Es una película un poco criptica, se entiende que hay un
monstruo asesinando mujeres, decapitándolas y abusando sexualmente de ellas, en
las montañas de Mendoza, Argentina, pero se culpa al marido loco de una de las
mujeres halladas muertas. La mujer muerta del sospechoso era amante de un policía,
Cruz (Victor Lopez), que investiga el caso. Como es lógico no se piensa en algo
sobrenatural como caso policial, entonces es analizado un tipo como posible
culpable, éste tipo tiene visiones y escucha una frase en su cabeza, muere,
monstruo muere. Lo que el sospechoso suele hablar de los crímenes en relación
al monstruo suena siempre extraño y bastante indescifrable con la narración de
los sucesos, pero se entiende que hay una cierta confabulación, una corrupción cómplice,
con el monstruo, con otra gente que no está del todo consciente de ello, a ese
respecto tienen que ver el lenguaje y cierta telepatía. No se entiende bien
esto, pero lo importante es que hay un monstruo asesinando mujeres. A éste monstruo
se le ve por completo, nítidamente, hay un excelente efecto especial en la
hechura de su presencia, con su boca dentada puntiaguda que parece una vagina,
con sus cachetes que dominan su rostro que lucen semejantes a dos testículos gigantes
caídos, con su cuerpo voluminoso y guatón y su cola como extremidad de pulpo. Éste
monstruo es todo un show de terror, del cine fantástico. El final pone a la
boca-vagina en movimiento como un animal salvaje suelto a sus anchas. El filme
tiene algunos diálogos que pueden sonar estúpidos, muchos salidos de la boca
del capitán de la policía, aunque con una excelente actuación del argentino
Jorge Prado. También hay una canción recurrente, “Te irás, me iré”, de Sergio
Denis, que en la película suena extravagante cuando Cruz de cuerpo robusto y
rostro avejentado, poco agraciado, rudo, se pone a bailar en buena parte
ridículo, pero Cruz se salta su imagen, es un tipo suave en el filme, de
expresión triste, es un tipo de pocas palabras, dentro de un comportamiento
primario. Victor Lopez es un buen actor, lo que hace el director Alejandro
Fadel con él es notable, es un protagonista raro, pero también original, quien le
da personalidad al filme; igualmente su amante, que hace la actriz Tania
Casciani, quien se parece a Frida Kahlo. Ellos tres –agregando a Jorge Prado- junto
al sospechoso, David, que interpreta Esteban Bigliardi, entregan actuaciones
estupendas que realzan el filme en su misterio y escenificación extraña en
medio del campo, un escenario atractivo y novedoso, que curiosamente recuerda algo
a la obra maestra Érase una vez en Anatolia (2011), cuando transportan al
sospechoso por la zona de los cadáveres. Bigliardi hace de un sujeto algo
retardado y enfermo que está bastante golpeado por la presencia física y mental
en su existencia del monstruo, con una parte enigmática y otra emocional y
psicosomática. Éste filme de terror de Alejandro Fadel es imperfecto, pero de
la misma forma muy curioso, valioso. Tiene además escenas de terror muy
potentes, como cuando Cruz se topa finalmente con el monstruo, así también cómo
se ven los cuerpos descompuestos. La escena cuando Casciani, de Francisca, se
arrastra agredida por un tentáculo en el cuello con la cámara retrocediendo y
ella yendo a toma próxima al son de su rostro es una gran secuencia; lo mismo
el realismo de las cabezas decapitadas. Muere, monstruo, muere (2018) tiene distinción,
tiene presencia, pudo ser mejor sí –sobre todo argumentalmente-, pero los
filmes son aventuras, apuestas, riesgos, cuando se intenta hacer algo propio, y
todo eso lo tiene a favor, es una película interesante.