martes, 21 de junio de 2022

La tarea


La tarea (1991) es una comedia erótica del mexicano Jaime Humberto Hermosillo. Es una película curiosa, tiene varias cosas que la hacen particular. Una mujer casi en sus 50 decide hacer un video pornográfico como trabajo universitario. Virginia (María Rojo) pone a los 4 minutos de empezada la película que veremos una enorme cámara propia de la época debajo de una silla, la pone como que el cuarto está desordenado (y ella estudia cine), por lo que puede pasar semejante objeto desapercibido. Desde ese momento la cámara quedará fija, la toma fija, en un punto estratégico, y así será todo lo que observaremos, hasta por el final hacer 2 o 3 cambios breves más de lugar, de la cámara y toma. Ésta cámara y nuestra mirada voyerista enfocará un pasillo que da por un lado a un cuarto del fondo, al lado está la puerta de entrada, y en primera instancia tenemos frontalmente otro pequeño cuarto de recreo o descanso donde ocurrirá toda la acción. Virginia ha invitado a un ex de hace 4 años, a Marcelo (José Alonso), con el plan de seducirlo y tener sexo y grabarlo sin que lo sepa. El filme pasa por varias novedades; sólo ésta pareja es todo el reparto de actores en realidad. La película será toda grabada en una sola toma, salvando un par de defectillos que se pasan por alto. Marcelo, por Marcello Matroianni (en evocación del sueño húmedo de la protagonista), llega a los 6 minutos de comenzada La tarea. Estos dos darán mucho juego. Inicialmente tiraran y aflojaran para tener sexo, todo será muy cuidado, puro juego. Luego en un momento Hermosillo pone las cosas en claro, se habla de buen gusto y erotismo como que no compaginan y se ponen de lleno entonces a ser sexuales, vemos las partes íntimas de ambos y los presenciamos tener finalmente sexo, aunque sobre una hamaca -que es donde lo hacen- en el centro de la panorámica parece un poco cómico tanto desajuste y movimiento torpe de su coito. La propuesta se transforma un poco; pierde, como anuncia, cierto refinamiento, pero tampoco engaña, se nota un filme de muy bajo presupuesto con ganas de ser algo trasgresor y lo consigue, aunque tampoco es una obra demasiado importante. Hermosillo se las arregla para ser siempre novedoso -con una toma estática poniendo la visibilidad en estado de creatividad constante-  y a través de lo simple; se comenta hasta del SIDA, propio de la época también, y de como es vista la liberalidad de la mujer, se habla de la imperfección del cuerpo femenino y de no juzgar tanto la sexualidad y la búsqueda del placer puro y duro. Finalmente el filme se volcará más tradicional como cierre, más literalmente familiar, pero las intenciones ya quedaron claras, ya no se puede obviar el marcado vuelco erótico que ha tomado la obra, una que honra muy bien al teatro. El filme aunque algo infaltablemente vulgar -en su erotismo claro- nunca pierde su condición de comedia, de cine amable, aunque para adultos. Inicialmente luce mejor que lo que viene en su digamos segunda mitad o última media hora. El punto de no retorno es el anuncio y alarde Almodovariano del mal gusto. En la primera parte se maneja muy bien la sensualidad y el fetichismo -con los tacos altos de ella en particular, y con sus piernas, hasta en primer plano-, con una mujer no una beldad pero que aun así puede ser seductora y, segura de sí, apetecible sexualmente; esto también se defiende en el filme, la imperfección, la aceptación y la naturalidad de lo común. Es un filme que puede verse un poco cinéfilo además, con la visibilidad notoria de algunos posters de películas y actores mexicanos, también brilla el nacionalismo en los boleros que oímos. Se trata de una pareja en la mitad de la vida, lo cual luce especialmente atractivo de ver. Ambos actores son muy carismáticos y simpáticos y el encuentro no se percibe insípido, sin tampoco crear un ambiente muy sofisticado, siempre hay cercanía y empatía.