jueves, 6 de junio de 2013

Safety Not Guaranteed

Cinta indie que obtuvo premio a mejor primer guion en los Independent Spirit Awards 2013 y que se ampara en los tipos marginados, los raros, con una historia que los reivindica mostrando antes el lugar que ocupan en la sociedad y como se les observa. Una historia que peca de ñoñez y es muy ligera creando poco convencimiento en su sub-trama o segunda historia, en la del jefe de redactores, Jeff (Jake Johnson, popular por la serie de televisión y comedia New Girl) cuando quiere reencontrarse con una mujer que le ha resultado un recuerdo imperecedero hasta contener fantasías sobre ella, teniéndola por el mejor sexo oral que ha tenido en su vida, y eso habla de su personalidad, que es el típico sujeto superficial que lleva el background de abusador de colegio, el que suele burlarse de los tontos, para lo que además luce endeble pero que se ampara en su belleza física. Sin embargo con esa faceta se transforma de forma atroz en un tronar de dedos en una persona altruista, dulce y simpática, enamorándose sin un desarrollo intermedio solvente de una mujer que al verla gorda en su primera impresión prácticamente echa a correr de su cita, cambiando más tarde rotunda e inverosímilmente. Y de eso cada vez se enfanga más esa línea argumental, ayudando a continuación a un nerd de ascendencia india a concebir una primera relación sexual ante su tímida figura y comportamiento, que sea dicho describe mucha facilidad de parte de las mujeres americanas. Solo que felizmente esa es la franja secundaria del conjunto y la principal tiene mayor sedimento, si es que la antes descrita en realidad tiene algo fuera de su notorio engatusamiento básico.

En lo central se trata de una historia de arranque original, un anuncio en el periódico  solicita un compañero para asistir a alguien en su máquina del tiempo y volver al pasado, proponiendo que la seguridad no está garantizada como dicta el título de la película. En ese trayecto una revista envía a tres personas tras el reportaje, un redactor profesional, Jeff,  y dos practicantes de facultad a sus órdenes, el chico indio llamado Arnau (Karan Soni) y la protagonista, la chica rara de nombre Darius (Aubrey Plaza). Pero como es de esperar la entrevista no está en los planes de Kenneth (Mark Duplass) quien parece estar loco de remate pensando que lo sigue el gobierno y que está a punto de volver en el tiempo a recuperar a un amor fallecido. Aunque el filme juega con la ambigüedad y se luce más como otro tipo extraño al que poder sacarle una buena historia.

La trama implica un tema universal, la necesidad de hallar nuestra otra mitad afectiva, de sentirnos amados, además de atravesar por la soledad y el no poder adaptarnos al grupo hegemónico, el yacer desubicados en el mundo incluso hasta avanzados los treinta, padecer el rechazo y sufrir las apariencias. El lugar que toman las personas en una sociedad que agrupa a los seres humanos en tipos atractivos e interesantes, como otros en extraños y bobos. 

Seguro que la película será interpretada como muy condescendiente si no nos enmelamos tan ciegamente, sin embargo llevarlo hasta las últimas consecuencias remite a un estado consciente y seguro de ello, al establecimiento de una defensa de ideas y afinidades que reditúa finalmente de forma satisfactoria, aun en la total compenetración con el marginado y el freaky outsider, porque a fin de cuentas es una declaración de principios, no de cambio sino de concebir el triunfo desde ese marginamiento. Para lo que el amor es definitorio mucho tácitamente aunque sea visto en el filme como algo complementario frente al hecho de hallar respeto, imponernos o que nos hagan un lugar sin desmerecernos, lo que oscila sobre el invento del aparato del tiempo balanceándose con el amor,  resolviendo las dos temáticas generando su propia importancia y espacio aun estando unidas, en un estado que va sobre uno y luego el otro en momentáneo predominio y así hasta el desenlace, tanto que uno pudo haberle dado al respecto otro giro haciendo que el amor sea explícitamente el meollo argumental más que una parte. Pero mejor de la forma que sucede porque funciona y da el punto adecuado que viene manejando el director Colin Trevorrow en su primera película de ficción.

