lunes, 29 de septiembre de 2025

Bus 174


Éste es el debut de José Padilha, el director de una de las mejores películas de la historia del cine brasileño, Tropa de Élite (2007). El documental lo codirige con Felipe Lacerda. Es una película de cine social. Un muchacho negro de unos 21 años secuestró un ómnibus con 11 rehenes. Estuvo plantado en plena calle, del Jardín Botánico. Lo rodearon los medios de comunicación y lo cercó la policía. El documental de Padilha y Lacerda expone una mirada muy completa sobre el suceso, indagando en cómo este muchacho de color llegó a ésta situación. Hay un momento de sobremanera traumático/dramático en la vida de Sandro Barbosa do Nascimento, el secuestrador. De muy pequeño vio como asaltaban su tienda y mataban a su madre a puñaladas. Esto hizo que temiera y repudiara su barrio y terminara como niño de la calle. De ahí en adelante vinieron las drogas, esnifar pegamento y cocaína, caer en el reformatorio y en la cárcel (la que es parte de éste documental que deja plenamente expuesto lo horrible que son). Robaba para drogarse. Fue participe de un caso muy conocido en Brasil, el de la masacre de Candelaria (cuando tenía unos 13 años) donde murieron asesinados niños de la calle. El filme expone una mirada que desnuda la criminalidad y también analiza de dónde proviene, que está fallando o que debería de enmendarse como sociedad. Se habla de invisibilidad, falta de oportunidad, de mucha violencia y furia como consecuencia de una vida delictiva y una vida infrahumana en prisión. Pero también se ve que no se puede negar -ser tan iluso o inocente, como anuncia el H.G. Wells que prevé el futuro- que el crimen debe combatirse (que muchas veces valga la analogía estos policías son como quienes matan animales para que los comamos, hacen el trabajo que no queremos hacer/ver y se necesita, enfrentan directamente sin falsos romanticismos la brutalidad de los criminales), puesto que existen muchos criminales en exceso crueles, fríos, harto peligrosos para cualquier ciudadano (uno encapuchado habla de quemar gente y de su odio por los policías), que atentan contra la tranquilidad y seguridad del poblador común, de todos. El filme expone que es importante tener una policía competente, bien entrenada, preparada para vencer la inseguridad, la violencia y el crimen. El secuestro duró 5 horas y expuso muchos defectos en como combatirle, dejando en claro lo importante que es estar preparado, tener una buena policía. Cuando piensan porqué hizo esto Sandro, compañeros delincuentes dicen que pudo haber querido robar a alguien, haber seguido a alguien de un banco por decir y terminó desbordándosele la situación. En realidad con éste secuestro marcaba su sentencia de muerte frente a la policía, que se contenía porque estaban los medios de comunicación haciendo show del asunto -dando poder al secuestrador- y había ordenes de no dispararle. No querían que en tv. surjan imágenes de shock, si un francotirador apretaba el gatillo, como se dice detalladamente. Secuestró jovencitas de su misma edad. Algunas entraron en pánico. Sandro se comportaba de manera muy elemental, no sabía que hacer en realidad. Pedía una granada para amedrentar y amenazó con matar rehenes en poco tiempo. Hasta hizo una mímica de ello. Quería escapar, no ir a la cárcel, pero ya tenía la soga en el cuello. No sabia ni que pedir. Decía a voz en cuello, esto no es una película de acción. Lo que se quería es que no matara a nadie, pudo hasta disparar hacia afuera por la ventanilla, había mucho curioso. Se entrevista a secuestrados o a la tía de Sandro. Se ve incluso declarar a un hombre que fue parte, sobrevivió, a la calle y a la masacre de Candelaria, como Sandro, al que se muestra complementado con imágenes de archivo. Sandro tuvo soporte de una especie de madre adoptiva y de una asistenta social, pero él no optó por enmendarse. Se dice que en realidad no quería matar a nadie, pero estaba ya fregado con el asunto. Fue tremendo error haber secuestrado el ómnibus, dicho por amigos criminales de Sandro que lo señalan de loco o porque seguro estuvo drogado. Se deja decir en el aire que fue un grito social, aunque Sandro lo hizo inconsciente. Es una película muy completa, muy honesta, hasta puede verse que se trata de entender al secuestrador, que de verdad profundiza en quien es él desde varios ángulos, pero igualmente se percibe que es una lucha contra la criminalidad, en querer ayudar a prevenir y querer generar soluciones para salvaguardar la sociedad y la convivencia tranquila y pacífica. Oímos hablar a activistas pro derechos humanos de criminales o de los jóvenes de la calle. No todos son ladrones, algunos buscan ser vendedores ambulantes, otros los vemos haciendo malabares. Hay de los que logran reinsertarse en la sociedad como vemos en el caso de la generosidad del profesor de capoeira de la Universidad. Un psicólogo que habla largo y tendido los humaniza, señala la precariedad y estar solo en la vida, como crecer/dormir en las calles, bajo cartones, pasar hambre, verse influenciado por el tráfico y el consumo de drogas. Los niños de la calle llaman niños ricos a los que tienen padre y madre. Varios policías también hablan a la cámara, tipos que se expresan muy bien (todas las declaraciones en general hacen un conjunto sólido, muy competente, muy bueno), conscientes de todo. Se ve el notorio germen de Tropa de Élite, esa adrenalina e inteligencia para luchar el crimen. El desenlace del secuestro muestra la torpeza policial, de la policía común, pero eso justamente lo discuten policías de la BOPE, expertos. Como todo el secuestro fue seguido por montón de medios de comunicación que estuvieron en pleno, en éste documental se pueden ver imágenes de primera mano, privilegiadas, muchas partes del secuestro con pelos y señales. Al mismo Sandro en todo su accionar. Somos participes de un final hiper dramático, milímetro a milímetro, con cámara lenta, puesto que el final fue caótico. La gente misma, presente en masa en el lugar, quería lincharlo, entraron en total estado de furia. Observamos a Sandro cogiendo/jaloneando del cuello a las rehenes, poniéndoles el arma en la cara, en la boca, gritando, cogiéndolas como escudo, por las ventanillas del ómnibus. Se siente la tensión policial de querer dispararle. La vida completa de Sandro, si bien un criminal, es toda una tragedia.