miércoles, 26 de noviembre de 2025

Nouvelle Vague


Ésta película tiene bastante verborrea, se habla mucho, hay mucha información, mucha cita erudita expuesta casualmente, como bien se dice. Se hace un poco abrumador si prestamos atención a todo lo que se habla, pero así es Richard Linklater desde siempre, le gusta hablar bastante. Quién no lo va a reconocer inmerso en su trilogía de Antes del amanecer. Es interesante mucho de lo que se dice, pero te sobresatura también, como si usaras un aparato tecnológico si no sabes escoger bien. Es una película chiquita a pesar de todo, una película que se podría categorizar de austera, si bien muy profesional, muy competente, está hecha al estilo del cine que entretiene, que no es difícil de sobrellevar, aunque con tanta verborrea se vuelve un poco molesta, te mantiene un poco tenso. Si eres del espectador que mira de manera muy relajada, sin darle mucha importancia a lo que ves, pasa desapercibida ésta sobresaturación y lo que la hace un poco fuera del canon hollywodeense, pero también se nota más un defecto que una virtud. Más allá de esto es interesante saber cosas sobre como se hizo la película debut de Godard, Breathless (1960). Se trata de expurgar mucho de lo que se sabe, decir mucho de él. A ratos Linklater parece Tarantino hablando como loco. Se nota también que Linklater es cinéfilo, como el mencionado Tarantino. Ésta película parece notoriamente la película de un cinéfilo, pero con atributos cinematográficos. Linklater se nota que sabe muy bien lo que hace, aunque en un diálogo minimiza su propio talento y en general da más cabida a ser intrépido, valiente, o tratar de salir de apuros que al regalo del don, de la virtuosidad. Linklater admira a Godard como cinéfilo que es, como cualquiera, aun no pensando igual que él en todo, como la gente que piensa por sí misma. En la película se puede ver sutilmente algunos puntos disimiles con su cine e ideas. Linklater se nota un tipo con personalidad, sin duda sabe su valor, es un buen cineasta. A veces en general puede ser imperfecto, como todos, pero es alguien talentoso, con ya bastante agua bajo el río, mucha experiencia, y sus buenas obras. Linklater llama genio a Godard, pero se permite bromear con su exageración, con su exceso de poética, con su revolución constante, con su querer ser distinto, con sus desmedidas ganas de dejar una marca, con querer ser original a toda costa, con su autosobreestimación juvenil, con su legado postmortem, con toda esa pasión de quien está cumpliendo sus sueños. Esto hace que Godard se vea más humano, más real, lo cual es una virtud del filme, la naturalidad, la cierta normalidad. Aquí no hay gente de otro planeta, sino seres humanos. Se nota también inteligente que el filme muestre las cosas prácticas, mostrando que el genio es una trabajo, no algo hiperbolizado, inalcanzable, o irreal, fantasioso. Godard es intrépido, como quien da a ver que puede con todo, no obstante se nota que no controla todo en realidad. Linklater lo minimiza para bien, sus logros se vuelven tangibles, concretos, y así más contundentes, porque son más lógicos, más humanos. La mítica nace potente en ver como se hace, en el detalle, en la aparente simplicidad visual del detrás de cámaras y hasta lo que parece todo lo contrario a la trascendencia. En no convertirlo en un Dios a secas. El humor que se imprime en Godard, lo vuelve más simpático para una gran audiencia, porque de por si se nota narcisista como personaje, en sus maneras, en sus anhelos, en un aire a intelectualoide. Linklater lo hace de carne y hueso, y a todo el grupo, donde brilla el talento. Godard tiene un aspecto como encasillado físicamente, interpretado por el debutante Guillaume Marbeck que tampoco lo hace mal, con sus lentes de sol y fumando todo el tiempo, como quien lo quiere hacer ver cool, y se nota al cinéfilo Linklater ahí y quien ama a su propia profesión. Godard está lleno de ocurrencias, que puede verse alguien repleto de caprichos o cosas inmaduras, como tanto dolor de cabeza para la maquillista, y sobre todo para el productor Georges de Beauregard con quien se define muy bien el uso y el anhelo del dinero, y algo hay de verdad en tanta libertad (se dice que no es tan fácil vencer tantas reticencias, en varios sentidos, para serlo, cosa con la que Godard siempre luchó, busco su total autenticidad y es de respetarse, triunfo como resumen, incluso autosabotiándose en varias oportunidades de cierta manera, reinventándose para bien y para mal tantas veces), pero también ahí yace su genialidad, su excepcionalidad, en ser un tipo lleno de ideas propias, lleno de creatividad, de montón de motivaciones. Es una película que se centra en Jean Luc Godard, pero como reza el título habla de todo el movimiento de la nouvelle vague, de donde Linklater hace desfilar a todo el mundo con muy buena mano a través de la producción debut de Godard, muchos expuestos con brevedad pero logrados, donde emociona ver sus nombres en pantalla. Se le compara con Truffaut y Chabrol, de los que se anuncia su consabida propia genialidad, por entonces más celebrada que Godard, quien irá a superarlos, cosa seria. Destacan en pantalla el asistente de dirección Pierre Rissient y el camarógrafo Raoul Coutard. En particular se le da bastante pantalla a Jean Seberg (Zoey Deutch) de quien se ve varias facetas, algunas simpáticas, algunas menos, sobre todo al inicio, hasta evolucionar en una mejor versión. Se le propone alguien interesante en el relato, que aporta matices y momentos diversos. Incluso quien hace de su marido luce importante para ésta narrativa, Francois Moreuil. Linklater sabe retratar a la juventud, como hemos visto en sus películas y de cierta manera así acomete el filme presente. Genera ratos brillantes con la representación de Rossellini, Melville y Bresson, directores que Godard admiraba y con quienes compartió amistad. Seberg pasa de deslumbrar a Godard y a todo el mundo con Bonjour tristesse (1958) y mencionar ochenta mil veces a Otto Preminger, cuando empezaba su carrera, a ser nombrada À bout de souffle como la película más icónica en su carrera y por ésta obra como máxima musa de la nouvelle vague. Así mismo está bastante bien Jean Paul Belmondo y su aporte al conjunto. Hay mucho debutante y nombre poco reconocible, pero Linklater contiene un grupo que se sostiene muy bien.