Es importante hacer notar que los actores, en el papel de Darius y Kenneth están precisos, muy naturales aunque no sean tremendos intérpretes y demuestren alguna irregularidad; parecen realmente dos tipos singulares y su compenetración cae como anillo al dedo, uno se lo espera de cierta manera ya que Jeff parece ya tener su propia historia y Arnau resulta improbable al uso siendo muy accesorio. Pero todo surge muy bien planteado. Tanto como la locura que asoma en Kenneth a la que le ayuda su expresión o sus arrebatos (como el de la oreja postiza) dando la sensación constante de que puede propiciar una tragedia, incluyendo a lo físico y violento. Su persona siempre exalta esa noción al alimón de su conducta aunque solo pueda ser factor de una futura depresión o desilusión. Y eso yace mucho a favor del personaje que es el más sólido del grupo siendo bastante necesario que así sea ya que la fuerza de la realización subyace sobre sus espaldas provocando que se articule mejor el contrapeso en Darius que yace atraída e identificada hacia éste, compartiendo supuestamente perdidas indispensables en sus existencias aunque la más contundente sea su propia soledad y desadaptación.

Los pequeños momentos que comparten los protagonistas  juegan a una gran trascendencia en el resultado, entre lo estúpido y paranoico, ya que están dentro de una realidad que Kenneth cree, y lo noble, inocente y romántico de cualquier relación en camino. En donde hay partes en que se funden perfectamente como en la práctica de tiro sobre las botellas o el desnudar de sus motivos dentro de las planificaciones que llevan una presencia de intercambio de cariño y atracción.

El final se vuelve simplista en sus diálogos, ya que la confianza como se anticipa mucho se llega a romper, y en ello se resuelve inmediatamente, pero eso lo salva (y vastamente) las circunstancias que son tan particulares y encajan por sí solas, que lo otro está demás y se diluye, pierde importancia si es que ahí hubo algún guionista, y entra a tallar aquello de una imagen vale más que mil palabras, y para ella un beso y seguro un encuentro sexual (qué más prueba con la entrega de su ¿virginidad?), aparte de encarar a un “demente” minutos antes del desencadenamiento y revelación.

El filme a ratos es muy sentimental pero no es para nada desechable a fin de cuentas, el trayecto termina siendo amable sin consumirse en sus limitaciones y resulta hasta sencillamente valioso en su reflexión; es entretenido sin aspavientos con forma y mensaje que como tal ya deviene en algo rescatable. Partiendo de una premisa particular que no se hunde sino se le sabe manejar. También luce medio tontorrón, por qué no decirlo, y está plagado de errores, pero la mayoría de señas defectuosas son parte del himno que entona toda la obra conjunta, es parte de su esencia, de su defensa, de sus argumentos, sensibilizar al bully, al matón, al tipo que se cree mejor que otro  en su condición humana, luchar contra su extirpación, así como con las bellezas indolentes y crueles, como cuando la ex-novia (que ni siquiera lo fue) solo se regodeaba con las atenciones que recibía sin creer o apreciar a ese ser humano que las daba, o cuando dice que no hubiera podido estar con un tipo tan extraño, como si -sin la menor indesición- estuviera defendiendo una verdad, sí, es muy notoria la crítica y quienes son sus culpables (da dos ejemplos en personajes y luego es inteligente en lo abstracto), hay mucha ñoñez y peca de obvio el artilugio emotivo y vinculante pero toda esa consistencia genera frutos en una historia que nunca llega a ser vacía ni negativamente comercial sino mantiene su carácter de cine independiente pero de forma próxima y accesible, bailando con la locura y apreciando el amor, como un canto de un freak a otro (y aunque suena alentador mucho se debe a la fantasía del séptimo arte aunque muchos quieran ser, se sientan a veces así o sean uno de ellos), como Darius escuchando a la “ex novia” a la que hasta una canción se le ha compuesto –el colmo de la soledad, la alienación y la condición romántica y tontamente idealizada de un tipo muy extraño- y a Kenneth, escogiendo el camino más lógico que muchas veces no aparenta serlo.