domingo, 17 de marzo de 2013

Alita, ángel de combate

Hay animes muy populares y excelentes a los que les guardo mucho cariño. Estos son Los Caballeros del Zodiaco, Super Agente Cobra, Astroboy, Super campeones, Mazinger Z, Meteoro, Robotech, Los gatos samurái y Lady Oscar. Pero a su vez recuerdo mucho el primer anime de "cine" que pude ver (en realidad es un OVA, un vídeo destinado a la casa), Alita, ángel de combate, o Gunnm (1993) en el original, dirigida por Hiroshi Fukutomi. Lo vi en 1996, el último año de colegio, por un compañero de clases que era fanático del anime. Lo vi y fue amor a primera vista, me encantó, aunque yo era todo un neófito en el asunto, sin embargo no incidí en querer conocer más animes, si llegaron fue de manera natural, por la tv. Lo dejé como una efervescente sensación aislada y personal, digamos que especial. No empecé a buscar animes hasta más de una década después. Esto se debe a sus atributos propios, sino no sería lo mismo. Lo acabo de ver nuevamente. La sensación sigue intacta, me ha vuelto a fascinar, aunque seguro de otra manera.

Se trata de un filme de tan solo 52 minutos, basado en el manga de Yukito Kishiro, refutando todo aire arcaico en una apuesta impecable. Tiene una estética de un cromatismo colorido, a veces de morados o azulados y otros más mesurados con blancos y grises, es decir que el color es una fuente de plasticidad y vida en la propuesta, aunque se perciban algunos ratos opacos. Hay que acotar que aunque hay sangre (el descuartizamiento del perro es atroz), desnudos en escenas sexuales y explosiones lleva en lo visual un aire calmo aunque aún así atrevido por su propia naturaleza y menos exhibicionista para lo que se suele ver actualmente, lo que le proporciona un poco de toque clásico, sin que llegue a desplazar su vanguardia, lujuria o salvajismo, obteniendo personalidad e identidad. Para la época es bastante irreverente, qué duda cabe, si bien el dibujo japonés no se hace demasiados problemas con el realismo y la hipérbole. Sin embargo recalco que se presenta con justificación (sea en la mujer capaz de todo por su sueño o el asesino demostrando su inclemencia y amenaza), aunque resulta implacable, no teme ser crudo, como con los órganos en la promesa.

Lo que le sobra al filme es personalidad, formada desde sus propios cimientos a través del uso de las mejores características que reinan en el anime, explotar un lugar común para hacer algo nuevo y original. Fluye, y es que en menos de una hora tenemos una trama llena de vaivenes y dramas. Posee una trama solvente llena de sustancia, alrededor del sueño de ir a un satélite o ciudad unida a la tierra por cables -a Zalem- en donde viven los privilegiados y los indispensables, mientras el planeta está contaminado y sirve de vertedero de basura o suministra lo que necesitan los de arriba.

Este relato cyberpunk y en un mundo post-apocalíptico empieza raudo, cae de lleno en el descubrimiento de un cyborg, en manos del Doctor Daisuke Ido, el más destacado reparador electrónico de la tierra, que pone su sensibilidad, convicción y sus valores en éste organismo y máquina, le da nombre y la cría como un padre. Sin embargo en el camino se descubren novedades, el cuerpo menudo de esa bella niña esconde a una guerrera y asesina, lo que ella pronto adoptará, en el segundo -y secreto- trabajo de Ido.

La trama proporciona además una simpática y melancólica historia de amor (o mejor dicho dos, pero una es muy sórdida), lo que le da esa amplitud y cuasi perfección a este relato, potente desde una estructura fuerte y un desarrollo con un despliegue de acción que entretiene mucho. Las acrobacias de Alita le dan rasgos de autenticidad y presencia, incrementa el efecto de la destrucción que provoca. Conjuga muy bien apariencia y acción (violencia y dulzura), dualidad que la hace ver audaz, un ente particular que amparado en la ciencia ficción obtiene un papel contundente en el quiebre de su físico gracias a que es en buena cantidad mecánica, mientras el ingenio de su construcción original repercute, lo cual obra diciéndonos que ha debido provenir de un gran propósito, junto con un combate trascendental que la lleva al vertedero (léase la oportunidad futura de ver un gran capítulo). El misterio de quien es realmente le da a su vez esa capa de absoluta libertad que podemos ver en su forma de combatir, que se entiende en la base de algún programa y que oculta una gran curiosidad, la cual se suele revelar en el cine, pero aquí es una elipsis importante que termina insólitamente aportando (funcionando) pero dejando muchas conjeturas y una cierta aura de vacío pendiente por revertir. Alita sufre de amnesia, que en una frase se entiende que es por el bien de olvidar sucesos demasiado dolorosos, y es que quien lo dice lo lleva fijo en sí, otra de las pequeñas sub-tramas muy bien coladas en el conjunto. Esta ausencia tampoco tiene de demasiado desconcierto porque el filme no se ampara en reglas convencionales sino juega con la creatividad, lo improbable y lo excesivo.

El filme suele buscar ser completo, los cabos los maneja bastante bien y los une aportando en el momento indicado, exceptuando el background de Alita, la que deja saber que ante cada reto -el aniquilamiento de cyborgs crueles, de asesinos bárbaros- se posa su espíritu y entusiasmo. Y nos trasmite este fondo sin obviar que el verdadero atractivo de la propuesta proviene de los contornos de cómo llega a esa situación.