sábado, 21 de diciembre de 2024

Anora


Anora (2024) de Sean Baker es su mejor trabajo hasta la fecha, demuestra un crecimiento artístico, como seguramente mayor presupuesto y más respaldo ganado detrás suyo. Visto el filme no sorprende que haya merecido la palma de oro (como uno podría haber pensado inicialmente, de un festival como Cannes), es una película sólida de principio a fin. Baker muestra tal cual la realidad de su protagonista, una stripper y una prostituta. No hay falsas ilusiones ni poética entregadas para el espectador en su introducción, ella se dedica a tener sexo con cualquiera que le pague por sus servicios. Camina en busca de clientes, se soba de lo más espontánea con todos ellos, por una propina anda desnuda montada en gran parte del club en que trabaja. No obstante Ani (la espectacular newcomer Mikey Madison de 25 años de edad) como se hace llamar Anora, una chica de ascendencia rusa de 23 años, tiene su personalidad, puede ser dulce y frágil, mostrar sentimientos reales, aun cuando se le nota también que posee calle, lo cual es de esperarse de su oficio y poder tratar con el comercio de sexo y todo tipo de hombres. Ani conoce a Ivan (Mark Eydelshteyn), un muchacho millonario de 21 años de edad y le gusta. Se forma un especie de vínculo entre ellos, lo pasan bien -mediando muchas escenas breves de sexo incluido; sensuales, pero cuidadas- y terminan teniendo un romance, dentro del alquiler de la mujer. Ivan se nota un chiquillo engreído, mimado, pero simpático, y al mismo tiempo muy inmaduro, amante de los videojuegos, de la juerga, del despilfarro de dinero. No obstante sabe moverse en el mundo de los adultos, hasta de lo que puede llamarse de lo sórdido. El dinero le abre la puerta a todo y a todos, y en ese lugar anida una critica, porque no se puede jugar con los seres humanos, incluso de los más discutibles. Ivan siembra el sueño de cenicienta en Ani que muestra que puede pegar fácilmente el salto hacia una vida más tranquila, más decente, aunque privilegiada, donde hay mucho para gastar y disfrutar, porque Ivan le muestra la fiesta constante, propia de un chiquillo millonario, no de la corrupción y el maloliente submundo. Ani queda maravillada con esa vida al estilo de una joven Paris Hilton. Durante 45 minutos todo es felicidad, inclusive Ani se muestra una chica bastante inocente, pero realizada consigo misma. Se casan en Las Vegas, y empiezan los problemas. Los padres de Ivan se enteran que se ha casado con una prostituta y envían gente a solucionar la vergüenza que sienten ha metido a su familia. En adelante Ani es a ratos humillada; maltratada hasta físicamente aunque sin premeditación. Baker transforma su película en una moderna screwball comedy. Pienso en la grandiosa What's Up, Doc? (1972) como inspiración. Ani enfrenta la decepción absoluta, el enrostre de la elección de su oficio de prostituta. Sin embargo Baker abre una posibilidad de redención existencial con un (empático y dulce) "matón" que desde el arranque se ve que queda prendado por su belleza, con lo que ella cree predisposición a una violación, de movimientos en buena parte casuales, pero también salidos del subconsciente. Ani sueña con el príncipe azul, con el chico cool adinerado, y no mira hacia el costado, en el que uno puede creer como un obrero, pero que puede ser mejor. Muy bien Yura Borisov. La última escena es la triste comprensión que le ha quedado a Ani, que no puede abrir su corazón, porque es una prostituta. Sólo que la salida está en cambiar. Lo que le falta a Ani es descubrirse como Anora y, desde luego, no proponer falsas poéticas, sino dejar la mala vida, la vida fácil del dinero a costa de la dignidad y la honra. El check no es que hay gente abusiva (sobre todo con poder adquisitivo), sino que la mala vida engendra abuso alrededor, da a pensar mucho a los demás que no merecemos nada, salvo el trato superficial, enfocarse en el negocio, y va a entrar a tallar cierta violencia. No pidas amor serio si no vas a abandonar la corrupción. Y el filme muestra que Ani si tiene esa voluntad, sin que pegue la desesperación por lo sexual, pero debe ir más allá del dinero, ese gancho que tanto la corrompe, pensar en otras opciones para vivir bien. La sexualidad del filme está muy bien trabajada, se nota real, natural, y no exagera la condición, dentro de un notable erotismo de Mikey Madison. Ani pasa por una chica experimentada, pero capaz de insertarse en una vida más convencional. El final es de esperanza. A todos los que dicen que todo bien con que una mujer sea prostituta, no pidamos para otros lo que no queremos para nosotros.