martes, 20 de mayo de 2025

Tardes de soledad


Ésta película va a mortificar o enojar a algunos y a producir felicidad a otros, refiriéndome a un alto estándar, no desde lo habitual. Es una película divisiva, se podría decir, pero sin ser estúpido o muy marketero el director catalán Albert Serra siempre ha gustado de crear un poco de polémica o debate. Muchos actores y directores de cine saben que en sus profesiones hay que buscar retos, distinciones. No todo el tiempo quizá, podemos pensar, pero al menos de vez en cuando, sobre todo cuando amas verdaderamente lo que haces y no solo se trata de dinero, que desde luego siempre es importante también. Los tontos mueren de romanticismo excesivo. No obstante, no es lo único a lo que aspira ni debe aspirar alguien apasionado de su arte. Es así que actores y directores apuestan por algo que rompa con lo convencional, que sea osado, que quiebre el confort (el suyo y el de los demás) mientras se aspira a ser memorable (valioso, justificado) rompiendo las expectativas comunes. Ahí se inserta éste documental, ganador de la concha de oro 2024, del festival de San Sebastián. Éste trabajo remite a la tauromaquia, la que representa la tradición y la identidad (para el caso, la española); y el progresismo mundial justamente discute todo ello, lo cual es parte latente de la actualidad. El documental de Serra se puede decir que a esa vera es políticamente incorrecto. La contemporaneidad implica poner ciertas nuevas reglas. Es algo que muta o que autoanaliza su mirada o posturas, pero por otro lado no se precipita ni cede a todo. El documental de Albert Serra es muy realista, muestra la tauromaquia en todo su esplendor, sin medias tintas, es tal cual es, no hay mentiras en lo que muestra. Es así que muchos van a odiar el documental y otros van a quedar anonadados o extasiados. Para quien ama la corrida de toros esto es ver la gloria misma. Para quien no, todo lo contrario, lo peor. Esto será inmediato, igualmente sin medias tintas. Serra muestra al torero peruano-español Andrés Roca Rey, de 28 años de edad, el mejor torero del mundo actualmente, haciendo su trabajo. Conocemos la tauromaquia de pies a cabeza a través de él, de la autenticidad de la cámara de Serra y de su protagonista. Es un documental antropológico impoluto. Roca Rey torea en varias oportunidades para la cámara que lo inmortaliza en pleno. Vemos a estos toros gigantes, bravos, intimidantes, salvajes, salir a éste coliseo romano moderno. Frente al poderoso animal se despliegan técnicas para acabar con éste que es en buena parte el espectáculo en sí. Hay un picador y un banderillero. Se le pica con una lanza y se le ponen 8 cuchillas en el lomo. Una vez sangrante y debilitado, el torero lo hace dar vueltas, atraído por el capote o la capa roja. En ello el torero se pega mucho a la bestia – cosa de cada uno- arriesgando su vida. Queda manifiesto en el documental. Roca Rey a menudo recibe heridas, cortes, embestidas. El toro cansado saca la lengua jadeante, babea, y finalmente recibe la espada que se incrusta en su espalda y cae moribundo. Lo acaban con un cuchillo en la cabeza y se lo llevan arrastrando con cadenas misma película Gladiador (2000). El torero celebra a veces exhibiendo las 2 orejas cortadas. Saluda con su montera, sombrero. Hay cierto acto de pavonearse, muy histriónico, muy artístico, en todo el ruedo. Una cosa particular es que la cámara de Serra prácticamente no muestra al público, es sonido a ese respecto (celebración), pero se entiende que se quiere centrar en lo específico del asunto, el toreo y el torero. Es arduo de ver. Serra no se guarda nada, todo está ahí para quienes odian y aman éste espectáculo. Es algo que tiene de primitivo y de elaborado. Ver esto es como si el torero representara a los antiguos primitivos matando un mamut. Una reminiscencia de sobrevivencia y desarrollo de una técnica. Vemos toda la preparación, como le ponen el vestuario al torero, es interesante conocer cada detalle a ese respecto. El torero tiene un ayudante para vestirse y con éste se reviste de cierto endiosamiento, cierto acto de admiración cultural y social. Serra encuadra desde distintos ángulos privilegiados. No hay banda sonora muchas veces, es ver el momento en todo descarnamiento. Al torero lo transportan en camioneta que lleva una cámara ahí dentro al estilo de las confesiones en taxis de HBO. Lo llenan de elogios. Roca Rey se mantiene sentado en el sillón principal muy natural, aunque se percibe en él la tensión acumulada de un acto que contiene riesgo, que implica vencer el miedo. No cae antipático nunca, es verdad, a pesar de que por momentos lo asumen como alguien salido de otro planeta, como vemos a su equipo de camaradas en la camioneta darle full respaldo con palabras. Ayudantes y compañeros del torero le demuestran admiración. Comparten el mismo sentimiento. Es difícil para quien escribe dar un veredicto, pero así también hay películas, hablando de las que realmente lo ameritan. Considero que Serra ha sido imparcial a cierto punto o eso se recoge de todo lo que observamos, donde se percibe empatía por cierta sensualidad que brota, aun en un mundo que luce machista. Y en otros ratos se le siente crítico en como muestra en primer plano al toro ser demolido, en poner la cámara donde las papas queman. El documental es bueno porque coge la esencia del torero, su lado humano, pero también muestra sin adornos qué pasa con el animal.