sábado, 27 de septiembre de 2025
Todo documento de civilización
La gente común o la mayoría de la gente quiere desentenderse/relajarse de la vida diaria, de los problemas de toda vida diaria, es por eso que le gusta ver cine de entretenimiento, como escape. No es que alguien quiera que desconectes de los conflictos del mundo, sino que la gente busca paz. El entretenimiento te saca risas, te alegra, aunque sea algo superficial o efímero. Pero, claro, el cine es mucho más. Es también algo intelectual. Muchos dicen que todo el cine es político, pero lo que no vemos dicho simplemente no existe, al menos en nuestro mundo. Es por eso que si no vemos la política en toda película es como si realmente no existiera. No es lo que predomina. Ergo, no toda película es política. Puesto que yo estoy viendo algo en sentido superficial, que es lo que busco ver. La política de por sí es incomoda, pero como decía Aristóteles, la política es parte de toda vida, es necesario entenderla para que no se aprovechen de nosotros o para que tengamos un buen/decente liderazgo. Entonces el cine político, abiertamente político, es incomodo. Cuesta hablar de política. Ergo, a la mayoría no le gusta o no pretende meterse en conflictos. Yo tampoco, pero si tenemos al cine como un lugar de ventana para pensar el mundo, nuestra humanidad y distintas de sus aristas, como yo tengo presente siempre, hay que hacerle un huequito, darle un espacio, dentro de un todo. Es por eso que incluso los premios Oscar premian películas políticas o sobre conflictos mundiales. En éste documental argentino, perteneciente a Tatiana Mazú González, hay una posición militante, activista e izquierdista. Esto también es difícil, indagar en todo lo que amerite de verdad, es también un especie de reto. Tampoco terminar siendo superfluo; o un vivo más. Mazú por ratos puede pasar por querer encender el fuego en la gente que piensa como ella. Como ver una fogata, una quema, y un cohete que produce una explosión, algo que puede tomarse simbólicamente. Por todo esto el filme puede entenderse de un poco negativo. Ésta película es sobre un caso real, un chiquillo de 16 años murió en circunstancias ambiguas. Era un chiquillo de bajos recursos que muy posiblemente robaba celulares, por necesidad de comprarse cosas superfluas, pero necesarias o anheladas por cualquier muchacho. Todo el filme es acompañado por una voz en off que va hablando de ese muchacho, llamado Luciano Arruga. La voz es de su madre, que es activista y militante de izquierda. Ese muchacho se dice fue atropellado en una calle que divide el conurbano de la gran ciudad de Buenos Aires. Pudo haber muerto por descuido, por correr hacia esa calle. Pudo haber robado algo en ese momento. El cuerpo demoro en entregarse o hallarse. La madre dice que hubo paliza de parte de policías hacia el muchacho. También cuenta que un policía fue sentenciado a 10 años de cárcel por golpear detenidos. El filme no es la mirada total del panorama, es la mirada de una madre, el de un amor enorme, y además de una persona que se ha vuelto defensora de casos semejantes. La madre abiertamente tiene una postura de velar por digamos el criminal, cosa difícil de señalar porque se trata de gente muy joven, más fácil de cometer errores en la vida, de como dice la madre, de ser manipulado por lo delincuencial. Se señala a la pobreza como justificante. Lo que no se puede negar es que esto tampoco puede permitirse, no se puede permitir la criminalidad, o que gente le haga daño a otra, donde todo el mundo sale perjudicado. En lugares de bajos recursos del Perú se solía linchar a los rateros, es decir que mucha gente humilde no lo toleran. Sin duda es importante que todo país brinde oportunidades y seguridad en donde rige. La película hace énfasis en rechazar a la policía y eso la hace una mirada parcial. No se puede vivir sin policías, ni sin reglas, ni tampoco justificando la criminalidad. Sí, hay que separar a la policía corrupta o la que se excede peligrosamente. La que intimida, la que abusa del poder, no la que respetas o hasta puedes admirar. También es importante que cada hogar entregue valores y que los muchachos no vayan libres por las calles, cuidarlos de ésta influencia negativa. La madre dice que un muchacho no quiere ser un obrero explotado, sino un muchacho que vive su juventud. Dice que no es reformarlos con cárceles sino con una vida digna. Señala como que el estado no ofrece educación gratuita, como hace ver la mención de una biblioteca. No se ve ningún mea culpa, pero es cierto que en la vida muchas veces necesitamos de verdaderos mentores. El estado también es como un mentor y no estoy hablando de ningún gobierno de izquierda. Es difícil solucionar todo, pero hay que apostar por avanzar de a pocos. El filme tiene una estética decente y hasta distintiva, una narrativa clara e incluso tiene de cine experimental (logrado). En varios momentos -hasta pasa por una estructura- se ve la pantalla como por detrás de una lente empañada, tal si hubiera llovido. Es un poco una mirada algo melancólica, aunque también la película se monta sus ratos de intensidad. Se ven niños pícaros, avispados, niños de barrio, llenos de anhelos, de sueños, como todos. Se ve mucho también el cruce de la Avenida General Paz y Mosconi, que es parte importante de la propuesta en varios sentidos. Hay un complemento con la literatura de Julio Verne, el sueño/meta de la (ciencia) ficción o la imaginación, como ánimo no de conquista, sino de conquistarnos, de hacernos mejores seres humanos. Éste amor por la literatura no se consolidó, no sólo por la muerte prematura. Esto pudo/puede ser un cambio de paradigma. Es un filme donde su experimentación puede verse de bajo presupuesto, como es lo habitual, pero al mismo tiempo está bien realizado, no se trata de cualquier cosa. No hay que confundir hacer un cine de guerrilla con aceptar todos los defectos del mundo. La creatividad también implica la estética, consolidar el sentido. No necesita ser algo a lo hollywood, costoso, pero tampoco aceptemos lo impresentable, ser demasiados condescendientes. Muchas veces he pensado en el poder de las palabras. Muchas veces he dudado de las palabras. Pero aún escribo.