miércoles, 29 de octubre de 2025

Madre Juana de los Ángeles (Matka Joanna od Aniolów)


Ésta es una película de terror, de estilo clásico, pero que no teme la polémica, que algo hay, pero no busca ser efectista, gratuita, superficial, intrascendente, momentánea, sino por algo es una de las grandes obras de la historia del cine polaco. Remite a un hecho real, una histeria y venganza en un convento francés del siglo XVII, que quedó bien retratada en la excesiva y muy libre, pero al mismo tiempo muy interesante The Devils (1971). La presente película se ubica poco tiempo después de los sucesos que narra el británico Ken Russell, si lo vemos desde el punto de vista histórico, pero la película de Jerzy Kawalerowicz lo ambienta en alguna zona rural o desértica de Polonia en el mismo siglo, y hace lo suyo, se toma sus libertades también. El relato muestra un convento que está dicen poseído por el demonio. La madre superiora del lugar, la madre Juana de los Ángeles (Luzyna Winnicka), confiesa cuando está ecuánime que la poseen 8 demonios, hasta uno llamado Cola de Perro. Es una película donde se luce austeridad en cuanto a los espacios, pero de aquella que se ve lograda, buscada, construida, habiendo un cierto aire de desolación, de abandono, de cierta miseria, incluso moral, de los pobladores algo ignorantes, como la gente que representa el tabernero Wolodkowicz (Zygmunt Zintel), que trasmite cierta perversidad y sarcasmo con lo que viene pasando. La mujer de la posada, Antonisa (Maria Chwalibóg), también tiene ese corte, esa mirada afilada, algo vulgar, algo pérfida, si bien puede ser también a ratos noble. El entorno como que se burla de la situación del convento, parecen divertirse con el padecimiento de la iglesia católica y que no puedan contra los demonios que habitan acá, o que los padres sean proclives a ser incorrectos sexualmente con las mujeres, viendo su voto de abstinencia. Un caballero llega a seducir a la única monja que se ve no está poseída, a la hermana Malgorzata (Anna Ciepielewska). El filme hinca, pero lo hace contando una gran historia, haciendo arte, trascendiendo cualquier banalidad. La película empieza muy de realismo común, las monjas se ven infantiles y como que danzan, hacen performances de tipo de ballet, aludiendo las posesiones. Todo también pasa porque muchos creen que se trata de un truco, mentira. Pero el filme va evolucionando y mostrando que efectivamente estamos ante una película de terror, de exorcismos y posesiones. Lucyna Winnicka tiene mucha expresividad y emotividad en su rostro. Ella hace una gran interpretación de posesión, a lo natural, con el sudor, con la ansiedad, con la exaltación. Las escenas son sencillas, pero hablan de una puesta en escena conseguida. Es un ejemplo de gran uso de la austeridad, no como carencia, sino como verdadero talento. Así vemos a la Madre Juana tras unos barrotes o en una zona de lavandería. El momento de pasar una posesión es también muy sutil, muy de uso de lo mínimo, sugerente, cuando el padre cae por las escaleras tras un breve e intenso beso. El padre Jozef Suryn (Mieczylaw Voit) también es todo un espectáculo, en el buen sentido de la palabra. Mejor que Diario de un cura rural (1951), sin por ello ser un espectáculo predominantemente visual, de fuegos artificiales, como El Exorcista (1973). Se coloca en el espacio perfecto entre éstas dos célebres películas. Es así que es intelectual y también un gran disfrute del entretenimiento. El padre Jozef desde el inicio yace con muchas dudas, muchas inseguridades, muchos miedos, mucha fragilidad para lo que se le ha encomendado. Es como el Jack Torrance que sabe que va rumbo a lo prácticamente inevitable, sobre todo porque estamos ante una película de terror. El padre Jozef, como las mismas monjas, se echa en el suelo como un ángel, como una paloma. Hay tremenda lectura sobre la idiosincrasia de los ángeles, a los que se les llama de indescifrables, difíciles, en lugar de su consabida bondad y vacuidad natural. Tiene además la obra una extravagante argumentación sobre la maldad, el demonio e incluso el amor a esa vera, lo cual no sólo se lo piensa, sino que se llega a ejecutar en la propuesta (con una hacha de leñador). Es algo retorcido, pero de manera sutil, sin por ello tener cierta lógica, como son manifiestas las grandes ideas, con sostenimiento. Esto tiene una excelente puesta en escena, con una duplicación, que se llega a decir, como quien hermana a todas las religiones. El cine por la puerta grande se hace presente con el padre Jozef descubriéndose en un espejo, tras una visita de consulta, oyendo el terror, lo que no ha querido oír desde el inicio, lo que tanto temía, que ya lo veía venir cuando le narran la historia del anterior cura que estuvo en la misma misión antes que él, y fue quemado en la hoguera. ¿Cual es el pecado? Es que el cura se enamore de una mujer, que es como aceptar el demonio, y que rompa sus votos religiosos. Así el filme induce a creer de manera dogmática, que a continuación vendrá la tragedia, el castigo. Como repite Jozef, muerte es igual que amor. El padre Jozef pasa de flagelarse con una fusta en penitencia a hablarse a sí mismo literalmente en el espejo, en otra pequeña formidable puesta en escena como si estuviéramos avanzando y retrocediendo un disco, rayándolo en un tocadiscos de vinilos. El momento de la confesión con el objeto homicida es igualmente glorioso, poderoso momento de horror. Así el filme cumple perfectamente con el género, sin ser explícito. Lo que pasa también habla de la injusticia existencial, como cuando un peón o un muchacho humilde habla de su padre alcohólico y abusivo, y le dicen que debe rezar por la salud de éste en lugar de pensar en como se detenga la maldad que ocasiona tan libremente. Es decir, se juzga la inactividad, pasividad, dejar discurrir, sin por ello aludir una venganza o un ojo por ojo. Menos los falsos romanticismos. Pero sí, para vencer el mal, hay que estar preparado para combatirlo. Se expresa que las mujeres (los ángeles) son en realidad demonios (dicho hoy en día como pop). También se dice algo machista, un lugar común, déjenlas sufrir, o que se exprese que suelen padecer por malos hombres, como llegamos a ver, si bien buenos hombres se queman también muy simbólicamente. Muchas historias nacen de esto, que es la naturaleza en sí misma, nuestra compleja humanidad. La verdadera historia puede leerse un crimen pasional. Una monja se enamora de un cura célebre y al ser rechazada se enfurece y hace que lo maten, adjudicando que era una fuente de pecado. Aquí, en una segunda parte, se puede ver como otro crimen pasional, un cura se enamora de una monja, accede a su amor y halla igualmente la muerte (no puede con su consciencia, o cae en la espiral de su premonición; el cura dice mucho que no conoce el mundo ni a las mujeres), donde unos pueden ver el castigo de Dios que para ello, según la película, ha creado al demonio. Todo puede sonar a simple irreverencia, pero es parte del cine de terror, así como de la literatura, puesto que ésta es la adaptación (1961) de una novela (1946) del polaco Jaroslaw Iwaszkiewicz.