viernes, 17 de junio de 2022

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Ésta película de terror de Ti West me hizo recordar la última película del mexicano Arturo Ripstein, El diablo entre las piernas (2019), aunque la de Ripstein no era de terror, pero manejaba el mismo tema, la sexualidad en la vejez. No con la pareja ahora anciana nuestra, nuestra pareja de toda la vida, sino como los jóvenes, con cualquiera. Nuestra protagonista de terror es una anciana que la señalan de desequilibrada, es una mujer que sufre por no tener sexo como antes, con libertad, con hombres, con mujeres, mientras su anciana pareja sabe que ella solía ser así y la acepta de esa manera libertina. El filme de Ti West habla mucho de la sexualidad, la pone en total libertad, así la señala, no libertinaje ni perversión. En la trama es el sexo desde la hechura de un filme porno, el que clama libertad; juega con ello un poco al machismo y a la idea de la mujer fácil. Aquí se entiende que hacer porno no es ser una prostituta, es sólo tener sexo y no es nada del otro mundo. No obstante vemos que se complementa ésta imagen con la vejez, en perder -por como nos vemos- ese libertinaje, y ahí vuelve a aparecer Ripstein, el sexo de los viejos luce desagradable, aquí amplificado con la esencia del terror y la locura, con el crimen y el gore más brutal. Ripstein manipulaba mucho en su filme la imagen de la mujer promiscua señalada de prostituta. Aquí el demonio es la vejez, dentro del canto típico americano a la juventud, la vejez que pierde el privilegio del libertinaje o la libertad (sexual). La anciana sufre y en su locura es perversa. El filme al mostrar a la vejez como un monstruo puede que para los latinos nos parezca políticamente incorrecto, o finalmente no para los americanos porque el dinero en EE.UU. lo compra y suaviza todo, pero esa es otra película, otra historia. El filme también juega con la debutante inocente, ratón de iglesia se le apoda, y vemos llorar a un hombre al ver a su mujer hacer porno, que él y Ti West muy irónico llaman cine independiente y ahí también se hace metacine para tomárselo relax, incluida la frustración natural muy afín a todo practicante o amante del arte y la cultura. Ti puede ser muy inteligente y su cine no solo entretiene sino como notable cine de terror te hace pensar, tiene ideas, y las dice sin disfuerzos ni oscurantismo, todo yace a la luz de la diversión y el ojo atento. Pero el filme es más, es muy buen entretenimiento, las muertes provocan excelentes escenas de terror. También hay arte en las tomas, como con el acercamiento y descubrimiento de los cocodrilos en la zona. Así mismo en un momento la cámara hace espacio suficiente como para hacerle un hueco en el cuerpo a alguien. Hay buen manejo del suspenso. El filme abre con el hallazgo de una casita en lo que parece un pantano del sur americano con cadáveres recientes, un sótano se quedará en nuestra memoria para más adelante completar la figura, manejar nuevamente la expectativa. Es un filme sobre un grupo pequeño de jóvenes que van a hacer una película porno en un lugar aislado del campo, donde destaca la actriz Mia Goth, que hace de una soñadora. Asoma el sueño americano trunco, y también no ver la vulgaridad frente al espejo, quizá porque duele. Además brilla el fanatismo religioso, que hace buen terror con su presencia. La vejez curiosamente representa cierta (anhelada) modernidad, rompe con cierto lugar común. Puede que halla momentos, algunos pocos, ridículos, como un baile al lado de un cadáver, pero en general éste es un buen filme, como por su toque interesante de profundidad diáfana que lo hace más entretenido.