Ganadora de mejor guion en el Festival de Cine de Venecia 2020. La dirige el indio Chaitanya Tamhane, es su segunda película. Es una película que requiere cierto esfuerzo, de cierta paciencia. Es una película inteligente, sutil, y cuando no es sutil lo contrasta muy bien, como cuando escuchamos lecciones y definiciones de la música clásica india que tiene de cierto aire de esnobismo y excepcionalidad. En el filme vemos cómo hacer o entregarse a la música clásica india del norte es algo especial, algo exigente y poco popular, es un sacrificio en sí y es algo que requiere de alguien místico de cierta manera. Todo esto se puede conjugar con la vocación por encima del éxito y el dinero, es decir, lo auténtico y al mismo tiempo lo romántico y poco práctico, en ello está la esencia de hacer algo trascendental, sin tener todo el reconocimiento que esto debería tener. Es señalar a ésta música como el arte y lo sublime y no lo popular, lo superficial o monetario. En el filme suenan algo pedantes las lecciones y conceptos de una maestra de la música que escucha y se entrega con devoción nuestro protagonista, Sharad (Aditya Modak), pero en otro momento esto se dice, mediante un especie de critico musical y coleccionista de rarezas musicales, a quien se le termina lanzando agua a la cara por sus comentarios tan descarnados, sin filtro se podría decir. Éste critico es un personaje rico en palabra, aun cuando, desde luego, no tiene nada de simpático; así igualmente el protagonista es lo más seco y poco empático que uno puede imaginar, incluso lo vemos masturbándose en varias ocasiones como desfogue común, otro punto de virtud del filme, esa naturalidad para no querer ganarse fácil al público. Es un retrato muy honesto, muy profundo, y valen mucho sus contrastes, son muy astutos y sabios, y complejos, como cuando la música clásica india -música mística, ascética, trascendental- se contrasta con esos programas de cable de concursos de talentos musicales (pero a través de una aspirante de aspecto tímido y sensible) o con la simple música romántica y melancólica que llegamos a ver cantar en el metro por alguien humilde. El filme maneja contrastes y matices notables; hay gente noble, pero imperfecta, discutible (aunque sin nada grave tampoco), seres humanos simplemente; hay gente honesta, pero igualmente imperfecta. El gurú o maestro musical de Sharad es un anciano que tiene problemas de salud, que toca con fervor, pero no le alcanza el dinero ni para su salud, y esto se dice que en parte es por su culpa -no hizo todo lo que estaba en sus manos-, tanto por la idiosincrasia de su tipo de música. Así en el filme se da más de una sola perspectiva, hay un panorama complementario, aun con el comentario poco empático. ¿Verdad o comentario mala vibra?, queda cierta duda, hay algo de cierto ahí. Es una propuesta que quiere que el arte o la música hablen por sí mismos; nos dice que el arte también conlleva su marketing, sus historias, y que lo popular también tiene su gente auténtica o no demos todo por sentado, no cerremos las puertas. Sharad es un hombre inteligente, tendrá éxito, será empresario, él haya la salida a sus dificultades y retos musicales, no todo puede ser romanticismo nos expresa el filme. Por otro lado es una película exigente porque todo lo que hace Sharad no parece gran cosa, el tratamiento es bastante austero. Así mismo la música clásica india que oímos no se percibe muy empática, hay cierta distancia, pero esto se dice muy bien en la película, y queda muy bien definido como cine. Ésta música es para pocos. Aun así la oiremos bastante en ésta obra, hay mucha performance. En la última escena, con el músico callejero, se puede entender que nada está escrito, que el éxito le cuesta más a algunos, a cierta arte, pero el éxito finalmente no tiene dueño, depende de cada uno. En un momento se dice con euforia, claramente, si quieres tener dinero trabaja con canciones románticas, pero la presente película nos dice como conjunto, no des nada por sentado, y con eso nos quedamos. Ésta película es tal cual la música que retrata, aun bajo la autocritica, es una propuesta exigente, pero exitosa, y es mística no para pegarla de trascendente o esnob, sino por la dedicación que le entregas, por el amor que le pones, por tu sacrificio, porque el protagonista no es simpático, pero sí un tipo verdadero, así verlo masturbándose no será algo lindo, pero es eso, la imperfección de lo real, y uno no deja de luchar y ansiar no solo trascendencia; más que sobrevivencia, también éxito.