martes, 11 de noviembre de 2025
Klute
Éste filme tiene a una prostituta que suele hablarle a sus clientes que dejen sus inhibiciones y se dejan llevar por sus anhelos sexuales. Ella dice que todo está permitido, que si lo hablan, lo hacen. Igualmente menciona que todo el mundo son cínicos, porque todos tienen alguna cosa sexual oculta. Realidad que es más una autojustificación que una verdad absoluta. Ésta prostituta es de alto vuelo, vive sola. Suele ser muy ligera, como vemos hasta en el final, pero como yace con la sensación de que alguien la vigila, además de que la llaman a cada rato en la noche sin contestarle, yace en tensión. Ella trata de mantenerse como que nada le importa, pero su trabajo de prostituta no le ayuda mucho a su salud mental. Va al psiquiatra, quiere que le calme, pero siente que la especialista no lo consigue, quizá porque sigue prostituyéndose y esto es el germen de su inestabilidad. Ella le menciona que siempre está en control de las situaciones sexuales, con sus clientes y sus fantasías, a los que trata de relajar motivándoles a que no se inhiban, que se liberen, lugar donde entra en acción el giallo con un asesino en serie, el despertar de un asesino, en éste thriller del americano Alan J. Pakula. Es un filme que parece a ratos de terror, con su música de acompañamiento de miedo, de suspenso, y pasar por pasajes tenebrosos. Hay muchos techos de vidrio, en el apartamento y en el ascensor de la prostituta. A esa vera se mira mucho desde arriba con la cámara, hay una continua sensación de observación, de algún voyerista enfermizo que recuerda a Peeping Tom (1960). Ésta es una prostituta común y corriente, pero no exageradamente vulgar. Ella menciona que no le afecta lo moral, sino le desagrada en secreto un poco lo físico, confiesa a la especialista que no disfruta nunca del sexo con ningún cliente, que simplemente actúa con ellos, aunque hay algunos que le caen bien, como el señor de 70 años que vemos en el relato y del que ella curiosamente tiene buen concepto. Se trata de ver a la prostitución como algo normal, natural. La prostituta quiere ser actriz y ahí entra a tallar un fotógrafo profesional que en realidad es proxeneta (Roy Scheider), típico ladino, bien ejecutado. El problema o el thriller en sí y el giallo aparece cuando un tipo se toma al pie de la letra lo que dice la prostituta, se deja llevar por las palabras, por las grabaciones que tiene de sus encuentros (a lo película de espías), y sale de él un lado oscuro, perverso. Se quiebran los límites en su psiquis. Éste se vuelve un stalker, se obsesiona con la mujer, también porque quiere cubrir sus huellas criminales. Así mismo puede verse como un retrato del poder, del que se corrompe al sentirse por encima del mundo. Igualmente esto habla de un primitivismo. La prostituta está interpretada por la hermosa Jane Fonda, con 34 años para entonces, sex symbol de la época, quien deja todo en la cancha, bellas tetas al aire de por medio en varias oportunidades, ganándose un merecidísimo Oscar por su performance. Ella presenta una escena donde está aterrada que es imponente, una masterclass, A+. Bree (Fonda) se siente tocada además cuando observa que una compañera cercana ha pasado del lujo al abandono, es ahora adicta a las drogas. Esto le perturba. El filme se llama Klute por un detective privado, interpretado por Donald Sutherland, quien es eficiente pero básico. Hace bien su trabajo, resuelve el caso antes de una capital explosión emocional, pero no exhibe ningún tipo de impacto para el espectador. Incluso es lo más simple como pareja. Tiene un semblante serio, eso sí un perfil bajo logrado. Bree se siente honestamente bien con él, expresa que Klute la acepta sin juzgarla en nada, por completo, hasta en su peor faceta, aunque se confiesa autodestructiva. No se ve como una ama de casa, llega a decir, y manifiesta volver a lo mismo, pronto. Como thriller no hay grandes sorpresas, ni grandes secretos, tampoco grandes resoluciones, pero en conjunto es sobradamente entretenido, que no sea pensar en que todos llevan algo oculto que hace peligrar su estabilidad mental, ese control que cree tener Bree sobre sus clientes, y el giallo lo desmiente. El filme toma más materia si lo vemos como un especie de estudio sobre la prostitución, y también del peligro que puede significar ser demasiado ligero con la liberalidad.
