lunes, 10 de julio de 2017

Spider-Man: Homecoming

Estamos frente a un nuevo reboot de Spider-Man, tras el desastre The Amazing Spider-Man 2 (2014), de Marc Webb, que empezó bien con The Amazing Spider-Man (2012), y lo mismo pasó con la trilogía de Sam Raimi, las 2 primeras fueron muy buenas y aun son las mejores de todas las que se han hecho de Spider-Man, pero la tercera fue una caída. Éste nuevo reboot es un muy buen filme, a pesar de algunas cosas criticables. Incluso es mejor que la primera de Webb, tiene mucho de juvenil y de última generación, más que la de Webb lo cual es notable. En el filme de Jon Watts se llega hasta futurizar y jugar a H. G. Wells y Julio Verne, a tratar mucho con el sci-fi, observamos la naturalización de armas, aviones y artefactos de gran imaginación futurista, como que el traje de Spider-Man, inventado por Tony Stark (Robert Downey Jr., que tiene una buena fórmula en su seguridad, vanidad y carisma), es de una tecnología fantástica, con todos los implementos clásicos de El Hombre Araña y muchos nuevos, que se equipara con la plasticidad y eterna novedad, puede que más, de Iron Man, teniendo en cuenta que Tony Stark es el mentor de Spider-Man en ésta historia, aunque Spider-Man buscará plasmar su personalidad, y si bien reniega de la simplicidad de sus primeras misiones, quiere mayores retos y aventuras, y admira y quiere emular a los Avengers, terminará quedándose en su pequeño rincón, que también tiene sus grandes misiones.

El reto de Spider-Man en ésta oportunidad se llama The Vulture (El Buitre), interpretado por un estupendo Michael Keaton, que dentro de su grupo criminal tiene otro villano famoso del cómic, Shocker (y no es solo uno, sino son dos, en el cuerpo de Logan Marshall-Green y Bokeem Woodbine), que está medio encubierto en el estilo del realismo que impuso Christopher Nolan en sus adaptaciones de cómics, estilo que tiene una cuota pero que no domina el filme, porque es estilo Marvel, con mucha ironía y relajo, más el de Stan Lee, con la temática adolescente y pequeño existencial, más la capacidad mental de ¡6 guionistas!, incluido el director. El buitre de Keaton está dibujado entre asesino en serie y gángster, medio loco y matón, al hallarse decepcionado del sistema, y se siente empujado a delinquir, a ver por sí mismo y su familia mediante la venta ilegal de armas. Tiene una gran escena, en la que lleva a Peter Parker en el auto, que es rara e incómoda y sale un poco del parámetro del cómic, recurriendo al cine noir.

Los combates, desde luego, son espectaculares, pero lo menos interesante a fin de cuentas (si no fuera así seríamos todos fans de la saga de los Transformers con los  impresionantes efectos especiales que posee), porque uno quiere hallar sobre todo argumentos, como cuando The Vulture no quiere irse sin ninguna ganancia y ciego arriesga su vida o cuando Peter Parker trata de ser un superhéroe más allá de la máscara al caer bajo escombros. No obstante sí tiene escenas entretenidas.  En el ínterin el nuevo Spider-Man busca superar su calidad de novato con cada aventura. En todo esto tenemos la maravillosa frescura que trasmite Tom Holland como el nuevo superhéroe, y se ve en cada hazaña, vuelo o llamado del deber, que tiene broma, novedad y mucha libertad. El filme se logra emocionante, intenso y de sorpresa en sorpresa en sus escenas centrales, en el caso del caos que se genera en el monumento a Washington y en el ferry de Staten Island.

El filme muy inteligente evita volver a contar por enésima vez como se convierte Peter Parker en Spider-Man, mientras la trama es original en que siga, se enliste, se adiestre y medio que lo cree Tony Stark, junto a su mano derecha en el asunto, Happy (Jon Favreau), aunque lo de tía May (Marisa Tomei) y tío Ben sea demasiado pobre o inexistente. Tomei es parte de un quehacer idiota de extrema atracción, sumado a la clásica sobreprotección. No obstante es coherente con la línea de crear un Spider-Man efervescente, ultra moderno y veloz.

La trama tiene su lado de autoayuda, aunque no en el nivel de la muy aplaudida –demasiado, diría- pero respetable Wonder Woman (2017). Plantea mucho la diversidad, puede que hasta exagere un poco, como con el bully del cómic Flash Thompson que ahora hace Tony Revolori, que tampoco resulta mal hecho, a pesar de que luce algo extraño al uso, ya que finalmente tiene veracidad porque pertenece al mundo nerd de Peter Parker. Pero están muy bien trabajados los amigos y la aspiración amorosa de Peter Parker, tienen una base sólida. Son divertidos, como el mejor amigo de Peter, Ned (Jacob Batalon), o manejan bien el sarcasmo, como Michelle (Zendaya), o son cool y maduros como la deseada Liz (la bella Laura Harrier).