sábado, 24 de diciembre de 2022
La calumnia (The Children's Hour)
Éste filme de William Wyler es bastante bueno, y muy entretenido de ver, pero se le pueden criticar algunas cosas y aun así sigue en muy buen nivel y es muy recomendable. Es una obra que peca de muy idealista, las acciones de Karen Wright (Audrey Hepburn), su lealtad y amistad, es demasiado impoluta, y no podemos desestimar que exista gente así, pero es más rico en cuanto a materia de personajes cuando estos llevan mayores matices. Ella se desprende de muchas cosas demasiado valiosas, enfrenta un entorno bastante hostil -desde lo cuidado-, que atenta con quitarle su identidad, y su vocación, y hasta el amor, y ella jamás duda puesto que su lealtad y amistad están primero. Ese ámbito de nunca dudar es lo que hace criticar el filme, esa perfección moral y ética, cosa que no nos acompaña a los humildes mortales por lo general. Vivimos en una época y en un pueblito de nacimiento donde vivir marginado puede ser demasiado. En ese sentido el personaje que hace una maravillosa Shirley MacLaine como Martha Dobie coge todo ese mundo que se viene abajo por un rumor y la malacrianza vengativa de una niña un poco cruel, con ayuda de oír un diálogo afilado de una perspicaz tía que con mucha sutilidad despliega las cartas sobre la mesa, señala la homosexualidad de Martha, debajo de una gran amistad y muchos años de compartir crecimiento, desarrollo, madurez y profesión y un negocio en común con Karen. Ambas comparten un colegio de niñas, ambas son maestras. La mujer poderosa, la abuela y matriarca y cabeza del pueblo que hace Fay Bainter como Amelia Tilford es un gran personaje. Lo fácil sería tacharla de simplemente malvada, u oír algunas oraciones que le lanza el guion en ese sentido, pero siendo mas detallistas es una mujer de otra época y alguien igualmente muy inteligente, y su disgusto aunque va contra la homosexualidad tiene cierta desconfianza natural que resulta lógica. Cuidar de niños es una gran responsabilidad y no se le puede destinar a cualquiera. Las decisiones de quitar en masa a las niñas de clase alta del colegio de Karen y Martha, a quienes les sindican de ser amantes y malos ejemplos y que asome quizá hasta la pedofilia, es directamente por considerarlas a secas y de golpe como lesbianas (y ser vista ésta opción sexual como algo semejante a lo perverso o una enfermedad), y hay un quehacer más funcional que proyectado -poco cavilado- en ese hilo. Es interesante cuando el filme pasa de ser elíptico con mencionar la homosexualidad y jugar con el rumor y la supuesta mentira y ser una mirada más heterosexual a una defensa abierta y firme (quizá algo básica) de la homosexualidad, tras una escena de MacLaine dentro del melodrama que es una de las joyas que nos ha dado el séptimo arte. El filme finalmente escoge una postura, parecía algo tímido inicialmente, aunque cae un poco del otro lado, del idealismo de una Karen que parece una santa o en el fondo corresponder el rumor, cosa que no es así, ella expresa ser heterosexual. El filme será poco sutil y un poco telenovelero con el devenir, pero es indudable que tiene su efectiva empatía y no deja indiferente, sensibiliza y es un bonito relato romántico platónico (o así trasciende mucho más, no porque deba faltar la sexualidad, sino porque hay finalmente amor como centro del filme). El enfrentamiento entre la señora y gran dama Amelia (aunque le falta más mundo y al planeta también por entonces) y una más activa y guerrera Karen, con una Martha hecha de papel, da muy buenas escenas, las cuales van cambiando de postura, a medida que se va revelando la verdad o parte de la verdad, pues en el fondo Karen lucha prácticamente sola, heroica, pues hasta el novio es desestimado. Es interesante ver cuan complejo resulta el personaje de Martha, era otra época y el lugar es pueblo chico infierno grande; por todo eso que no se dice es que éste filme es aun más notable de lo evidente.