miércoles, 19 de mayo de 2021
El cargador
Éste corto de apenas 7 minutos de duración le pertenece al director cuzqueño Luis Figueroa, ganador del gran premio en el Festival de cortometrajes de Oberhausen (Alemania). Éste corto es de 1974, un año después de Runan Caycu, con el que veo similitudes, aunque también es el sentir de una época, de reivindicaciones sociales. Entre lo que comparten está la ciudad de Cuzco y la defensa del indio. En la película de Figueroa sólo desde el trabajo de cargador. Al indio se le pone como bestia de carga, a cargar grandes pesos que lo ponen jorobado; es pagar por un servicio, donde se paga muy poco. En Runan Caycu salían cargadores. Aquí, claro, es el tema total, aunque breve, en 7 minutitos. No obstante es notable como Luis Figueroa deja ver varias ideas en tan corto tiempo. Al igual que en Runan Caycu en la presente hay un protagonista y guía; en El cargador es Gregorio Condori Mamani. Gregorio abre el corto vistiendo una ropa toda remendada. Luego lo menciona frontalmente, y con ello a su sufrimiento y a su hambre, a su calidad de hombre muy pobre. El corto muestra todo esto de manera muy directa, lo sobreexpone, la idea social es como quedar ciegos con el sol. El mensaje es ineludible, es tremendo llamado de atención, de humanidad. En un momento varios indios cargan una gran cama, un criollo acomodado da ordenes, metido en cierta pinta de superioridad, de vanidad. En otro momento en un pequeño rincón bebe chicha Gregorio, hiper humilde y solitario, mientras gente cualquiera celebra con cerveza, animosos e indiferentes. Gregorio mira un par de zapatos con anhelo notorio, tiene los pies en sandalias viejas de caucho, muestra de su estado, de su condición, de extrema pobreza. Gregorio es el eslabón más bajo de la cadena, ve la necesidad básica casi como una utopía, menciona literalmente -y se entiende como metáfora- que mueren como burros de carga vomitando sangre. Puede sonar a un exceso de su sencillez (o no, un retrato de lo inaudito), pero la pobreza está ahí (como dice nuestro guía, el hospital vale mucho más de lo que ganan como bestias de carga, con un tono de hombre pequeño, de voz no violenta, aunque no queda duda de su impresionante resistencia). Gregorio pasea por un cierto anacronismo colonial, algo maravillado (rasgos de bondad) y empequeñecido; también pasea próximo a empedrados incas -la fuerza y precisión de lo sencillo- tratando de buscar una solución, romper con el devastador pesimismo. En general es un llamado más que a una orientación ideológica a un gobierno con consciencia y ayuda social, con una economía inclusiva -hacia arriba los que están abajo, no de todos hacia abajo-.