jueves, 27 de junio de 2024
En retirada
Adolfo Aristarain esbozó algo de lo que haría Juan Carlos Desanzo ahora, con Últimos días de la víctima (1982), pero Aristarain recurriría al thriller psicológico y al noir, lográndose más con el noir a donde debió apuntar ya que es donde luce mayores virtudes. Si bien el filme de Aristarain se puede leer como una lectura social de la época, con la dictadura a sus espaldas se pierde en un cine muy poco explícito donde esa lectura puede no tomarse en cuenta o es proclive a pasar desapercibida. Es entonces que Desanzo retoma lo que intenta Aristarain y lo lleva a su terreno, a lo que conoce, a sus propias reglas y a su estilo y logra algo contundente, sólido, versando en una lectura social muy abierta, muy clara, muy potente, haciendo uso del exploitation, del cine de acción, inspirándose nuevamente en el cine de El Vengador anónimo (1974), obra maestra y ejemplo de inspiración de cine de acción. Desanzo es así el primer director de cine en hablar abiertamente de la dictadura, en dedicarle una película, y lo hace a sólo 1 año de que ésta terminase, con lo que muestra bastante osadía, pero en un producto que es redondo, no sólo una lectura social, sino un excelente thriller exploitation. El filme nos remite a un asesino, apodado El Oso (Rodolfo Ranni), que como menciona el título y el propio relato, debe adaptarse a la democracia, al estar todos en retirada, pero él que hizo cada cosa con total convicción (que lo dice a boca de jarro), crueldad y frialdad pasa por dificultades de poder insertarse en una sociedad normal, quizá porque es un ser primitivo y aun así auténtico, aunque deplorable. El oso es un tipo en realidad sin ley y va incluso contra su propio equipo y trata de extorsionar a un empresario coludido con el régimen anterior. Ésta es una propuesta que todo lo lee hacia lo social pero usando el exploitation, es por ello que métodos de tortura o violencia se pueden ver como métodos fácilmente asociados a ese pasado que no sabe éste asesino como quitárselo de la psiquis, que incluso denota problemas mentales, también porque éste tipo es un antisocial por naturaleza, como vemos con la relación con la mujer promiscua (la sex symbol argentina Edda Bustamante). Es un filme que tiene su buena cuota de erotismo, hay hasta un desnudo femenino y exhibición frontal de una modelo, porque el oso se mueve por mundos sórdidos, pornográficos y corruptos como buen exploitation en toda regla. El Oso y la propuesta le pasa revista al pasado reciente argentino y lo hace con mucha adrenalina y entretenimiento puro y duro, es un filme de género de esos que están muy bien hechos, muy bien amalgamados con lo social. La secuencia final con El Oso subido atravesando los techos es de gran suspenso. La participación de Julio De Grazia también es un plus, es un actor que trasmite mucha emotividad y refleja perfectamente su fijación. Los encuentros entre De Grazia y Ranni no tienen nada que envidiar a su inspiración americana. Por ratos parece que no estuviéramos en los metros de Buenos Aires sino en el mismísimo New York. Es un filme muy inspirado como exploitation, está muy bien ensamblado, el Oso es un tipo muy activo, siempre escarbando en el único mundo que conoce y lo define. En un momento juega al pinball y un joven lo llama gordo, no sabe con quien está tratando, el filme en ese sentido concreta un gran asesino en Rodolfo Ranni que cumple con lo que promete. La parte de atravesar los techos hablan de alguien muy particular que rompe con las apariencias, propio de lo que hace, de alguien capaz de lo más radical.