domingo, 5 de noviembre de 2023
Hermana muerte
Éste filme del español Paco Plaza es una precuela de una película que tiene sus entusiastas, Verónica (2017). Cuenta sobre la novicia Narcisa (Aria Bedmar), la que llamaran de anciana la Hermana Muerte en Verónica, producto de ser ciega y tener un aspecto medio creepy y es usual que los chiquillos busquen categorizar todo de manera irreverente y hasta políticamente incorrecto. Pero en ésta precuela se justifica plenamente porqué Paco Plaza ha escogido llamarla así y es que Narcisa despertará una venganza con múltiples muertos, y esto ocurre en la mejor parte de ésta propuesta, la parte cuando Paco Plaza decide soltarse el corsé de lo seguro, lo clásico, lo usual, lo convencional, que incluye en ello un poco de historia de la guerra civil española pero no obstante bien insertada -coherentemente- en un relato no demasiado novedoso pero que justifica todo con solvencia, y esto puede ser un cierto paradójico demérito en los resultados, explicarlo todo punto por punto, no dejar hilar mucho, salvo algunos momentos sencillos pero valiosos como por mencionar uno la desaparición de unas tijeras que yacen escondidas en una cajita de puros y que representa la manipulación del pasado oscuro y secreto del convento al que llega Narcisa en pos de hacerse monja y cumplir con los votos católicos, mientras hace de profesora de letras y literatura en el que no solo es un antiguo convento de monjas sino internado de niñas de bajos recursos. Otro buen lugar de simple pero efectiva sugerencia es cuando Narcisa recién llega y ve una gran pared blanca llena de pequeños agujeros, un paredón, que luego tomará mucho sentido en el devenir de lo macabro. El corsé de un metódico y muy profesional, pero demasiado vigilante o temeroso de no caer en falso y en buena parte convencional, Paco Plaza, se rompe y provee su filme de un gran momento, clímax del filme. Narcisa se arrebata y literalmente enfrenta a un eclipse y ella como que entra en un especie de momento nirvana, entre surrealista y de ruptura temporal, el momento sci-fi de ésta propuesta, donde inicialmente uno piensa, así mismo deslumbrado y bastante interesado, ¿qué está haciendo? y todo queda consumado, será desde ese momento La Hermana Muerte, se disiparan sus dudas con su vocación y su futuro, que la llevará a encontrarse en esa aula con la joven Verónica y donde se une a esa celebrada película. La desaparición de las tijeras también es muy sugerente, más allá de nuestra obviedad, porque plantea el vaivén con el cine psicológico que luego quedará desarticulado con la confirmación de lo sobrenatural producto del definitorio eclipse. Se habla de un pasado oscuro -hasta lo ven ominoso, y de ciertos múltiples aspectos criminales- que se trata de ocultar. Algunos saben, hay además cuchicheos, y pueden estar manipulando el pasado (aunque éste filme es bastante straight), más allá de la tendencia natural de la curiosidad humana, como ir tras la oscuridad, clásico en el terror al relegar nuestra seguridad. Saben y temen el pasado. Las niñas creen radica en lo paranormal, con una pequeña que vive y asusta con el juego del ahorcado y que hasta parece haber espantado a la antigua monja profesora que ha venido a reemplazar Narcisa. Así tenemos a la niña Rosa, cómplice de Narcisa en ahondar en el misterio que ésta novicia desentrañará y con el que se autodescubrirá finalmente, se entenderá, calmando sus dudas, esas que refieren a haber sido una precoz santa -infancia escenificada de manera atractiva como si fuera material de archivo-. Ésta santidad la hacen temer no haber dialogado con Dios sino con el demonio, cosa que curiosamente sí pasa, liberará la perversidad hacia el convento, pero ésta vez cerrando aquello que no permite que los fantasmas trasciendan o se liberen hacia la vida celestial. Éste filme tiene algunos buenos momentos de terror, como el rato en el confesionario antes de la primera muerte oficial, cuando surge una tenebrosa segunda voz no esperada y Narcisa va acercándose al otro lado, quiere ver a quien pertenece -la llaman sus dudas personales-. Entra la cámara subjetiva a tallar, pero lo hace por muy poco tiempo; hubiera sido atractivo escoger explotar más ahí la cámara subjetiva. El filme entabla un lado psicológico a través de las habituales pesadillas de Narcisa quien anda siempre en estado de tensión, muy histriónica (para bien y para mal), lugar que sirve para fabricar u orbitar alrededor de varios pequeños sustos clásicos que yacen como hora de película a esa vera hasta la última media hora donde empieza a resolverse el asunto.
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