viernes, 13 de mayo de 2022

Herbaria

 


Herbaria (2022), del argentino Leandro Listorti, se parece un poco a su película anterior, La película infinita (2018). Se parece en que trata de juntar dos cosas distintas y tratar de que aparentemente tengan unidad, aunque sus coincidencias sean solo hasta cierto punto, es decir, que se pegan, se acoplan solo en cierta apariencia, pero los vínculos no son tan fuertes, son medio arbitrarios. Hay coincidencias, como que haya un parentesco familiar fundacional entre un instituto donde se estudian las plantas y uno sobre preservación del cine, ambos argentinos. Hay coincidencias entre la desaparición de muchas especies de plantas y la destrucción del material cinematográfico a través del tiempo y su mala conservación. Pero plantas, seres vivos, no son objetos, más allá del simbolismo que uno le quiera dar al séptimo arte. Es entonces que Listorti parece querer desmontar la hipótesis de la construcción sobre lo disímil o pensado originariamente por separado, plasmando decir tener dos ciencias con su propia educación y sistema, dos profesiones diferentes. Humanamente todo puede tener cercanía, pero si profundizamos hallaremos que dos cosas como por ejemplo dos frutas, una naranja y una manzana, no son obviamente lo mismo, más allá de sus coincidencias. El filme deja entrever cierto vacío. Aparece la cineasta argentina Narcisa Hirsch, ella deja ver un poco cierta intensión o lectura de subtexto, habiendo grabado en su carrera fílmica en la Patagonia; menciona las plantas, pero también el desierto como interés intelectual. Listorti prefiere ser esencial, así mismo sus explicaciones en el filme son de ese tipo, sin tampoco tengamos que obligarnos a hacer un filme oscuro. Hay cierto trabajo artístico, con lo que pueden pasar por ocurrencias; su aspiración a plasmar cierto terror luce vacua, superflua. El cine es también un medio para intelectualizar cualquier cosa y las plantas no son la excepción. De ésta manera uno contiene al otro, como con el uso del tiempo. Esto permite tener soporte visual -sobre todo trabajando con especial material, raro de hallar-, en ello se trata de ser interesante, como con las plantas carnívoras acuáticas, pero se perciben muy accesorias. Se muestran ambos trabajos, el de la botánica y el de la restauración cinematográfica, ver un poco de éstos trabajos resulta interesante. Es así que lo sencillo también tiene su gancho natural, aunque Listorti busca hacer un documental actual, con notoria autoría. Su empleo de los temas da para tener valor, pero no para ser demasiado memorable, falta novedad. No obstante sí tiene arte.