martes, 10 de abril de 2012

Medianeras


Luego de coger experiencia con cinco cortometrajes, el cineasta argentino Gustavo Taretto recoge la idea de uno de ellos al cabo de seis años y decide convertirlo en un largometraje, el que tenemos ahora. Nos cuenta la historia paralela de Martín (Javier Drolas) y Mariana (Pilar López de Ayala), dos treintañeros principalmente independientes, solteros abandonados por sus respectivas parejas, fóbicos y solitarios que viven en una ciudad donde sus edificios se usan como metáforas de la vida de sus ciudadanos, justamente el título evoca el lado olvidado/secreto de cada existencia humana.

Mientras asistimos al pasar de tres estaciones observamos la descripción de la infraestructura de Buenos Aires que nos remiten a la incomunicación y la dificultad de hallar el amor o la realización personal de dos de sus habitantes representativos. Con un aire fresco asistimos a la vida diaria de Martín y Mariana que buscan adaptarse a la capital que como expresa un narrador en off le da la espalda a su río y cubre el cielo de alambres de teléfono.

Con una simpatía que nos aproxima a sus dos protagonistas los conocemos en su intento por vivir lo mejor que pueden anteponiendo ese recordatorio del filme en que se nos dice que casi nadie planea su recorrido en el mundo sino que lo va descubriendo y aceptando, llevando en sus caracteres la motivación central de buscar encontrar una relación afectiva bajo varios intentos infructuosos, y es que ambos nos hacen saber de su personalidad de boca propia y el contexto en que se mueven con una franqueza digna de confesionario para un católico practicante, y aunque son bastante particulares no dejan de ser sensibles, agradables y a ratos audaces, amenos pero comunes y familiares a cualquiera de nosotros; sus problemas son los que aquejan a muchos y sus rarezas muy afines a las tantas que todos podemos sobrellevar con flema, un vinculo que nos decide a apreciar la temática de mano de sus ejemplos didácticos que al estar bien definidos llevando dentro tantos matices convierten en destacable la propuesta.

Un realización que lleva tintes de novel usando el típico desarrollo tras el detalle de algún arquetipo que a razón del tema es bastante inclasificable y amplio en sus personajes pero a la vez fácilmente identificable reduciéndolo a esa riqueza personal que alberga emotividad y múltiples limitaciones que no merman el conjunto que se despliega con interesante complejidad aún en su llaneza comunicativa, buscando ser fresco sin ser efectista pero con un deseo de trasmitir una preocupación e idiosincrasia general trascedente para muchos, teniendo su mejor arte en la empatía de sus artistas e interpretaciones; la construcción de dos seres humanos en un mundo en que ser anónimo toma importancia en el reflejo del espectador.

Se destaca al funcionar que aún siendo una nueva oferta se quiera ir por el aire clásico en un filme bastante contemporáneo, sin que haya vulgaridades o facilismos metódicos, sino una vena limpia que quiere valer por una identificación moderna pero acorde con una madurez que no pierde su libertad ni su naturalidad, y que no quita que haya una comedia básica y algunos momentos sencillos que se ven sin molestia, también se articula medios actuales de comunicación como internet y mensajes de texto. Es una película que se dirige al resto por medio del adulto joven de la clase media trabajadora preparada que sufre en un aislado-complicado siglo XXI, el centro de la población promedio, para refractarse con cierta neutralidad general luego ubicable en todos que sirve de una suerte de clara elucubración que se da fácilmente para ser visionada, incluso satisfaciendo a los más exigentes sin sobredimensionarla que sobre todo es una decente ópera prima.

Diáfana y precisa sin caer en la nada, es algo tranquilo pero con sustancia, y es que además posee una esencia romántica, ligera y hasta una suave melancolía discreta que pasa con agilidad y sintonía relajando y haciendo reflexionar con un drama con inquietudes existenciales casi no percibidas por sus habitantes, más al tanto de una crisis y su subsistencia que para el filme es solo el pico del iceberg o un síntoma de la nueva civilización.

Directa a la consciencia con tono moderado que tiene pequeños momentos de gloria, detalles valiosos y una ambientación urbana que se siente cerca. Mariana y un maniquí nos remiten al vacío, luego le dice que solo fue sexo, que no se entusiasme, unas plantas que crecen entre el concreto nos motivan a asumir la fuerza en medio de lo imposible, la construcción de un rascacielos es uno de los desquites más grandes que traza un corazón roto, la imposibilidad de hallar una caricatura en un álbum se asocia con la dificultad de encontrar nuestra otra mitad… son todas esas manifestaciones destellos de luz, estrellas en el firmamento que deberían hacernos pensar en que no somos el centro del universo como nos cuenta Mariana en una auto-definición de ella y la humanidad pero que nos debe motivar a cambiar, a ser mejores y a conseguir la felicidad, ya no sentados silenciosos molestos y deprimidos por el ruido de un vecino desconsiderado sino absolutamente contentos de quebrar ese mal ritmo cotidiano y hallarlo (a) en la calle como salida de la fantasía, quebrar estatutos de pesimismo entre la inocencia y la realidad.