un vinculo tras él cuidar de ella en un mal momento. No hay escenas subidas de tono, sino todo está muy bien cuidado, pero podemos ver las tetas de Gabriela Roel que suele exhibirlas con soltura, siendo una mujer hermosa. Gabriela aporta cierto temple, fuerza, un enojo necesario, sobre todo en el tipo de vida que ha escogido su personaje. La relación con el camionero otorga humanidad a la protagonista, la saca de quedar encasillada solamente en la corrupción, aun cuando el camionero es contrabandista, criminal de poca monta. Es una película que se contextualiza plenamente en México -y se realza desde ahí-, como cuando pensativa observa la ciudad. Se identifica mucho con su país desde su propia época, hasta oímos a Juan Gabriel sonando en una rockola junto a Rocío Dúrcal, cantando Déjame vivir. María es una mujer que quiere -como sugiere la canción de Juan Gabriel- ser liberal, estar libre en toda gama; claro, puteando literalmente, pero a ratos va y vuelve dentro de una relación "formal". También se sugiere lesbianismo de parte de María, sin que halla ninguna explicites, con la amiga y compañera puta que busca. Se exhiben ratos de sensualidad cuidada con la antigua amiga. Todos esos robos a los clientes se pueden convenir como propio de cierto cine noir, aunque nunca llega ella a escalas grandes de criminalidad. Cada pequeño robo lleva picardía, recurseo (sobrevivencia de estilo de vida), o pegarla de más astuto que los demás o cierta planificación contra gente ingenua. Se puede ver cine mexicano de género en una sala de exhibición que María visita.